Cuthbert la vio llegar y soltó un bufido. A su lado, Jake se quitó el sombrero y se secó el sudor. El chico no dijo nada, pero bastaba ver su expresión para notar que estaba confundido, o quizá algo asustado. Annie se acercaba a caballo a la casona de la hacienda "Hoja redonda". Iba directo al lugar donde tenían escondido a Daniel.
Aunque ya antes la bandida se había acercado al lugar, siempre fue acompañada de Jennifer. Lo peor era que esas dos tenían una especie de pacto, cosa que solo podía ir mal y eso Cuthbert se lo advirtió a Jen. No podía fiarse de ella, no podía hacer tratos con una bandida, no y no. Aquello iba a terminar en desastre, hasta Santos se lo dijo. Pero Jennifer no dijo nada, bebió su té con tranquilidad mientras los escuchaba dar todas las excusas razonables para que se aparte de Annie. Al final dejó su taza al lado y habló.
—Ya está hecho, no puedo retirar mi palabra. Yo haré mi parte, Annie hará la suya. Para ella es personal, es algo que iba a hacer de todas maneras. Se está jugando el pellejo con su venganza, así que lo hará porque es algo que le conviene.
Como siempre, nadie pudo lograr que Jen cambiara de opinión, y solo quedó prometerles que harían su parte. Cuando Annie vaya a buscar a Daniel, ellos lo entregarían. Eso era todo, nada más, ella se encargaba del resto. Solo que no esperó verla tan pronto por ahí. En realidad, esperó no volver a verla, ya estaba saltando en un pie porque al fin se largaba del pueblo
Hace dos días que Orlando se fue de La Perla con la señora Amanda y Julius. Supo, gracias a Misae, que Amanda le dijo que tenía que volver a Mejis de urgencia, pero no podía irse porque tenía que cuidarlo y le prometió eso a su mamá. Y como no había padres cerca, el niño concluyó que podía acompañar a su querida tía a Mejis, a "escoltarla", en palabras de él. Además, lo animó la idea de saber que visitaría a toda su familia y podría jugar con sus primos. Eso sí, le hizo prometer a Amanda que regresarían antes que sus padres volvieran de su viaje de negocios porque sino se iban a molestar.
Con el niño fuera de La Perla se podría decir que el plan de Jennifer, sea cual sea, se estaba desarrollando bien hasta el momento. Ahora tenía que entregar a Daniel a esa bandida, cosa que quiso evitar. Dejó instrucciones a las personas que custodiaban el lugar, pero justo ese día Santos le pidió ir a la casa de su padre para buscar unas cosas, él y Jake la acompañaron sin pensar que ese sería el día en que Annie pasaría a buscar a su presa.
Y ahí estaba ella, caminando relajada. Se sacó el sombrero y se acomodó el cabello, los rayos del sol caían sobre el metal de su pistola y el reflejo los cegó un momento. Los miró a ambos, pero solo le sonrió a él. ¿Cómo pudo meterse con ella alguna vez? Aquello no debió pasar nunca. Y tampoco tuvo que ir ese día justo cuando Santos estaba dentro de la casona, no quería que se encuentren.
—Bert, qué horrible te ves. Cambia esa cara que no te voy a violar —dijo la bandida mientras pasaba por su lado.
—Ya cierra la boca —dijo él con desagrado.
—Vas a poder quedarte tranquilo de ahora en adelante. Vine a llevarme el paquete, ¿está atado?
—Átalo como quieras, pero muévete ya.
—¿Y cuál es la prisa? —dijo ella con una sonrisa burlona—. Pensaba quedarme un rato más y arrojarle orines hasta la noche, ¿qué te parece esa? No he orinado en todo el día para usar en este momento.
—¿Puedes ser menos repugnante de vez en cuando?— Annie soltó una carcajada, no había forma de cambiar a la desgraciada.
—Obvio es broma, nunca tan asquerosa. En fin, vengo a llevarme el paquete. Si no está listo, me encargo yo. ¿Me dejas pasar? No hagas como que te hace gracia quedarte con McRostie.
—Claro que no, pero al menos él no es tan insoportable como tú.
—Por eso mismo, mientras más rápido acabemos con este trámite, mejor para ti. ¿Te mueves?— Santos aún estaba adentro, y si le decía eso a Annie la desgraciada acabaría haciendo un escándalo peor. Quizá lo que debería hacer era meterla de una vez a ese cuarto y que se tome su tiempo maniatando a Daniel mientras él se llevaba a Santos de ahí.
—Si, pasa. Ya conoces el camino —Annie asintió. Por un instante le pareció verla seria de verdad, cosa que pasaba pocas veces. La había conocido en todas las posturas despreocupadas habidas y por haber, pero notar en su rostro un semblante serio no era cosa de juego. Jennifer tenía razón, aquello era algo personal para Annie y solo por eso iba a jugar del lado de ellos. Así que tenían que aprovecharla mientras dure.
Jake y él siguieron a la bandida mientras avanzaba hacia la casona y caminaba hacia el cuarto donde tenían encerrado a Daniel. Y hubieran llegado al destino final, si no fuera porque en ese momento Santos les salió al encuentro. Todos se quedaron de pie sin moverse, como si estuvieran paralizados. Bert no sabía qué decir, ¿cómo salir del aprieto? Su esposa y su ex amante frente a frente, una situación que quiso evitar a toda costa. Santos la recorrió con la mirada de pies a cabeza, Annie solo la miró sin prestarle mayor atención. Obviamente lo único que quería ese día era sacar a Daniel de ahí, no le interesaba la mujer que tenía al frente. O no le interesaría hasta saber su identidad.
—Bert, ¿ella es...?
—Annie Blake —se presentó ella misma, y aún parecía con prisa de ir donde Daniel.
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Editado: 09.04.2020