La Plaga que Cambió la Historia

Te protegeré ante todo.

El grupo se ha ampliado, ahora somos cuatro, atrapados en los callejones de esta Falsa Ciudad, Sally y Eliza, frente a mí, hablan en voz relativamente baja sobre su vida. Andrew iba en frente de todos, sacó un pequeño cuaderno, del tamaño de la palma de una mano, escribía algo, no alcanzaba a ver, pero lo veía muy metido en ello. 
Tal vez algo de contexto para esta situación no vendría mal.

Hace ya casi 10 años, una niña pequeña llegó al OAP. Fué numerada con el 87.289, su estado era deplorable. Parecía no haber comido en semanas, estaba golpeada, sucia, y cargaba un olor indescriptible. 
Entendía su situación, un lugar que no conocía, un número altísimo que no entendía, y ganas de vivir, sin motivo, pero querer sobrevivir. Quería hablar con ella, realmente lo intenté, varias veces, era tímido en aquel tiempo, y ella ni siquiera me dirigía la mirada, literalmente. 
Con esa edad, ni siquiera era consciente de que tenía Poderes. 
Lo intenté, día tras día, semana tras semana. Hasta que finalmente le pedí ayuda a la Plaga que en ese entonces era N° 135.972, actualmente conocida como «Sally Chanceux». 
Ella literalmente se lanzó sobre aquella niña, ambas tiradas en el suelo, gritándose palabras inentendibles. 
No entendí cómo, no entendí cuándo, pero se había hecho nuestra amiga.
Era realmente extraño, eramos tres niños jugando en la cárcel más peligrosa del mundo, como si no fuera nada. De hecho, algunos adultos se nos unían algunas veces. Eran buenos tiempos. 
En el OAP no se separan las celdas de Adultos y Niños, sin embargo, hay un «Piso Infantil», donde a los niños se les enseña las cosas básicas del mundo, a controlar sus Poderes, y el cómo funciona todo dentro y fuera de las instalaciones. También hay un par de salones de receso, donde hay un puñado de juguetes y juegos para niños. 
Un día, las dos niñas y yo, estamos jugando muy tranquilos en los Salones de Receso. Hasta que, «Eliza», se emociona repentinamente, viendo algo que estaba detrás de mí, ella se levanta y me grita:

- ¡Niño! ¡Cuidado!. - En aquel tiempo nos llamábamos por "Tú", "Niño", "Niña", y cosas así.

En cuanto me doy la vuelta, veo a un niño corriendo hacia mí, con puño en alto. En un primer momento, me asusté, pero el niño era terriblemente lento, y sólo me tomó moverme un poco a un lado para evitar el golpe y hacerlo caer.

- ¡Te dije que dejaras de golpear a los niños que jueguen conmigo!. - Le gritó la pequeña Eliza a aquel niño.

Algo rasguñado, e incluso agotado por el «ataque», el niño se levanta y le responde:

- ¡No te protegí antes!, ¡No permitiré que ocurra de nuevo!. - Gritó enfurecido.

Me levanto para hablar con él. - Eso no significa que debes «golpearme». - Me entrometí.

- ¡Tú cállate!. - Intentó volver a darme un golpe. De nuevo, lo esquivé con facilidad.

- ¿Eres nuevo? ¿Hace cuánto llegaste? No te vimos antes, ¿Seguro que no nos hemos visto? Ustedes dos parecen conocerse, no le hagan caso al de ahí, - Me apunta con el dedo índice. - está un poco loquito, ¿Tienes hambre? Mi Cuidador me regaló esto, se llama dulces. - Sacando algo de sus bolsillos, «Sally» empezó a hacer preguntas compulsivamente, como si estuviera desesperada por saber quién era.

El chico y la chica, abrumados, se alejan un poco. 
La pequeña Sally intenta acercarse a ellos nuevamente para seguir haciendo preguntas, pero la tomo del hombro para detenerla. Ella se da la vuelta, me mira a los ojos, y siento en mi mano como se relaja después de la tensión acumulada. 
Los niños hablan un par de minutos, hasta que vuelven a nosotros.

- Tienes... P... P... Permiso para... - Dijo el niño, muy inseguro de sus palabras.

La niña Eliza le pellizca la mano. - ¡Nada de permisos!. -

- Agh... U... Ustedes... ¿pueden ser... nuestros... amigos...? - Con cada palabra movía su cabeza lentamente a un lado.

- ¡Oh!... ¿¡NO LO ERAMOS!? - Gritó la pequeña Sally, completamente sorprendida de que no nos consideraran amigos.

- Miren... Ah... Esta niña de aquí es mi hermana... Hermanastra, para ser exactos. Vivíamos juntos, pero, ella manifestó sus Poderes... Y... Y... - El niño empezó a llorar.

- Oye, tranquilo... Tranquilo. - Le dije, mientras le daba palmadas en la espalda.

- Cuando lo manifestó... Pasó muy rápido... El OAP llegó muy rápido... Se la llevaron... No pude hacer nada... - Se detiene un momento a tragar saliva y respirar. - Estaba desesperado por hablar con ella... Sólo una vez más... He estado afuera de éste lugar varios días... Y entonces yo me manifesté... Podía hablarle por la mente... Sabía que ella me oía... Pero no me respondía... - En aquel tiempo no sabíamos si es que existía si quiera una manera de responderle.

- Hey... Lamento eso... Pero, hey, ya estás aquí. - Seguía dándole palmadas en la espalda.



#3699 en Ciencia ficción
#9694 en Joven Adulto

En el texto hay: misterio, peleas, poderes

Editado: 08.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.