La Perla Ii: Por libertad

Capítulo 30

Estaban cerca de la delegación cuando vieron llegar a Damon. Orlando, Bert y otros más que trabajaban para ellos en La Esmeralda se fueron acercando, el objetivo era claro. Sacar a McRostie de ahí sea como sea y llevarlo con ellos. Cuthbert estaba de acuerdo en mantenerlo preso en "Hoja Redonda", hasta Santos estuvo de acuerdo. Era lo mejor que tenían de momento hasta ver la forma de sacarle algo útil a ese hombre. La casa de los Jonas estaba vacía desde la muerte del padre de Santos, así que era una buena opción. Además el sitio era seguro, los trabajadores no permitirían que nadie se acerque.

Ya habían pensado una forma violenta de proceder con todo, hasta que vieron a Damon. El abogado lucía obviamente muy preocupado, acababan de secuestrar a su esposa. Jennifer le había informado bien de todo, incluso del papel de Daniel McRostie en la muerte de su padre. Damon lo conocía de Austin, sabía que era un hombre extraño que llevaba negocios ajenos, aunque se rumoreaba que era el testaferro de hombres poderosos. Después de lo que hizo con Roland Deschain quedaba claro que sí era eso y más, que le hacía el trabajo sucio a gente muy poderosa, entre ellos al abuelo de Jennifer.

Cuando llegó a casa vio a varios oficiales cerca y se preocupó. Al entrar encontró a su madre muy nerviosa y llorando. Logró explicarle que ese hombre fue a la casa preguntando por él, lo recibieron con toda cortesía, pero que cuando Elena salió a acompañarlo a la puerta empezó el tiroteo. No sabía exactamente lo que pasó, así que el abogado salió a preguntar a los oficiales que estaban cerca. Ahí le dieron la terrible noticia, la balacera empezó con su esposa presente, quizá era una especie de ajuste de cuentas. El hombre logró escaparse de la mujer que intentaba matarlo, la tal Annie Blake. Pero esa pistolera cogió a su esposa de rehén para salir con vida y ahora el comisario la estaba buscando.

Se sintió desesperado. Sabía quién era Annie Blake, sabía que la habían llevado por el tema de las cartas, sabía que era una pistolera y criminal peligrosa. Esa mujer tenía a Elena y él se sentía enloquecer. La única buena noticia era que los oficiales encontraron a McRostie y lo llevaron a la delegación. Ellos no sabían quién era, ni lo consideraban culpable de nada. Solo estaba en custodia y no se le acusaba de nada. También le sugirieron que vaya a la delegación, quizá ahí encontraría más noticias de su esposa. Y en eso lo encontraron, a punto de entrar. Antes que lo hiciera ambos lo atrajeron a su lado, a Orlando se le acababa de reunir algo mejor.

—¿Sabes algo? —le preguntó Damon apresurado—. Esa mujer que trajeron, esa Annie...

—Escucha —dijo posando las manos en sus hombros—, entiendo que estés desesperado, es Elena después de todo y a mí también me preocupa. No tengo idea de a dónde la pudo llevar, pero no creo que esté muy lejos. El comisario no tardará en atraparla.

—¿Lo crees? Pues yo no estaré tranquilo hasta tener a Elena a mi lado, no me siento bien. Ustedes no se han cansado de repetir que esa mujer es peligrosa, ¿cómo quieres que me sienta?

—Lo entiendo —dijo Orlando con sinceridad. Si a Annie le daba la locura y secuestraba a Jennifer estaría igual de preocupado, la verdad hasta histérico. Pero de momento no había forma de saber dónde fue, no tenían ni una pista. Encontrar a Elena no estaba dentro de sus posibilidades—. Y te juro que te ayudaré a encontrarla, conocemos a Annie y podremos negociar con ella si es necesario.

—La verdad —intervino Cuthbert— estoy casi seguro que la dejó por ahí en su huida. Sabemos que solo quería para cubrirse, no le iban a disparar mientras tuviera Elena a su lado.

—Eso espero —dijo Damon, parecía un poco más tranquilo, o eso quería creer—. Entonces esa mujer quería matar a McRostie, es eso. Jennifer me comentó que tiene algo contra él.

—Así es —le dijo Orlando—, al parecer vio su oportunidad y atacó. Es muy difícil capturar a ese hombre en su territorio, pero La Perla no lo es. Así que es la ocasión perfecta para todos en realidad.

—¿De qué hablas?

—Tenemos que retener a McRostie nosotros, no en la delegación. Acá van a soltarlo, no hay pruebas, no hay acusación. Tenemos que llevarlo con nosotros.

—¿Tenemos? No me metan en lo que sea que estén planeando. ¿De verdad creen que tengo cabeza para eso ahora mismo? Solo quiero ver a Elena, lo demás no me importa.

—Damon —habló de nuevo Cuthbert—, Annie tiene a Elena, y Annie quiere a McRostie. Conozco a esa condenada mujer, y si no ha soltado a Elena en su huida entonces va a retener a tu esposa. A ella no le importa la vida de Elena, pero si le importa tener entre sus garras a ese hombre. Ella no va a negociar con el comisario, va a negociar con quien tenga a McRostie y se lo entregue, ¿entiendes? Ese hombre es nuestro seguro.

—Entiendo...—dijo despacio. Si la única posibilidad que tenían era reteniendo a ese hombre con ellos, entonces así serían las cosas—. Sé que no está arrestado, solo bajo custodia para rendir su declaración después.

—Entonces haz tu parte —le dijo Orlando—. Eres abogado, lograrás sacarlo de aquí, ¿verdad? No es difícil.— Damon asintió. Bien, así al menos harían las cosas sin violencia.

—Iré allá adentro y veré su estado. Lo sacaré para ustedes.

—Perfecto —contestó él—. Estaremos atentos.

—No lo dejen ir.




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