La Pianista Del Diablo

Perdida (Parte 1)

12 años atrás… 


En un lugar alejado de las bellezas de Paris, donde las familias constantemente lloraban por su vida tan llena de desgracias, una de ellas, conformada por tres personas: madre, padre e hija, estaban tan solo a horas de vivir un desastroso final.  

Aquella mañana del 18 de septiembre, cumpleaños número 7 de la pequeña Ileana, la familia se encontraba alborotada buscando sus mejores ropas para recorrer y despilfarrar dinero por primera vez, en celebración a la niña que nunca en su corta vida había visto las calles más hermosas de París. 

El día a día de este pequeño grupo familiar era constantemente un martirio, sin embargo, los padres decidieron que, en el cumpleaños de Ileana, le darían a la recién nombrada el mejor regalo de su vida, uno que realmente no se podían permitir. Derrochar un día completo para dárselo a la desgraciada niña que nació rodeada de inmundicias, significaba una perdida importante de ingresos a la familia, pero esta vez estaban decididos a hacer feliz a la pequeña. 

Pasaron todo el día recorriendo las calles principales, comprando de vez en cuando unos aperitivos baratos que comerciantes ambulantes se detenían a vender a los turistas. Risas que aparecían sin cesar después de tanto tiempo, juegos y alegrías desbordantes. Toda preocupación de los padres se había esfumado al escuchar la chillona risa de su querida hija disfrutando su primer regalo de cumpleaños.Sintieron una grata sorpresa al ver a una chiquilla tan llena de energías saltado de un lado a otro, curioseando en objetos y lugares que le llamaban la atención, y compartiendo sus ojos soñadores con ellos.  

Así fue como transcurrió lo que duró la luz del día, pero cuando ya hubo anochecido, caminando frente a la Torre Eiffel, fueron capaces de admirar la verdadera belleza de la ciudad de las luces. Aquella estructura que alcanzaba una gran altura y que durante el día no parecía más que un tosco monumento sin nada de especial, se convirtió de pronto en lo más bello y asombroso que Ileana pudo divisar. Era la primera vez para ella que las veía tan de cerca y detenidamente. Iba reparando en cada detalle como temiendo que se les escape de la memoria apenas diera media vuelta.  

Sin embargo, fue cuando una música tranquila y serena llegó a sus oídos que Ileana volvió en sí para perderse nuevamente, en otro mundo. Era una mezcla de tonos graves y agudos, sonidos excepcionales moviéndose en una armoniosa danza a su alrededor atrayéndola hacia su origen. 

Haciendo caso omiso a las preguntas extrañadas de sus padres, dió pasos decididos siguiendo el camino de las invisibles notas musicales, que la guiaban al lugar de donde provenía aquel delicado sonido. A los pies de la Torre Eiffel, más cerca de lo que ya se encontraba, Ileana divisó un grupo de personas que formaban un círculo alrededor de lo que estaba buscando. Sin seguir percatándose de las advertencias de sus padres persiguiéndola, se sumió en la multitud atravesándola a pequeños empujones, tratando de no tropezar con los largos pies y objetos de los desconocidos. Cuando hubo llegado a su destino, sus ojos brillaron aún más al ver la deslumbrante escena que se había formado a su alrededor. Un hombre de elegante traje movía sus dedos y manos como si estuvieran bailando por sí solos sobre las teclas blancas y negras del enorme y delicado piano blanco. 


Todo parecía tan irreal para la pequeña niña. El hombre distinguido y sus finos movimientos, la música que volaba libre en el aire al presionar las teclas, las luces a su alrededor, la brillante luna en lo alto del negro cielo y las sonrisas de aquellas personas que rodeando el piano. Fue ahí que, por primera vez, Ileana soñó con su futuro. Se dijo a sí misma que aquello era lo que quería ser cuando creciera, tocar frente a todo el mundo, y que todos mostraran esa misma admiración por su persona, escuchando atentos y disfrutando la música del refinado individuo. Así nació su sueño. 

Camino a su hogar, una pequeña casa que apenas se podía llamar de esa manera, pues se trataba de un cuarto de cuatro paredes mal hecha y con un techo repleto de agujeros que permitían la entrada al frío nocturno, Ileana les comentó a sus padres su sueño recién adquirido. Ellos la miraron sorprendidos y tristes, pues nunca podrían permitirse el dinero para pagar lecciones de piano. Para sus padres era un sueño que jamás se podría realizar, pero, a pesar de ello, sonrieron y asintieron transmitiéndole todos sus buenos deseos, ver a su hija triunfar y obtener una vida mejor que las suyas.  

Faltaban unas cuantas cuadras para llegar, cuando hombres, vecinos de la pequeña familia, se atravesaron en su camino con vigas de hierro y armas de fuego. La madre asustada rodeo a Ileana con sus brazos tratando de acercarla y protegerla. El padre, por otra parte, les plantó cara a los sujetos tratando de ahuyentarlos, lo que obviamente, sería en vano.  



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En el texto hay: escenas explicitas de violencia.

Editado: 05.12.2020

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