La poderosa y divertida sangre de Missasar

Capítulo 16

Riley

 

¿Dónde estás Missasar? ¿Por qué me has dejado sola?

Aprovecho que la presencia de Rius no está por los alrededores y subo a mi habitación a toda la velocidad que a mis piernas le son posible. Mi cuerpo y mente exige compañía, así que llamo a Lila. Necesito hablar con alguien para no estar tan sola como me siento.

Un gran alivio me produce el solo oír la voz chillona de Lila cuando dice:

— ¿Aló, Riley?

Lila es de las personas que en el primer saludo grita con emoción y hasta puede ser ensordecedora, pero, ahora, su sutil tono de voz no esconde una preocupación inquietante; así que yo aclaro mi voz y trato de sonar lo más natural y tranquila posible. Lo primero que hace es preguntar alborotadamente por mi "primo", no es que salte de la emoción, más bien me trasmite una esperada intriga. Coloca en altavoz la llamada y escucho a Laurien adorando la cara bonita de ese vampiro, parece que él le produjo un gran impacto.

— Se alocó —dice Lila ofuscada—. Se olvidó de su noviecito por tu primo archi-mega-sexy —regaña.

— ¡Pellízcala! —Ordeno en un grito— ¡¿Cómo puede gustarle alguien así?! —espeto. Bueno, ellas no lo conocen, pero me fui de boca al dar a entender que no es bueno, y no lo notaron. Escucho un fuerte quejido y Lila responde:

— Misión cumplida —una pequeña risilla de satisfacción resuena, pero luego de unos segundos, ella continua —Riley estamos en mi casa ahora, luego de despedirnos de ti, sentimos que alguien nos seguía... así que traje a Laurien a mi casa ya que está más cerca que la suya, por prevención.

— Yo no sentí nada —comenta Laurien despreocupadamente— Lila está paranoica desde que hablamos con Sebestian esta tarde.

¿Paranoia? Después de lo que sucedió con Anavett comprendo la cautela con la que actúa Lila. No queremos volver a pasar por eso, la muerte de una amiga es algo que nos marca de por vida. Sin embargo, no se me quita de la cabeza que han sido acechadas por el odioso de Rius, pero no puedo insinuarles eso.

— ¡¿Qué?! —Exclamo asombrada con la intención de cambiar de tema— ¿En serio? ¿Y de qué hablaron con Sebastián? —cuestiono con mucha curiosidad, aunque sé de qué puede tratarse.

— Se disculpó... —responde Lila e inmediatamente agrega— Aunque yo no creo que sea sincero.

Me hizo caso, no lo puedo creer... Pensé que les iba exigir o amenazar para que no le odien, pero no que tomaría literalmente mis palabras y venciera su orgullo para disculparse. Sebastián está floreciendo.

— Sí lo fue, Lila, no seas tan dura —reprocha Laurien.

— ¡Bueno, bueno! Esa ha sido una gran actitud de su parte —afirmo emocionada—, no es justo que le tengan tanta tirria aunque sea un idiota. Ya nada podemos hacer por Anavett y él está demostrando su cambio —argumento—. Es tiempo de llevar la fiesta en paz y liberar del rencor a nuestros corazones.

Escucho un bufido sarcástico de Lila y luego pregunta— ¿Riley, lo consideras tu amigo? —Me quedo en silencio por un segundo y con convicción respondo afirmativamente— Entonces debes tener mucho cuidado... —responde como si me advirtiera de una catástrofe.

Lila cuelga la llamada e intuyo que se ha molestado. Esto no ha terminado bien, pero de cierta forma, ya no me siento tan sola.

Las horas siguen pasado y yo sigo confinada en mi habitación. Cuando el atardecer ya está por esfumarse en el manto negro de la noche aparecen por mi balcón Lanark y Missasar tomados del brazo como una pareja de fantasmas. El vestido blanco elegante y llamativo, con bordes rosas y larga caída hace ver a Lanark como toda una princesa. No puedo evitar sentir recelo y más cuando me mira tan despectivamente, como minimizándome y diciendo, con su arrogante sonrisa, que puede aplastarme como a una hormiga.

— He tomado muchas fotos con Lanark, Riley. ¿Quieres ver? —dice alegremente Missasar mientras me alcanza el celular que le había regalado. Pero yo lo rechazo cortésmente diciendo que las veré más tarde— Hemos recorrido juntos los alrededores y las montañas. El tiempo se nos ha ido volando —. La serenidad y el brillo de emoción en sus ojos me enternecen. Missasar está como un pequeño niño que quiere mostrarle el mundo, que hace poco está conociendo, a sus amigos.

— Pero cada minuto es tan divertido a tu lado —afirma Lanark con una dulce sonrisa que no va para nada con su personalidad—, así que no lo hemos desperdiciado.

— ¿Cómo la has pasado, Riley? — Missasar se atreve, inocentemente, a preguntarme. Aprieto mi mandíbula, pero escondo todo lo que siento en una falsa sonrisa— Bien... Como siempre.

— ¡Vamos Idris! —Lanark jala del brazo a Missasar y lo lleva a cuestas como si quisiera salir despavorida de mi habitación— ¡Estoy sedienta!

Como me dijo mi padre: Missasar no le niega nada.

Con Missasar en la casa me atrevo a salir de mi habitación. Los dos hermanos Castell, están frente a la televisión, Missasar está explicándoles cómo se juega Crash carrera. Lanark parece tener dificultad con los controles, pero Rius está como un pez bajo el agua. No deja de insistirle a su hermana que desaparezca para que él pueda competir contra Missasar.




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