Darlene no fue capaz de responder qué deseaba beber, solo pidió algo especial, algo que pudiera llenar su alma de energía, de esperanza, y que la invitara a abandonar cualquier otra tarea que no fuera la de encontrar el amor.
La historia que le había contado el barman había sido cautivante a tal punto que no se había cuestionado cuán verdadera podría ser. Ella solo deseaba saber de qué se trataba ese bar, esa invitación que había recibido, aquel trago que estaba por beber.
—No quisiera tener resaca en la mañana —mencionó haciendo sonreír al barman.
Hizo aquella mezcla de licores en el vaso metálico por unos cuantos segundos antes de vaciar su contenido en la copa que había puesto frente a ella. Había una pequeña pajilla saliendo de ella y una fresa en el borde. El líquido era rojo y transparente, expedía cierto aroma frutal que tentaba beber mucho de él. No obstante, cuando la joven intentó tomarlo, él la detuvo.
—Falta la mejor parte —advirtió.
De debajo de la mesada sacó un pequeño frasco que contenía un líquido rosa con brillo. Por un momento, la joven creyó ver cierta luminiscencia desde aquella pequeña botella. El barman la destapó con una sonrisa antes de dejar caer una sola gota de ella en la bebida y volver a guardarla.
Darlene observó maravillada como esa gota de aquel elixir particular conseguía que toda la bebida se tornara en un tono rosado suave, brilloso y espumante. El barman revolvió con un palillo de metal antes de aproximarle la copa con una sonrisa.
—La pócima de Cupido.
Con curiosidad regresó la mirada al hombre que se veía más que orgulloso de su trago.
—¿Qué era lo que había en ese frasco?
—Un elixir especial —contó limpiando la mesada—. Está hecho con las flechas doradas de Cupido y las de Anteros.
Darlene frunció el ceño y volvió a mirar el trago con recelo esa vez.
—¿Eso no lo hace tóxico de beber?
El rubio rio con travesura antes de negar con la cabeza y señalar un cartel en el fondo.
—Te aseguro que tenemos los permisos al día —comentó haciéndola sonreír—. El primer trago es una invitación de la casa, pero debo advertirte que solo puedes pedir este trago una vez.
—¿Por qué?
—Es una bebida limitada.
La joven sintió curiosidad antes de dar un sorbo de la copa. Un sabor suave, dulce, abrigó sus sentidos antes de sentir cómo la intensidad del alcohol ocupar su lugar levemente, persistía el gusto envolvente, delicado y sutil, que parecía como de fresas y chocolate, pero no estaba segura.
El barman la observaba a la espera de su veredicto y ella sonrió sin poder evitarlo, con un poco de vergüenza.
—Está delicioso —halagó y el hombre hizo una cortesía—. ¿Y cómo funciona? ¿Bebo un trago especial y se supone que encuentro el amor?
—Primero debes saber qué es lo que buscas —indicó apoyándose en la barra y ella pudo notar los músculos de sus brazos y también algunos tatuajes que se asomaban por las mangas arremangadas de la camisa—. ¿Buscas un amor temporal que te enseñe que aún puedes amar? ¿Un amor intenso que arrase con todo a tu alrededor? ¿Un amor calmo que cuide tu corazón con paciencia? ¿Un amor inmortal que se quede contigo incluso cuando haya acabado?
Darlene pensó en una respuesta a esa pregunta, pero le costó dar con una explicación rápidamente. No era tan fácil decidir algo así.
—No necesitas responder —explicó el barman con voz suave—. Solo piensa en lo que te gustaría y bebe el trago.
Ella asintió antes de dar otro sorbo al trago y sentir que la tristeza por la indecisión la abrumara de nuevo. Quería llenar su corazón de alegría, quería acariciar cada uno de sus sentidos con un amor sutil capaz de hacerla brillar como esa gota de elixir hacía brillar toda la bebida. Quería compañía, quería paz, quería algo real, algo que durara… así fuera solo en recuerdos.
Esa vez sonrió antes de quitarse el abrigo y dejarlo en el respaldo del taburete para beber lo que quedaba en su copa.
—Con calma, bonita —advirtió el barman antes de observar a las otras personas—. Hay un hombre que está viéndote desde que has entrado.
—¿Cómo es?
—Se ve como un buen partido, un poco serio tal vez —indicó con confidencia antes de regresar sus ojos verdosos a ella—. ¿Qué dices?
—¿Lo conoces?
—Aquí tenemos clientes de una sola noche —comentó travieso—. La pócima de Cupido es muy efectiva.
—¿Me veo bien? —preguntó en voz baja y él sonrió de lado.
—Deslumbrante, bonita. —Echó una mirada al resto antes de regresarla a ella—. Y llevas un perfume exquisito.
La joven sintió sus mejillas enrojecerse y rio por lo bajo antes de beber lo que quedaba de su trago. Se bajó del taburete, pero antes de aproximó a él para hablarle en confidencia y fue capaz de percibir que el hombre tenía un aroma muy similar al del trago que había bebido, pero sin ser necesariamente el mismo.
—Deséame suerte.
—Todo irá bien.
Darlene sonrió antes de voltear y acercarse a un hombre entrajado que estaba bebiendo un martini en uno de los sillones que se encontraban al descubierto. Él aún la miraba cuando ella se acercó, y sintió que se sonrojaba de nuevo.