La pobreza del millonario [rom Com - Concurso]

CAPÍTULO 20: El Cuaderno Olvidado

El apartamento modesto que Arturo alquilaba como parte de su farsa siempre se había sentido temporario—un set de película donde interpretaba el papel de "hombre humilde reconstruyendo su vida." Muebles funcionales pero baratos de IKEA, cocina pequeña donde raramente cocinaba, vista a edificio de oficinas en lugar de panorámica de la ciudad. Era exactamente el tipo de espacio que Arturo Vega, asistente ejecutivo ganando salario decente pero no extraordinario, podría permitirse.

Esta noche, después de la confrontación con su familia y día completo fingiendo normalidad en GRUPO GÓMEZ, el apartamento se sentía particularmente claustrofóbico. Como celda de prisión que él mismo había diseñado.

Eran pasadas las 11 PM. Arturo había vuelto del trabajo hace una hora pero no había hecho más que quitarse la chaqueta y aflojarse la corbata antes de colapsar en el sofá de dos plazas que era demasiado pequeño para su altura. Debería comer algo. Debería ducharse. Debería dormir.

En cambio, se quedó mirando el techo, reproduciendo la reunión familiar en bucle interminable.

Dos semanas.

Catorce días para encontrar forma de salir de esto sin destruir completamente a la mujer que amaba.

Su teléfono vibró en la mesa de café. Otro mensaje de Ricardo:

"¿Hablaste con Adelina todavía? Familia me está preguntando. Necesito actualizaciones."

Arturo no respondió. No tenía actualizaciones que dar excepto: Sigo siendo el mismo cobarde que siempre he sido.

Se levantó del sofá con esfuerzo, caminó hacia la pequeña cocina, abrió el refrigerador. Contenidos: leche probablemente vencida, restos de comida china de hace tres días, cerveza que nunca bebía. Cerró la puerta sin sacar nada.

No tenía hambre. No realmente. Tenía... vacío. El tipo de vacío que comida no podía llenar.

Se movió sin propósito definido hacia el escritorio improvisado en esquina de la sala—tabla de madera sobre dos caballetes, donde ocasionalmente trabajaba cuando no quería ir a cafés. Su laptop estaba cerrada sobre él, rodeada de papeles de GRUPO GÓMEZ, notas sobre proyectos actuales, análisis que Adelina le había pedido preparar.

Arturo se sentó, abrió laptop sin intención real de trabajar. La pantalla se iluminó mostrando su escritorio digital—organizado meticulosamente porque eso era parte de quién era, incluso en identidad falsa.

Sus ojos cayeron sobre el cajón inferior derecho del escritorio. El que nunca abría. El que contenía reliquias de las primeras semanas de su experimento, cuando todavía creía que esto era sobre probar punto sobre naturaleza humana.

Curiosidad mórbida lo hizo abrir el cajón.

Dentro: recibos viejos del cuarto decrépito donde vivió seis meses, tarjeta de presentación de Marco Sandoval (que Marco nunca había tenido impresa pero Arturo guardó de todas formas como recordatorio), foto de Daniel y Camila que Sofía le había dado, y—

El cuaderno.

De cuero marrón, tamaño mediano, con cierre de metal que ya no funcionaba apropiadamente. Lo había comprado en papelería de barrio donde vivía durante la farsa, pagando efectivo como pagaba todo en esos días.

Su "cuaderno de venganza."

Arturo no lo había abierto en... ¿cuánto tiempo? ¿Tres meses? ¿Cuatro? Había dejado de llevar registro en algún punto, las entradas espaciándose hasta detenerse completamente.

Lo sacó del cajón, sintiendo peso familiar en sus manos. Más pesado de lo que debería ser para simple papel y cuero. Pesado con intenciones que ya no reconocía como suyas.

Abrió a página aleatoria. Su propia letra lo miraba de vuelta, furiosa y satisfecha:

"DÍA 3 POST-COLAPSO

Valentina terminó compromiso por texto. Ni siquiera tuvo decencia de llamar. Mensaje de tres líneas: 'Arturo, esto es demasiado para mí. Necesito estabilidad. Lo siento.'

¿Lo siento? ¿ESO es lo que dos años juntos valen? ¿Tres líneas de texto y 'lo siento'?

Pero esto es exactamente lo que necesitaba ver. EVIDENCIA DOCUMENTADA. Cuando llegue momento de exposición pública, este mensaje será proyectado en pantalla gigante para que todos vean exactamente qué tipo de persona es.

Tres días. Solo tomó tres días para que prometida de dos años me abandonara completamente. Ni siquiera preguntó si necesitaba algo. Ni siquiera fingió preocupación.

PUNTO PROBADO."

Arturo cerró ojos, sintiendo náusea leer sus propias palabras. El veneno ahí, la amargura, la satisfacción enfermiza de haber "probado" algo.

¿Qué había probado exactamente? ¿Que relación de dos años basada principalmente en estilo de vida compartido y expectativas sociales no sobrevivió destrucción completa de ese estilo de vida? ¿Eso era sorprendente? ¿Eso merecía venganza elaborada?

Pasó páginas, encontrando entrada tras entrada en misma vena:

"DÍA 7: Isabella fue brutalmente honesta. 'Nuestra relación era transaccional.' Al menos es consistente. Pero honestidad no la hace menos culpable. La humillación será proporcional a su frialdad."

"DÍA 10: Lucía me bloqueó en todo. Ni explicación. Ni cierre. Solo... POOF. Desaparecida. Como si seis meses de lo que pensé era conexión real nunca existieron. Cobarde."

"DÍA 14: ADRIANA. Esta duele más que todas las otras combinadas. Creí que era diferente. ME EQUIVOQUÉ. Ofreció $500 como 'préstamo' y lista de refugios. ¿ESO es amistad? ¿Eso es 'conexión profunda'? Fue ilusión. Como todo lo demás. Cuando llegue momento, su exposición será la más elaborada. Merece entender dolor de traición."

Cada entrada era cuchillo retorciéndose en su pecho. No por dolor de traiciones originales, sino por reconocimiento de cuán fundamentalmente equivocado había estado sobre todo.

Había diseñado situación imposible—perdida total de estatus, riqueza, perspectivas futuras—y luego se había resentido cuando personas que conocía casualmente no se transformaron en santos sacrificiales dispuestos a quedarse sin importar qué.



#605 en Novela romántica
#152 en Otros
#90 en Humor

En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 26.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.