Bien, hagamos ésto una última vez.
En el Siglo XVII, ocurre un terremoto que remueve los continentes y emergen nuevos desde el océano.
Los nuevos continentes poseen Plaganio, mineral tóxico que da lugar a las Plagas, Humanos con Poderes.
Debido a ello, se crea al OAP, un grupo de gente mala muy mala que se dedica a capturar a las Plagas y venderlas.
Habiéndose expandido por todo el mundo mediante su sistema de «Torreones», hoy en día, es una Hegemonía Mundial imparable.
Imparable, por ahora.
Porque he llegado yo, Markus Emit:
Fuí el N° 2 apenas llegué al OAP. Aunque ahora soy 8156.
Conocí a Sally Chanceux, una de las Plagas más débiles que hayan pisado el OAP.
Conocimos a Andrew Mentale y Eliza Providets, hermanastros.
A nuestros 18 (y casi 18) años, nos vimos envueltos en un conflicto interno del OAP.
Resultó que el conflicto se había producido por Charles Rowling, Plaga que huyó del OAP 20 años antes. Charles nos ayudó a escapar del Torreón, o nosotros a él, depende de cómo lo veas. Formando así, el «Grupo Terrorista Virus».
Ciertas situaciones por aquí y por allá, nos llevaron a tomar control de la Torre de Radio en la cual ME presenté al mundo. Se supone debía presentar a Virus, pero el resultado fue parecido.
Así, conocí a Marie y Alphonse Corleone, éste último es un Gangster de respetar, el cuál futuramente crearía el Ragnarok en nuestro país.
Gracias a ello, me encontré con Kairi Monfort, mi «maestra».
Después de eso, me encontré con aquella persona que más detesto. Owyn, Plaga N° 942.
Nuestro enfrentamiento tuvo un resultado ambiguo, pues luego de vencerlo, resultó que el Torreón, lugar en el que debían estar las Plagas reclusas, estaba vacío.
Ahora: Debemos ir a Korewa Tokyojanai para encontrar a Kairi, encontrar al autor de la nota que encontramos con la desaparición de las Plagas, y para conseguir una relación con empresas alimenticias debido a la falta de recursos.
Fue una recapitulación más larga de lo que imaginé.
Cuanto más pienso que debo hacer un viaje de dos meses, para encontrar a una niñita, encontrar a alguien que NO CONOZCO, y tener que de alguna manera conseguir habilidades en contratos para alimentar a una población que tuvimos que mudar a otro país...
"Cada vez suena más estúpido".
Han pasado ya 3 días desde la «conquista de Pequeña Bretaña».
Mañana, tomaremos uno de los barcos que Kairi había traído. A falta de un capitán, le pedí a Alphonse que buscara a alguien entre las personas que trajo consigo. También, tuve que pedirle la falsificación de pasaportes.
Sin embargo, nuestro principal problema reside en cómo entrar a Tokyo, ya que, debemos pasar por un análisis de sangre. Para arreglar eso, tendremos que ir primero a la Unión Soviética, donde un biólogo, amigo de Corleone, podrá ayudarnos a ocultar el Gen Plaga de nuestras venas.
Todo es... Tan extraño como suena.
- Oye Markus, ¿debería usar ésta falda - Me preguntó Sally, sosteniendo una falda de tonos rosados, en plena madrugada, horas antes de zarpar. - o ésta?. - Levantando otra falda, de color completamente negro.
- Sally, ya te dije ayer que dejaras de sacar cosas de otros. -
- ¡Pero eran ta~n bonitas!. - "¿Está llorando?".
- Ahm... ¿La rosa? Supongo. -
- Yey. - "Caí".
- Apresúrate, nos vamos en... - Moví la manga de mi chaqueta para ver la hora. - ... En dos horas.
- Me dijiste que no sacara nada, pero ese reloj no es tuyo. -
- Me refería a sacar cosas inútiles. -
- Cla~ro claro. - Concluyó irónicamente.
Bajamos al Piso 1, donde Andrew y Eliza nos esperaban. Eliza aparentaba no estar emocionada, pero no podía ocultar que miraba al barco de reojo.
Por otro lado, Andrew dejaba a la vista varias guías de viaje, mapas, y Atlas.
Mientras tanto, en las afueras del Torreón, hay varias personas que llegaron aquí bajo las órdenes de Corleone durante el Ragnarok. "Me apena tener que dejarlos en este sitio".
Esas personas nos llevaron al muelle, innegablemente estábamos emocionados, admirando el tamaño del navío.
- Todavía tienen tiempo para arrepentirse. - "Admito que mientras menos Plagas seamos, mejor".
Como un golpe directo de voluntad, la fuerza de sus palabras al unisono me impide una sola duda. - ¡Eso es demasiado cobarde!. -
Nuestro diálogo de inspiración es interrumpido por el freno de un vehículo detrás nuestro.
De la camioneta color gris, bajan Charles, Alphonse, Marie, y una mujer desconocida para el resto, o sea, la Capitana.
- ¡Pá! - Dijo Marie, agarrada del pantalón de Alphonse. - ¿En serio no puedo ir?. - Preguntó entre lágrimas.
- El señor Markus tiene que hacer muchas cosas muy importantes. - Intentó aliviar Alphonse.
- ¡Tranquila! Yo los traeré de vuelta sanos y salvos. - Exclamó la Capitana.