Escena: Londres. Apartamento de Ethan y Zara. Sir Marcus Thorne ha terminado de dar las instrucciones.
—La Piedra de Shambala no es un arma política, es un elixir —dijo Sir Marcus, con un escalofrío en la voz—. Los Iluminados del Pico creen que la Piedra, al ser un fragmento de conciencia divina, puede detener la entropía del cuerpo. Buscan la inmortalidad para sus líderes y, a partir de ahí, gobernar el mundo a través de milenios de sabiduría y poder psíquico.
—La ambición más antigua de la humanidad —murmuró Ethan, sintiendo el peso del pergamino en sus manos.
—Benjamin dejó este mensaje codificado. Lo traduje. Son coordenadas y un nombre: "El Monasterio Suspendido" —dijo Marcus—. Es un antiguo templo budista en Bután, cerca de la frontera con Tíbet.
—El problema es la logística, Marcus. La zona está cerrada por el Gobierno chino y por las tormentas de nieve. No podemos volar un avión civil.
—Lo sé. Por eso contacté a un viejo amigo en la inteligencia de Bután. Pueden conseguirles una ventana de acceso. Pero su cobertura será la de un equipo de ayuda humanitaria. Nadie sospecha de los médicos.
[El Plan de Cobertura]
La pareja aceptó el trato. En 48 horas, estaban en un avión con destino a Paro (Bután).
Ethan se presentó como el Dr. Elias Vance, un botánico especializado en medicina tradicional del Himalaya. Zara era la Enfermera Katerina Rostova, una agente de la Cruz Roja con experiencia en zonas de conflicto. El cambio de identidad era habitual para Zara, pero Ethan se sentía incómodo con el disfraz de "médico".
Al llegar a Paro, el aire frío y delgado los golpeó. Su contacto, un monje budista con un chaleco de alta visibilidad llamado Tenzing, los esperaba.
—Bienvenidos a la Tierra de la Gente Dragón —dijo Tenzing—. El camino al Monasterio Suspendido es traicionero. Hay nieve reciente.
—¿Y qué hay de Los Iluminados del Pico? —preguntó Zara, manteniendo la voz baja.
—Son sombras. Operan en el silencio. Pero mi gente detectó una cosa: un equipo de exploración, extranjeros, acampados cerca del último pueblo antes del sendero. Escena: Bután. El sendero de alta montaña, a las afueras del último pueblo.
Ethan y Zara habían dejado el jeep en el pueblo y continuaban a pie, guiados por Tenzing. El sol se ocultaba detrás de los picos, tiñendo la nieve de un color naranja helado.
—No vamos a tomar la ruta principal. Hay demasiados ojos —susurró Zara.
—Pero Tenzing dijo que el equipo de exploración de Los Iluminados está acampado cerca de aquí. Necesitamos saber qué saben —replicó Ethan.
[El Dron de Vigilancia]
De repente, Zara se detuvo y levantó la mano. Ethan no escuchó nada.
—Dron —siseó Zara.
A pesar del viento, Zara había captado un zumbido de alta frecuencia. En unos segundos, un pequeño dron de vigilancia de color gris oscuro, con el emblema del Ojo de la Providencia discretamente pintado, se materializó sobre las copas de los pinos. Estaba usando tecnología de camuflaje sonoro.
—¡Nos detectó! El dron está equipado con sensores térmicos. Estamos en su lista —dijo Zara.
—Si nos exponemos aquí, alertaremos a toda la secta. ¡Tenemos que bajarlo sin usar armas de fuego! —dijo Ethan.
—No necesitamos armas de fuego. Necesitamos un pulso electromagnético. Pero mi equipo está empacado como equipo médico. Escena: Bután. Sendero de alta montaña. El dron de vigilancia de Los Iluminados del Pico planea sobre ellos.
El zumbido del dron era imperceptible para un oído normal, pero Zara ya lo había ubicado. Si la secta usaba tecnología avanzada de vigilancia, la aproximación al campamento sería casi imposible.
—Necesitamos un pulso electromagnético, pero no tenemos el equipo —susurró Zara, buscando cobertura detrás de un grupo de rocas cubiertas de líquenes.
—Sí lo tenemos —dijo Ethan, su mente de ingeniero activada—. Mis imanes de resonancia magnética de bolsillo. Los uso para analizar la composición de roca antigua sin dañarla.
Ethan sacó un pequeño pero potente imán de Neodimio, diseñado para generar un campo concentrado. Rápidamente, abrió el compartimento de su radio de emergencia (que tenía una batería de litio de alto voltaje).
[El Pulso Electromagnético Improvisado]
Con manos firmes, Ethan envolvió rápidamente el imán con hilo de cobre extraído de un cable de cargador de teléfono viejo. Luego, con un movimiento preciso, tocó los polos de la batería con los extremos del cable.
—Necesito unos segundos. Esto generará un pulso EMP concentrado, lo suficiente para freír los circuitos de ese dron, pero el campo es diminuto. Tienes que posicionarlo —dijo Ethan.
Zara tomó el dispositivo improvisado. Usando su experiencia en balística, calculó la trayectoria del dron. Esperó el momento exacto en que la pequeña nave se moviera lateralmente, justo en el punto más cercano a su posición.
—¡Ahora, Ethan!
Zara lanzó el imán EMP hacia arriba con un movimiento rápido. El campo de energía, invisible y silencioso, chocó contra el dron.
El zumbido se detuvo. Las luces de navegación del dron se apagaron. La nave de vigilancia cayó del aire como una piedra, golpeando la nieve a unos cincuenta metros de distancia. El silencio regresó, solo roto por el viento helado.
—Ingenioso, Profesor —dijo Zara, recogiendo el dron inutilizado y el imán—. Pero ahora, vamos a ver qué están escondiendo.
[El Campamento Abandonado]
Guiados por Tenzing, llegaron al campamento temporal de Los Iluminados del Pico. Estaba abandonado a toda prisa, lo que confirmaba que la secta ya había seguido adelante. Había huellas en la nieve, dirigidas hacia arriba.
Zara revisó los restos de una fogata y algunas latas de raciones.
—No son aventureros. Es un equipo militarizado, Ethan. Uniformes térmicos, raciones de larga duración. Y... mira esto.
En el interior de una pequeña tienda de suministros, encontraron un mapa topográfico. No era un mapa turístico, sino un mapa de reconocimiento con marcas en tinta roja y un círculo claramente dibujado.
—Es el Monasterio Suspendido —dijo Ethan, su corazón latiendo más rápido.
Pero el camino marcado no era el sendero principal. Se dirigía a través de una región montañosa mucho más peligrosa.
—Están tomando una ruta que atraviesa el Glaciar del Silencio —explicó Tenzing, con temor en sus ojos—. Nadie toma esa ruta en esta época del año. Es inestable, llena de grietas y el riesgo de avalanchas es extremo.
—Lo hicieron por sigilo —dijo Zara—. Si vamos por ahí, nos acercaremos a ellos y podremos emboscarlos.
Ethan, sin embargo, se centró en un pequeño detalle en el mapa. Una nota escrita a mano por Benjamin Thorne, oculta bajo un pliegue: "El Gran Pico llama. La Piedra busca el éter. 48° 12' N, 88° 45' E."
—Benjamin no está en el monasterio. Lo han llevado a un lugar específico después de pasar el glaciar —dijo Ethan—. Tenemos que cruzar. Rápido.
Editado: 12.12.2025