La Perla Ii: Por libertad

Capítulo 49

La casona Deschain estaba hecha un desastre. La sala tenía balas por todos lados, algunos adornos de especial valor para Jennifer estaban destrozados, algunos muebles no podrían volver a usarse jamás. Para el comisario, aquello no significaba nada. Eras estupideces, pero no pudo evitar reparar en eso a modo de distracción. Quizá para dejar de lado aunque sea un momento el nudo en la garganta que sentía.

Sabía que no era su culpa, él jamás hubiera imaginado que algo así fuera a pasar. Y aún así se lamentaba de haber dejado ir a Stu de la comisaria. Pudo retenerlo, pudo decirle que necesitaba su ayuda esa tarde para interrogar a un sospechoso. Pero lo vio tan feliz y animado por pasar la tarde en casa con su esposa que no tuvo el valor de pedirle que se quedara a trabajar. Ahora sabía que no debió darle el gusto, que debió forzarlo a completar sus horas de trabajo. Quizá Stu lo hubiera odiado un rato, pero estaría vivo.

Cuando los capataces de Jennifer llegaron a la casona alarmados por las balas, ya era demasiado tarde para todos. Lo único bueno fue que uno de ellos vio a los culpables y los identificó. Se trataba de aquel fugitivo y criminal llamado Daniel McRostie y, cosa sorprendente, un hombre llamado Neil Arnold Daniels. Según el capataz que lo vio huir ese tipo estaba haciendo negocios con Jennifer. Y según le habían contado para que esté al tanto de los planes de Jennifer fuera del pueblo, ese hombre era familiar de Charice McKitrick. Que esos dos estén trabajando juntos era bastante turbio y había terminado con consecuencias catastróficas para todos.

Apenas recibió la noticia el comisario mandó a vigilar todas las entradas y salidas de La Perla, no creía que esos dos sean tan rápidos para huir sin ser vistos. No era su pueblo, no conocían los escondites ni los lugares remotos donde podrían estar a salvo. Al menos eso creyó, hasta que el mismo capataz testigo le dijo que se llevaron como rehén al muchacho Jake. La cosa estaba peor de lo que había imaginado.

Stu estaba muerto, no sobrevivió mucho tiempo a la herida de bala. Y a pesar del dolor que debió sentir segundos antes de su muerte, fue capaz de arrastrarse y quedarse al lado de su esposa. El comisario deseó internamente que Stu se haya dado cuenta que Melinda estaba con vida, y que haya muerto con la tranquilidad de haber ganado tiempo para que su amada viva.

Porque Melinda había tenido mucha suerte. Siempre había bromeado diciendo que las Deschain eran unas cabeza dura, unos huesos duros de roer. Ahí andaba Jennifer demostrando que nada podía con ella a pesar de toda la mierda que había pasado. Y ahora Melinda vivía, a pesar de tener una bala en el ojo.

No sabían aún si viviría, perdió mucha sangre. Pero el comisario ya había visto casos así, algunos hombres sobrevivían con una bala en la cabeza por mucho tiempo, otros usaban parche. Con suerte, ese sería el destino de Melinda. No podía asegurarlo, pero lo deseaba con todo el corazón. No sería justo que la única hija de Robert Deschain muriera. Nada de lo que le pasaba a esa familia estaba bien, eran un imán para las tragedias. Los Deschain vivían soportando esas cosas y siempre sobrevivían. Ojalá que Melinda corra esa suerte.

—Con permiso —escuchó decir tras él. Al girarse notó que era el abogado Damon quien acababa de llegar, algunos oficiales le cerraban el paso. Él hizo una seña y lo dejaron entrar. Caminó hasta alcanzarlo, se quitó el sombrero rápido al darse cuenta que no lo había hecho antes. Respiraba agitado, se notaba que había llegado a toda prisa. El comisario mandó a llamarlo de inmediato, le pasó un breve resumen de lo que sabían sin entrar en detalles. Ahora era momento de definir los próximos movimientos—. Comisario, ¿alguna novedad?— Le preguntó apenas lo alcanzó—. Sé que McRostie y Neal Arnold están involucrados —el comisario asintió.

—Y ahora sabemos que se han llevado de rehén a Jake.

—Malditos sean...—dijo por lo bajo.

—Si, malditos —dijo el comisario con rabia y escupió con desprecio a un lado—. Han matado a Stuart, y no sabemos si Melinda sobreviva a esto. Estamos vigilando la zona y ya redoblé la vigilancia en las salidas del pueblo. Esos dos no van a salir tan fácil de aquí, lo juro.

—Esperemos que si, esos hombres son muy peligrosos. Tenemos que informar inmediatamente a Jennifer y a todos los demás, ellos tienen que regresar pronto. Robert está con Jennifer, suponemos que Joseph también.

—¿Y Blanchard? ¿Qué hay de él?

—Me parece que está en Mejis, partió con la señora Amanda y Julius. Enviaré una nota de inmediato, ella tiene que venir en caso su hija no...— Ni siquiera Damon se animó a completar la frase. Quizá una parte de él también quería convencerse de que Melinda sobreviviría—. En caso de cualquier eventualidad —el comisario asintió.

—Sé que Allgood y ese muchacho que trajeron de la prisión partieron hace unos días, ¿tienes idea a dónde?

—A Texas, buscaré como ubicarlo. No creo que su presencia sea necesaria, pero deben estar advertidos.

—Ya lo creo.— El comisario iba a agregar algo más. Quería saber si Damon se encargaría de enviar todas las cartas o si necesitaría su ayuda, pero justo en ese momento alguien entró corriendo, era otro de sus oficiales.

—Comisario, ha pasado algo grave —decía agitado, y por la expresión de su rostro podría apostar que es verdad.

—¿Encontraron a los fugitivos? —preguntó él, eso era lo más urgente.




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