La Plaga que Cambió el Historia y la Negación a lo Vano.

Encadenado al Destino.

¿?:¿? Torreón ¿?

- ¡Intenté detenerlo, lo juro! - Gritó la chica de cabellos rosados. - ¡No sé dónde está, no estoy mintiendo, por favor, no dispares! - El hombre detrás suyo le apuntaba a la cabeza con su arma, mientras ella, sumisa, se arrodillaba ante quien tenía enfrente.

Justo frente a la chica de rosados cabellos, se hallaba una mujer adulta, de cabello rubio, vestida con colores robos intensos, con una belleza espléndida, acomodada en su cama con forma de corazón.

- ¿Hmmm? - Expresa con curiosidad. - Ni los de Seguridad Externa pueden hacer bien un sólo trabajo. - Con su voz cautivadora, no duda en lo más mínimo en menospreciar a sus inferiores.

- ¡Perdónenme la vida, por favor, se lo suplico! - Implora.

Es entonces que la dama, con sus finos dedos y suaves movimientos, toma el bolso que estaba a su lado. Lo abre lentamente, de él, saca un peluche. Un peluche de un oso pardo.
Esto debido a que, la chica que estaba siendo amenazada y menospreciada, era Lea, la Plaga N° 25, quien formó parte del equipo de Atreus en Pequeña Bretaña, e intentó sabotear su huida en Neverland.

- ¡Suéltalo! - Suplica en un grito sordo.

- Quizás, - Susurra la mujer rubia. - este pequeñín tenga que sufrir el mismo Destino de tu amiguito. - Tomando el peluche con fuerza, una mano en la cabeza y otra en el torso, lo estira con aún más fuerza, la felpa se está saliendo, pero, a propósito, no lo termina de romperlo de una vez. - Que curioso, - Prosiguió. - el de pelo azul tenía exactamente la misma cara de este osito. Con los ojos bien abiertos, una expresión insípida, deseando que su muerte te mantenga a salvo. -

- ¡Detente, para! - Sigue gritando, desconsolada, pero incapaz de actuar, pues el más pequeño movimiento haría que un puñado de balas la atravesaran. Sin embargo, también sabía que no podría evitar que eso ocurriese. Estaba retrasando lo inevitable. - ¡Torreón 97! ¡Fue al Torreón 97! -

La mujer ríe eufórica. - ¿Ves? No era tan difícil. - Pero, a pesar de sus palabras, hace pedazos al oso con sus propias manos, con una fuerza desmesurada, y una satisfacción inigualable. Aunque la Plaga N° 25 grita con todas sus fuerzas, nadie puede oír su sufrimiento. - ¿La Unión Soviética, eh? ¿No era allí donde había un tipo matando lo que se le interponía? - Estuvo ignorando los sollozos de dolor de N° 25 hasta ese momento, y le molestaba. - Silenciala de una vez. -

La habitación entra en un intenso silencio. 
Hay olor a pólvora. 
Hay olor a sangre. 
El soldado intenta sostener su arma con fuerza, pero sus manos siguen temblando. 
La mujer se percata de ello, se acerca a él lentamente, su cuerpo se mueve como si fuese una pluma, sus pisadas no hacen ruido, y sus movimientos fluyen como seda.

- ¿Es tu primera vez? - Pregunta, acercándose a él, tomándolo del mentón para poder verlo directamente a los ojos. - Tranquilo, lo has hecho mejor que los últimos Cuidadores. - Acaricia suavemente la barbilla del Cuidador de N° 25. - Además, esto tendría que ocurrir tarde o temprano, no te arrepientas. No puedes arrepentirte de lo que el Destino te preparó. -

El Cuidador se ve enredado, atrapado por una fuerza y encanto sobrenatural. 
Enrrevesado por un lazo alargado, de un color rojo cegador.

- Mira, bien por tí, - Continúa. - tu segunda hija nacerá sana y salva, felicidades. - Lo mira con cierta lástima. - Además, parece que si insisto un poco, conseguirás un ascenso. Veré lo que puedo hacer. -

- N... N... - Intenta responder.

- Shhh... - Lo silencia, dejando su dedo índice sobre los labios del Cuidador. - Tranquilo... Ocurrirá, no hay forma de evitarlo llegados a este punto. - Acerca sus cabezas lentamente, siendo separados sólo por sus frentes - No puedes detener al Destino. -

¿?:¿? Torreón ¿?

8 de Abril. 16:00 Casa Venter.

- Sally, - Intentaba hablar con ella. "Podría morirme de vergüenza ahora mismo. Ha estado junto a todos durante todo el día a propósito sólo para hacerme pasar por esto". - me rindo, t-tenlo de una vez. Tu regalo, sé que no es mucho pero... - 
Rápidamente, me arrebata la pequeña caja celeste de mis manos. 
La abre emocionada, quitando el listón amarillo que la mantenía cerrada. 
La caja contiene un anillo. 
"Le tuve que pedir a Dante que lo comprara pero, por lo que veo en su rostro, parece que valió la pena". 
Los demás parecían sorprendidos e incómodos.

- Markus, - Dice Eliza. - esta clase de cosas se hacen en privado, ¿sabes? - Con un tono neutral y vacío.

- Plancton, escúchame, - Dijo Kairi, acercándose a mí para hablar en voz baja. - Lección N°5: Aprende a ser más discreto. -

- Emit, - Dice Andrew. - eres decepcionante incluso en algo como esto. -

Y Zaniah añade, para rematar: - Creo que olvidaron contarme sobre que ellos dos eran pareja... -

Dante no dice nada, pero puedo ver que intenta esconderse en sí mismo, sabiendo que esto pasaría.

"¿¡Por qué soy líder de un equipo en el que nadie me valora!?". 
O, quizás, decir «nadie» es exagerado. 
Pues, en el dedo índice de su mano derecha, Sally ya se había puesto el anillo plateado, con esa sonrisa inigualable. 
Aunque Dante dijo que no sería nada del otro mundo ya que no tendría mucho dinero, creo que tomó la decisión correcta. Ya que, ahora, estando él sólo, tampoco le pediría algo que estuviera fuera de su alcance. 
Sin embargo, e incluso si notó que no era un anillo de verdad, tenía una sonrisa que brillaba como nunca.

Mañana por la mañana, partiremos rumbo a Korewa Tokyojanai, tal y como lo habíamos planeado en un principio, pero, un nuevo problema había surgido.

- El grupo es demasiado grande, no puedo llevarlos a todos. - Declaró Kairi. - Llamaremos demasiado la atención. -



#8916 en Joven Adulto

En el texto hay: misterio, peleas

Editado: 11.05.2020

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