La Perla Ii: Por libertad

Capítulo 35

El comisario estaba rabioso. Cuando le indicaron las condiciones de Annie para entregar a Elena se puso a maldecir como nunca, esa condenada mujer era increíble. No conforme con pedir dinero para el rescate, quería que retire los cargos contra ella y que no la arresten. Quitarle los cargos por intento de asesinato a Daniel McRostie era fácil, después de todo el miserable había desaparecido y no dejó ninguna denuncia. Pero no juzgarla por el secuestro de Elena sería inconcebible. Podía hacerlo si Damon no presentaba cargos, y claro que no lo iba a hacer por asegurar la vida de su esposa, pero él no podría andar tranquilo y con la conciencia limpia sabiendo que dejó ir a esa miserable. En serio, si la volvía a tener al frente era capaz de estrangularla.

A pesar de la rabia y todo, finalmente las cosas se hicieron conforme lo acordado. Reunieron el dinero y fueron a dejarlo en el lugar del intercambio. Ganas de arrestar a la maldita y obligarla a entregar a Elena le sobraban, pero tenía que ceder para asegurar que la chica viva. Annie se llevó su dinero, él la vigilaba a lo lejos. Una hora después le avisaron que encontraron a Elena deambulando por el campo, al menos en eso había cumplido.

Para asegurarse que estuviera íntegra, el comisario fue a hacerle el encuentro antes que Damon llegara. No estaba peor de lo que imaginó, era normal que tuviera ojeras, que estuviera algo sucia y dijera que le dolía el cuerpo por la mala posición, pero por lo demás estaba bien. Annie no la lastimó, eso era un alivio. Al verlo, Elena lo abrazó fuerte y lloró en sus brazos. Él no era un hombre sentimental, en realidad no creía haber nacido para el amor. Pero ella era como su hermana pequeña, quererla era algo que no podía evitar. La consoló, odiaba que sufriera y que la más inocente haya salido perjudicada de todo eso, pero ya lo peor había pasado.

—No te preocupes, esa mujer no volverá a acercarse a ti en un buen tiempo, te lo juro —le dijo mientras ella tomaba un té en la delegación, aún seguía nerviosa por toda la situación pero ya poco a poco se iba calmando.

—Tampoco lo creo, ya sacó de mí todo lo que quiso.

—Si, a esa miserable le encanta pecar de ambiciosa.

—¿Acaso Damon pagó todo el rescate?

—No, fue dinero de Jennifer y de Blanchard, ellos se sienten culpables por haberte metido en ese lío.

—Pero no fue culpa de ellos, ¿cómo iban a imaginar que terminaría secuestrándome?

—Ellos insistieron en el pago, así que ni te molestes en devolverles el dinero porque no lo recibirán. Tú solo mantén la calma, ya te dije que esa mujer no volverá a acercarse a ti.

—No es tan mala como parece, comisario.

—¿Estás hablando en serio? —preguntó arqueando una ceja.

—Lo sé, suena muy raro. Está algo loca, dice muchas tonterías, es una bandida y todo eso. Pero no creo que sea malvada, solo es lo que es. Hablamos un poco, yo le conté sobre mi vida en el burdel, ella me contó también otras cosas de su vida.

—No me vas a salir ahora con que esa mujer necesita "alguien que la comprenda".

—Creo que solo necesita que la dejen en paz.— De alguna forma eso tenía sentido para él. Annie le parecía una mujer libre que actuaba como se le viniera en gana, y en ese ambiente tan hostil para una mujer sola, como era el oeste del país, encontró la mejor manera de sobrevivir. Quizá no debería culparla por eso.

La conversación pudo seguir girando en torno a Annie, pero entonces la puerta de su despacho se abrió y entró Damon. Elena se puso de pie de inmediato y se giró, ambos se quedaron mirando sin decirse nada unos segundos, a él hasta se le hizo incómodo. Esperó un abrazo siquiera, que se acerquen. Pero Damon solo abrió la puerta y le hizo una señal a Elena.

—Vámonos, tenemos que hablar.

—Si.— Fue lo único que respondió. Se despidió de él con un rápido ademán con una mano y salió detrás de su esposo. El comisario no entendió nada, pero eso le olía a algo grave entre la pareja.

 

***************

 

Era un día terrible, desde el incidente en la fiesta de Julius que todo se había arruinado. Por su culpa quizá, al menos así pensaba de a ratos. No veía a ninguno de los dos desde hace dos noches, y ahora estaba seguro que no debió decirle eso al niño, menos delante de Jennifer. Y lo peor era que ni siquiera tenía esperanzas de hablar con ella.

Por la noche prácticamente lo echaron de ahí, y al día siguiente no lo dejaron verla. Fue temprano por la mañana, pero la familia de Jennifer le cerró el paso, una vez más lo echaron y le dejaron bien claro que no hablaría con Jen hasta que ella quiera. Los Deschain siempre lo habían detestado, en los últimos años habían sido corteses con él en vista a que se comportaba decente y trataba bien a Jennifer, pero después de lo ocurrido ya no querían verlo.

Estaba desesperado, necesitaba hablar con ella. Se descontroló, era cierto. Los celos y la rabia le nublaron el juicio, no soportó verla con él. No le importaba si estaban solo hablando o si se cruzaron por casualidad, verlos juntos era demasiado. Quizá porque tenía claro lo que ellos sentían, y que además fue él quien los separó. Todo lo que tramó para separarlos y mantenerla a su lado se había destruido, sabía que ella lo despreciaba otra vez. 




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