Durante tres días consecutivos, el viejo dragón dorado había surcado los aires, estaba cansado y sus alas yacían completamente inclinadas sobre la tierra del bosque encantado, sus ojos ya no reflejaban ese brillo propio de la juventud en la que el ímpetu y el arrojo lo hacían parecer invencible. Su intuición como una puñalada de acero en su pecho le indicaba que pronto llegaría el final y como todo rey dejaría su trono.
Durante muchos siglos jamás dragón alguno lo supero en inteligencia y sabiduría. Su regreso de athea la isla en la que se enfrentó a un kraken enorme, Una especie de pulpo gigante de más de 30 metros de diámetro lo debilito por completo. Al lamer sus heridas en su estómago, recordó la cruenta batalla que tuvo que confrontar al percatarse que un barco tripulado por trolls, una especie de elementales de enorme nariz y extremadamente feos, que intentaban asaltar el monasterio chiu ubicado en la cima de la isla, estaba siendo hundido por el cefalópodo monstruoso.
El más grande, fuerte y justo de los dragones no podía permitir que un barco, así fuera considerado su enemigo Se sumergiera en las aguas del océano y perecieran allí sus ocupantes, al terminar depositados en las enormes cavernas acuáticas, en las que el terrorífico animal albergaba sus presas antes de consumirlas. En la batalla, en el preciso instante en el que el kraken envolvía con sus tentáculos la embarcación y los elementales con forma de hombres y enormes narices, despavoridos se lanzaban al mar en un intento suicida por sobrevivir al feroz ataque. El dragón dorado con una llamarada salida de su boca encendió uno de los brazos que poco a poco fue desprendido del barco para hundirse en el mar completamente destrozado.
El poderoso animal acuático por unos segundos desvió su atención de la nave y al observar al sabio dragón expulso su temida tinta negra, con la cual se escabullía de sus más cruentos enemigos, Permitiéndole duplicarse al tomar con éste colorante la forma de otros kraken. Al sentirse confundido el reptil abrió con mayor fuerza sus alas doradas, levantando sus patas que como lanzas apuntaban con sus garras al cuerpo de su contrincante. Al descender para atacar los tentáculos que permanecían anclados por debajo de la embarcación, se dio cuenta que su feroz embestida había sido en vano, debido a que sus garras se introdujeron en la tinta arrojada por el pulpo que yacía en forma de molusco.
La sorpresa de key, como era llamado el dragón por su mejor amigo, el ciclope del bosque encantado, fue a un mayor. En el momento en el que experimento la sensación de quien intenta cazar sin resultado a un fantasma y por si fuera poco, recibe un tremendo golpe del mismo. Uno de sus dos tentáculos especiales con una fuerza inusitada laceró como un látigo el estómago del reptil volador, quien como un rayo con su peso cayó al mar, emitiendo un crujido semejante a un enorme lamento. El kraken pareció sonreír ante la caída de su contendiente, su instinto asesino le decía que en el agua sería más fácil vencerlo.
Al olvidarse por completo de la embarcación que aún flotaba en el océano y centrar su atención en el dragón, todos los tentáculos del despiadado animal se despojaron de la misma, permitiéndole disiparse en la distancia. Solo unos cuantos elementales con figura de hombres horrorizados y despavoridos subsistieron al ataque. Jamás olvidarían que milagrosamente se salvaron de ser devorados por la bestia oceánica.
Key permanecía sumergido en el mar completamente herido por el descomunal golpe del pulpo. Por primera vez en su larga vida de batallas se sentía por un segundo doblegado. Respiraba bajo el agua como solo lo hacen los de su especie color oro y pensaba como salir de allí. Con sus puntiagudas alas internadas en el mar y el cuerpo que se hundía debido a su peso. El kraken lo envolvió por completo con sus poderosos brazos en un intento triturarlo despiadadamente. De repente un latigazo con la cola del dragón que aún permanecía protegida causo un tsunami que desprendió los tentáculos del molusco arrojándolo contra las rocas del acantilado.
Solo se escuchó un estruendo terrible, que altero la tranquilidad de los monjes que salieron de la capilla en la que en silencio meditaban. Asomándose tímidamente por una de las ventanas de piedra del monasterio, sin lograr percatarse de lo sucedido. Al pasar unos minutos, el sonido del mar como una dulce melodía arrulló a los delfines, quienes después de oler el cuerpo sin vida del kraken, durmieron mientras nadaban como cada día al alrededor de la majestuosa isla.
El dragón había logrado triunfar en ésta batalla y aunque no se sentía feliz por causar la muerte de aquel depredador invertebrado, Sabía que no tuvo más remedio que hacerlo. Los monjes estaban a salvo y el barco de los Trolls también. Su corazón sabio en cada pálpito, le decía que aquellos hombres después de ese terrorífico encuentro con el animal acuático, jamás regresarían al agua a aterrorizar a los habitantes de otras islas.
Al mismo tiempo en el que lamia sus heridas en el estómago después de regresar del viaje evocando la cruenta batalla. Sus pensamientos fueron interrumpidos abruptamente por Merceo el ciclope gigante que convivía con el dragón en el bosque encantado. – ¡Por todos los Dioses ¡ exclamo. Cubriéndose su ojo con una de sus manos.
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Editado: 10.09.2022