6 de Abril. ¿?:¿? Casa Venter.
- ¡Eliza! ¿¡Dónde estás!? -
Después de haber descubierto una mancha fresca que no debía serlo, quería huir.
Una mancha violeta a la cual temer.
No, más bien, le temía a la persona que lo poseía.
La existencia de una persona peligrosa, que no posee ningún remordimiento de sus acciones, con un arma biológica capaz de acabar con la sociedad tal y como la conocemes.
Antes, cuando Stephen Venter huyó, me dió de beber algo. ¿Podría haber sido el Anula-Gen? ¿Eso estaba relacionado con que, inconscientemente, pensé que «la historia no podía ser cambiada»?
¿Existía acaso la posibilidad de que yo, Markus Emit, haya perdido [Retroceso Absoluto]?
No, no sólo estaríamos hablando de [Retroceso Absoluto], sino que también, de todo lo que me ha convertido en lo que he sido hasta ahora.
- ¡E~liza~! - Pero, tengo otros asuntos de los que preocuparme. - ¡Si no apareces en este mismo instante, te juro que yo seré tu única pesadilla por el resto de tus días! - No lo pensé mucho, creí que Eliza sólo estaba jugando.
- Que violento. - Pero, por otro lado, también creí en esta opción.
- Dant... Tú. - En pleno salón, me encontraba sólo, pero su voz llegaba a mí. - Dime dónde está Eliza. -
- O... ¿qué? ¿Qué harás? -
- Si está muerta... -
- Vamos, dilo, ¿qué harás? Te advierto, no puedes ser la pesadilla de tu pesadilla. Soy mucho, mucho más fuerte que tú. -
- Y yo no puedo morir. A largo plazo, tú eres el único que perderá. -
- ¿Estás seguro de ello? Juraría que, hace un momento, habías bebido el Anula-Gen, ¿no es así? - "¿Cómo lo sabe...?". -¿Hmmm? Te pusiste a temblar de repente. ¿Adiviné? Agh, ese tío suyo, siempre tan impulsivo. - "¿«Tío»?".
Aunque ya lo había teorizado, sabía que la confirmación me iba a sorprender de todas formas.
El hombre con el que nos encontramos el primer día que llegamos, que nos recibió y ayudó era, en realidad, Steve Venter. O sea, uno de los gemelos del hombre al que realmente buscábamos, Stephen Venter.
Y, por tanto, debí notar que actuaba distinto a la forma en la que se nos describió. De nuevo, he cometido un error. Uno que, esta vez, puede haberle costado la vida a mis compañeros.
Ahora, ¿«suyo»? Definitivamente, la voz rebozante de juventud que me hablaba pertenecía a Dante Venter. Por lo que, «suyo» es incoherente en cuanto a su relación familiar.
Aunque, conectando con los sucesos ocurridos esta misma tarde, podría asumir que, Dante Venter, y la persona que ha estado cometiendo los asesinatos, son dos personas completamente distintas.
Ante todo esto, significaría que aquel chico amable que conocí en el Hotel, y que hace unos minutos suplicaba por mi ayuda, ya no estaba. Había sido superado por lo que sea que este tipo sea. Un ser sin piedad.
Si tan sólo lo hubiera notado antes... probablemente, Eliza... todos...
- Esa expresión en tu rostro, - Dijo. - ¡es adorable! ¡Es la misma que han hecho todos los demás! -
- Mátame. - Le pedí. Esta era, mi bandera blanca. - Si lo que bebí era el Anula-Gen, entonces no tiene sentido intentarlo. Peor aún, si Sally, Andrew, y Eliza están... - Me trago mi propio orgullo. - Entonces no vale la pena. -
- Tsk. - Expresó. - No entiendo qué veía ese chico en tí. -
Acabado. Destrozado. Con la mente en blanco. - Solo hazlo de una vez. -
- Es una petición curiosa. Normalmente piden lo contrario. Además, es extraño viniendo de una persona a la que la gente ha llamado «justiciero contemporáneo». - Desde el pasillo, la Oz se deja ver, con ese brillo blanquecino proveniente del metal. - «Un jovenzuelo que lo dió todo para huir y luchar en nombre de sus hermanos caídos. - Su blanquecino cabello también se asoma. - Después de cuatro siglos teniendo al OAP en la cima, finalmente este chico aparece, como un milagro para todos». - Lo que ha dicho, lo leí antes, en uno de los titulares del diario.
Ha salido por completo de su escondite, sosteniendo el arma con la mano izquierda, casi desde la parte superior.
- Lo dices como si eso me importara. - Respondí, decaído. - No puedo hacer nada sólo. Nunca lo hice realmente. Todo lo que soy, todo lo que he hecho, ha sido por ellos. Ellos son mi esperanza, ellos deberían ser los que aparezcan en las noticias. - "Al fin y al cabo, es mi culpa que sea yo quien reciba los halagos". - Por eso, su sangre no está en sus manos. Está en las mías. Esto es mi culpa. -
"Andrew, nunca te lo dije, pero te respeto más que a cualquiera. Siempre soñé con tener un poco de esa forma de pensar. Ser más tranquilo. Velar por los demás...
Eliza, nunca te lo dije, pero desearía que pudieras ver tu sonrisa cada vez que podías hablar de todos esos lugares a los que querías ir, todo lo que aún no habías podido hacer, todo lo que aún no habías podido probar...