En ese momento, el comandante deja seguir al pastor y a los padres de Ferney a donde están las celdas de los presos...
Ferney sigue hablando con los otros detenidos. Cuando el pastor se acerca, y le dice:
— Hijo, aquí estoy.
Ferney se da vuelta, y le da la mano al pastor, diciéndole:
— Oh, pastor, me están acusando injustamente, de algo que no he hecho.
— Si, lo sé, tus padres me han dicho todo, pero no te preocupes, Dios está contigo y saldrás de aquí pronto.
Carmen le dice a su hijo:
— Hijo, nos olvidamos de traerte la Biblia, porque fuimos a buscar al pastor, como tal nos dijiste.
De inmediato, el pastor le da la Biblia que tiene el, diciéndole:
— Usa esta.
— Pero Pastor, esta es su Biblia, usted siempre esta con esta.
— Pero ahora la necesitas tú, y veo que tienes compañeros a quien enseñarles la palabra.
— Gracias, a penas salga de aquí, se la devolveré.
Maximiliano les dice a sus compañeros:
— Pues sí, será mejor que este se vaya rápido, antes que uno de ustedes tenga la mala idea de pasarse de bando.
Rivero le expresa a Maximiliano:
— El muchacho me ha divertido, dale una oportunidad.
— ¿Oportunidad de qué? Si yo veo que uno de ustedes se pasa al bando de ese, se las verá conmigo...
En ese momento, el pastor, Carmen y Wilson, le dan animo a Ferney, y luego de unos minutos, todos se despiden de Ferney. Cuando Matthias mira a su amigo Roger le expresa a Ferney:
— ¿El libro que tienes en tus manos salió todo lo que nos contaste?
— Si, y está disponible para todos.
Maximiliano y su agrupación ya no le prestan atención a Ferney, y se reúnen para tramar un plan para salir de ahí...
En la calle, el pastor le dice a Wilson y a Carmen:
— No se preocupen, yo voy a comunicarme hoy mismo con un abogado que lo estoy evangelizando, el va a estar encantado en atender este caso.
Carmen le expresa al pastor:
— ¿Usted haría eso por Ferney?
— La pregunta ofende, claro que sí, eso y más, hay que querer a tu prójimo como a ti mismo.
Wilson le dice al pastor:
— Muchas gracias pastor.
— De nada.
Carmen le dice también al pastor:
— Gracias, no sabia que mi muchacho tenia personas que lo querían tanto.
— En la Iglesia todos somos una familia.
— Así veo.
— Cuando todo esto pase, los invito a que asistan.
Wilson y Carmen se ven las caras. Cuando Wilson le dice al pastor:
— Ah... lo vamos a pensar, ahora yo voy hablar en mi trabajo, para explicar porque llegue tarde.
El pastor se sonríe un poco, y les dice a los dos:
— Bueno, yo voy a ocuparme de llamar al abogado...
Tres días después, Luis Antonio es dado de alta y lo primero que hace el y su madre Lirida, es ir a presentar la demanda formalmente a la estación de policía.
En ese instante, Lirida y Luis están de frente ante el comandante de policía. Cuando este les dice:
— Bueno, los escucho...
Lirida no deja hablar a su hijo, y le expresa al comandante:
— Perdón comandante, voy hablar yo.
— Dígame señora.
— Vengo a demandar formalmente al hombre que casi mata a mi hijo... ese que le dicen Ferney. ¡Mire! Lo dejo caminando extraño. Yo quiero que ese hombre se pudra en la cárcel por intento de asesinado.
— El joven que está detenido, él está por lesiones personales no por intento de asesinato.
— El intento matar a mi hijo.
Luis le dice al comandante:
— Yo lo vi con mis propios ojos, él se me tiro encima con su moto, realmente ese sujeto quería matarme, ese tal Ferney es un peligro para la sociedad, no merece salir a la calle, quien sabe le pueda hacer algo a otro, o peor, no se sabe si ya le habrá hecho maldades a otro.
El comandante los queda mirando, y les dice:
— El muchacho no tiene antecedentes, esta es la primera vez que alguien lo demanda.
Lirida le expresa al comandante:
— En el tono en que lo dice, ¿me parece que usted lo defendiera?
— Perdón señora.
— Si, usted esta viendo lo que le hizo a mi hijo, y, aun así, habla como defendiendo a ese criminal.
El comandante se molesta bastante, y les dice a los dos:
— No admito que me falten al respeto, y para que sepan de una vez por todas, el joven que acusan tiene su abogado. Así que, si ya terminaron de hacer su demanda, se pueden ir.
Lirida se levanta con mucha indignación, y le dice a su hijo:
— Levántate Luis, aquí ya no tenemos nada que hacer...
En la celda, Roger y Matthias se juntan con Ferney, mientras Maximiliano y los demás se ríen de ellos a lo lejos...Sentado en el suelo, Ferney tiene la Biblia abierta. Cuando Roger tiene una curiosidad, y le pregunta:
— ¿Cómo le hiciste para resistir todas esas palabras de aquella señora?
— Lo resistí, porque hay que pedirle al Espíritu Santo de Dios que me de paciencia y paz. Estos son frutos del Espíritu Santo.Matthias le dice a Ferney:
— No entiendo.
Roger también dice:
— Yo tan poco entiendo.
Ferney se sonríe, y les dice:
— Jesús nos prometió que no nos iba a dejar solos, que enviaría al consolador, y ese es el Espíritu Santo, quien nos fortalece, el esta con nosotros cuando le pedimos que entre... sus frutos son nueve, y son: Paz, amor, fe, bondad, gozo, paciencia, mansedumbre, benignidad, templanza.
Maximiliano se acerca a Ferney, y le expresa:
— Una cosa quiero decirte.
— Dime.
— Estábamos hablando con los otros muchachos y llegamos con la conclusión de que no queremos abogados de oficio, queremos que el abogado que te esta atendiendo a ti, nos ayude a salir de aquí.
— Bueno, cuando venga, yo hablaré con él, para que se entiendan.
— Así me gusta, que colabores.
Ferney se levanta, y le dice a Maximiliano y a los demás que están lejos:
— Lo que hago, es amar al prójimo como a mi mismo... eso lo enseña Jesús... ustedes aquí encerrado tienen la oportunidad de escuchar la palabra de Dios... perdonémonos los unos a los otros, perdonemos al que nos maltrató, no importa si desde pequeños traemos una falta de perdón. Jesús nos enseña a perdonar...