Rius
El cuerpo de Riley cae hacia atrás tal cual una delicada pluma. Su caída es amortiguada por Missasar quien, con diligente cuidado, la traslada en brazos hasta el centro de su cobertor y, en seguida, acomoda la frágil cabeza sobre la almohada. Cuando esa niña despierte no tendrá ningún dolor de espalda por el cual quejarse.
Contemplo con los brazos cruzados toda la escena aguantando mi genio, que está al límite de explotar, ello en razón a lo que me ha contado Abel. El dichoso plan de Idris me ha indignado y le ha dado una estocada directa a mi orgullo.
Idris observa por última vez la postura de Riley y una vez que se ha convencido de que el cuerpo esté plácidamente cómodo, vuelve a mí y desdobla las mangas de su gabardina. <<Al fin está dispuesto a atenderme el gran señor>>, pienso con ironía mientras relajo mis hombros.
—Ya puedes salir, Lanark —dice Idris soltando un pequeño suspiro cansado.
También he notado la presencia de esa entrometida, que escondida detrás de la puerta escuchaba toda la conversación entre Idris y la humana.
Se materializa Lanark de entre las cortinas, trae los cabellos cenizos sueltos y perfectamente lisos, todo en ella irradia modesta feminidad y dulzura; sin embargo todo ello se esfuma cuando abre su condenada boca. En su mismo sitio se mantiene expectante, con su mirada aguda y poco amigable.
La tensión se concentra y nadie se decide a dar el primer movimiento.
En todos nuestros encuentros, las peores riñas se han llevado a cabo exactamente en estas situaciones: cuando alguien estaba propenso a extinguirse.
Hemos vivido por mucho tiempo, y a pesar de la distancia, los desacuerdos y nuestras constantes peleas el tiempo siempre nos ha unido. Si las circunstancias eran adversas para Lanark o para mí, el estúpido de Idris nos asistía sin nosotros pedirle nada, y sin agradecerle tampoco. No puedo decir lo mismo en mi caso puesto que él jamás se vio envuelto en un problema que no pueda ser solucionado por él mismo. Es que es bastante fuerte este bastardo.
De cualquier forma, nosotros —seres superiores—, dignos sucesores de líderes y poseedores de una milenaria sangre estamos condenados a blandirnos por nuestro gran orgullo. Nada debe hacérnoslo perder y nadie debe vivir si lo mancha, ni siquiera otro de nuestro mismo estatus, eso además es una ofensa directa por más vínculos que tengamos entre nosotros. No se consigue la grandeza teniendo el honor por los suelos lodosos.
Por eso mismo mi hermana ha sufrido la peor decepción al enterarse del plan de Kasama al tomarla como un sacrificio en pos de proteger a su nieto. No solo se indignó, sino que tiene que vivir con la impotencia de saber que no le puede hacer frente a Kasama. Y todavía ella, que en tan alta estima tenía a ese zorro viejo y desquiciado.
—¿Por qué estaban espiándome? —pregunta Idris impasible.
Lanark se acerca hasta llegar a mi lado y con su semblante desfigurado por la cólera enrojece sus iris y masculla una serie de palabras que en nuestro dilecto significan <<Si esperas que enfrié la olla, el arroz se congelará>>. El cual sigue de la siguiente forma y es omitido por Lanark: "al igual que tu furia". Aunque nosotros cambiamos "la olla" por "el cuerpo" y "el arroz" por "la sangre".
Idris nos reprocha con su mirada y no esperaba menos pues lo que le ha declarado a Riley es un tema que le puede costar la cabeza.
—No te preocupes por las palabras que pronunciaste, ni yo ni Lanark las repetiremos. Eso ni siquiera nos interesa. Nosotros hemos venido por otro asunto.
—Y el mío dista del tuyo, hermano —agrega Lanark sorprendiéndome porque pensé que ella venido a reclamarle a Idris por entrometerse en su "problema".
—Yo no tengo ningún asunto con ustedes —afirma—. He tomado mi decisión y nada me hará retroceder.
—¡Pues qué decisión tan "espléndida" has tomado! —Refiero con sarcasmo. Idris torna sus ojos de color carmesí y eso solo significa que me reta a contradecirlo— ¡Imbécil! —espeto y voy directamente hacia él, lo tomo de la solapa de su gabardina y lo obligo a levantarse hasta que nuestra ojos se sincronizan a la misma altura—. Quien te viera tan lacónico y desidioso jamás pensaría en las cosas que le has contado a la humana. ¿Después de tantos años por fin te ha llegado la adolescencia, eh, Idris? ¿Qué te ha pasado? Dudo que seas el mismo.
—Suéltame —murmura y con sus manos me aleja de él sin apartar sus ojos de los míos. —Las personas cambian. ¿Qué otra explicación buscabas? —espeta.
—No me vengas con cuentos —exasperado hasta este nivel, grito con más ímpetu— ¡Habla de una vez! ¡Qué hay más allá de tus palabras! Eres de los que siempre oculta algo. Protegerás a Lanark, asumirás la muerte de Boissever, y la de su maldito vástago, ¿aún en contra de tu abuelo? ¿A cambio de nada?
—Exactamente —afirma soltándose de mi agarre— ¿Por qué no puedes creerlo, Rius? ¿Piensas que no seré capaz de eso? Lo soy, y de muchas cosas más.
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Editado: 25.03.2019