La pobreza del millonario [rom Com - Concurso]

CAPÍTULO 26: El Vacío Después

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene contenido sobre deterioro de salud mental, consumo de alcohol y pensamientos de evasión. Por favor lee con cuidado.

La alarma de Arturo sonó a las 6:00 AM del martes, exactamente como había programado. La hora de la confesión había llegado.

Pero cuando extendió la mano para apagarla, sus dedos se congelaron sobre el botón. El sonido estridente continuó, perforando el silencio del apartamento, y él simplemente se quedó mirando el techo.

Cinco minutos más tarde, el teléfono dejó de sonar. El silencio que siguió fue de alguna forma peor.

Arturo se sentó lentamente en la cama, cada músculo protestando como si hubiera corrido un maratón en lugar de pasar la noche dando vueltas en sueño inquieto. Miró su teléfono. Mensaje de Adelina, enviado hacía tres minutos:

"Buenos días. Te veo a las 7. Café listo."

Sus dedos flotaron sobre el teclado. Podía responder confirmando. Podía levantarse, ducharse, vestirse, conducir a GRUPO GÓMEZ y finalmente, FINALMENTE, decirle la verdad.

En cambio, escribió:

"Algo surgió. Emergencia personal. ¿Podemos reprogramar?"

Presionó enviar antes de que pudiera cambiar de opinión.

La respuesta llegó casi instantáneamente:

"¿Estás bien? ¿Necesitas algo?"

"Estoy bien. Solo necesito un día. Lo siento."

"Arturo, me estás preocupando. Por favor llámame cuando puedas."

No respondió. Dejó caer el teléfono en la cama, se dejó caer de vuelta contra las almohadas.

Cobarde. Otra vez. Siempre.

Pero al menos era cobarde consciente ahora.

Ese fue el comienzo de lo que Arturo más tarde reconocería como su descenso completo.

No volvió a GRUPO GÓMEZ el martes. Ni el miércoles. Llamó enfermo—lo cual no era técnicamente mentira. Estaba enfermo, solo que no de la forma que recursos humanos entendería.

Enfermo de culpa. Enfermo de auto-odio. Enfermo de vivir mentira que ya no podía sostener pero tampoco tenía coraje de terminar.

El jueves regresó, pálido y desaliñado, con excusa vaga sobre virus estomacal. Adelina lo miró con preocupación obvia pero no presionó. Solo dijo, suavemente:

—Cuando estés listo para hablar, estoy aquí.

Lo cual de alguna forma lo hizo todo peor.

Las semanas que siguieron se difuminaron juntas en haze de funcionalidad decreciente.

Arturo todavía iba al trabajo. Todavía se sentaba en su oficina, miraba documentos, asistía a reuniones. Pero era como observarse a sí mismo desde afuera, puppet yendo a través de movimientos mientras la persona real se encogía más y más adentro.

El plan de venganza había sido, se dio cuenta ahora, más que solo sobre lastimar a las mujeres que lo habían "traicionado." Había sido propósito. Objetivo. Algo en lo que enfocar toda su energía y emoción durante año completo.

Y ahora que se había ido—archivos borrados, plan abandonado, perdón elegido sobre venganza—quedaba con vacío donde ese propósito había estado.

Excepto que el vacío no estaba realmente vacío. Estaba lleno de verdad que había estado evitando:

Vivía mentira fundamenta

l. Estaba enamorado de mujer que nunca podría tenerlo realmente porque toda su relación estaba construida sobre engaño. Había traicionado confianza de la única persona que genuinamente había creído en él.

Y cada día que pasaba sin confesión hacía la traición más profunda.

Primer signo obvio de colapso fue cuando olvidó completamente sobre presentación para inversionistas potenciales. Adelina lo había mencionado tres veces durante la semana—"Necesito que prepares análisis de proyecciones de mercado para presentación del viernes"—y cada vez él había asentido, tomado notas, prometido entregarla.

El viernes llegó. La reunión empezó. Adelina buscó el análisis.

No existía. Arturo ni siquiera lo había empezado.

Se sentó en la sala de conferencias mientras Adelina improvisaba profesionalmente, cubría su falla con gracia que solo destacaba más su incompetencia, y sintió algo parecido a... alivio.

Tal vez si fallaba lo suficiente, ella lo despediría. Tomaría la decisión de sus manos. Lo liberaría de tener que ser valiente.

El segundo signo fue el reporte para la junta directiva.

Arturo había estado preparándolo durante semanas—análisis exhaustivo de operaciones trimestrales, recomendaciones para siguiente año fiscal, proyecciones de crecimiento. Era exactamente el tipo de trabajo que siempre había hecho impecablemente.

Esta vez, lo entregó con errores. Obvios, flagrantes errores que un asistente junior no habría cometido. Números que no sumaban. Referencias a documentos equivocados. Conclusiones que contradecían datos presentados páginas antes.

Adelina lo llamó a su oficina el día después de presentar a la junta.

—Arturo, necesitamos hablar sobre este reporte. —Lo deslizó a través del escritorio, anotaciones en rojo por todas partes—. Esto no es trabajo de nivel que espero de ti. Ni siquiera es cercano.

—Lo sé. Lo siento. Lo reharé.

—No se trata de rehacerlo. Se trata de entender qué está pasando. —Su voz era gentil pero firme—. Hace dos meses, eras empleado más confiable que tenía. Ahora estás cometiendo errores de estudiante. Llegando tarde. Olvidando cosas. Claramente no durmiendo. ¿Qué está pasando?

Arturo podía decirle. En este momento. Solo abrir boca y dejar verdad salir.

En cambio, dijo:

—Problemas personales. Los estoy manejando.

—¿Estás seguro? Porque desde donde estoy sentada, no parece que los estés manejando. Parece que te están consumiendo. —Adelina se inclinó hacia adelante—. Arturo, ofrecí antes: tiempo libre, recursos de salud mental, carga de trabajo reducida. Esas ofertas todavía están sobre la mesa. Pero necesitas tomar una.

—Estoy bien.

—Claramente no lo estás. —No había enojo en su voz, solo preocupación que era peor—. ¿Es sobre la conversación que íbamos a tener? ¿La que reprogramaste hace tres semanas y nunca volvimos a agendar?



#605 en Novela romántica
#152 en Otros
#90 en Humor

En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 26.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.