La poderosa y divertida sangre de Missasar

Capítulo 27

Rius

Piensa en la acción más impulsiva que has realizado en tu vida.

A un humano le tomaría un par de segundos o, tal vez, le meditaría mucho más tiempo porque ¡son tan indecisos!, pero en mi caso, yo ya tendría una respuesta en la punta de la lengua: Ayudar a otra persona que no sea yo mismo.

En mis ciento veintidós años de —lo que se podría decir— vida, no he sentido nada parecido, tal vez solo haya sido un brote de solidaridad por el constante contacto humano. Ni siquiera yo estoy seguro. De cierta forma estoy avergonzado porque perdí el control en la pelea con Badami y el neosere de Idris me vio en mi forma original. Sin mencionar que el objeto de mi observación resultó herida. Ha decir verdad, ojalá no haya muerto, sino todo habría sido en vano...

—¿No dirás nada? —Le reprocho al neosere—. Tienes una expresión asesina que la siento a mis espaldas. Pregunta si tienes alguna duda, y deja de poner ese apabullado semblante.

—¡Debiste haberlo matado! —Reniega— ¡Y no debiste entregarle a esa chica! ¿Acaso no sientes ninguna empatía por los demás?

¿Empatía por los humanos?

—No, no la siento —respondo honestamente, pero provoca más amargura en el neosere, no es que me importe tampoco.

—¿A dónde llevaron a la humana? —Le pregunto mientras me detengo para buscar su aroma, ya lo tengo registrado en mi memoria.

—A la casa —me responde a regañadientes—. Bien.

Me desaparezco de su vista y corro velozmente hasta llegar a la intersección, donde comienzo a caminar entre la multitud. Estas calles están muy transitadas y no quiero levantar sospechas.

Si no me equivoco tiene contusiones en el cuello, en el vientre y el rostro, sin mencionar sus escoriaciones. Llego a su casa en unos cinco minutos, y entro flamantemente por la ventana de su habitación. Encuentro allí al mestizo sentado en el mueble al frente de la cama en donde se encuentra Riley, la humana, junto a Abel.

Ella está dormida y muy bien sedada. Sus mejillas estás raspadas y su respiración es un poco irregular. ¿Por qué siendo tan débil se atrevió a interponerse en el camino de un hombre lobo?

—Es una tonta —comento—. Eso le pasa por meter las narices en donde no le incumbe.

Abel frunce el ceño, pero no me refuta.

—Pero si no lo hubiera hecho, tal vez, yo ya estaría muerto —alega el mestizo.

Nadie le pidió que hablase, lo ignoro y procedo con mi observación a la humana.

—Con el golpe que recibió posiblemente ha tenido una hemorragia interna —diagnostico.

—Sí, pero gracias al cielo no la tuvo. Lo que sí tiene son golpes y grandes moretones. Además de que no puede hablar muy bien, por habérsele dañado la garganta.

Observo el rostro contraído de dolor de la humana y nuevamente, recuerdo lo imprudente que fue, aunque también hubo temeraridad y valentía en su accionar, no lo niego.

—Igual es una tonta —susurro sin querer.

—Bien —dice Abel— Dejémosla descansar.

Para evitar contratiempos y explicaciones innecesarias, sigo a Abel y al mestizo hasta afuera de la habitación. Me asombra la regeneración de esa pequeña bestia; se supone que es mitad humano y mitad hombre lobo, sus habilidades deberían ser deficientes.

Me aparto de ellos en la sala, donde el neosere de Idris les comienza a contar todo lo que había oído y observado en mi pelea con Badami, seguro les advertirá del peligro inminente en el que se encuentra su amigo. Badami reportará su existencia en la primera posibilidad que tenga.

Todos me miran recelosos, entonces finjo salir por la puerta, pero de un salto subo al balcón de la niña humana.

Mi trabajo aún sigue siendo mantener un ojo sobre ella.

 

(...)

Riley

—¡Si quieres recibir una paliza gratis, entrométete en una pelea entre hombres lobo y así de paso no irás al colegio! —Escucho chiflar a Lila.

Mis ojos se abren con dificultad, es como si hubiera una tela de lagañas sobre ellos. En un primer, momento todas las cosas parecen estar fuera de foco, pero pasado ese malestar visual, siento arder todo mi cuerpo, parece que me han molido a golpes.

—¡Por fin despiertas, tonta! —Gime Lila— ¡No debiste hacer eso! —Me reclama con tristeza— Yo debí estar en tu lugar... —afirma con impotencia— Eliot me protegió y yo debía retribuirlo.

<<Lila, cállate, por favor>>, le quiero decir porque provocará que llore al verla llorar a ella. <<No te sientas culpable Lila>>, pienso en mi mente, ya que se me hace difícil hablar por el dolor en mi garganta.

—Y recién esta mañana me han avisado! —Espeta— ¡Hasta fui al colegio bien feliz! ¡Qué terrible! ¡Lo siento, Riley! Lo siento mucho...

No te preocupes. Lo que hice, estoy segura que también lo hubieras hecho tú. Ahora regresa al colegio porque recién son las ocho de la mañana.

—¡Oh, amiga! —Vuelve a lamentarse mientras acaricia mi rostro—. Tiene muchos rasguños en tu carita, pero sigues estando muy bella...




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