Riley
Me levanté a las cinco de la mañana, me encontraba sola en mi cuarto y con un silencio aterrador por toda la casa. Lo primero que se me vino a la mente fue pensar en que ha ocurrido algo malo, y en efecto, corrí escaleras abajo para cerciorarme si Missasar aún se encontraba allí y por algún destello de milagrosa suerte hubo de desistir de su tonta idea de irse de nuevo; sin embargo, ese destello de suerte, en realidad, fue de fuerza bruta, una que había descuadrado la puerta de salida.
Ser hábil observadora no me ha venido en el paquete de mis cualidades, pero alguien ha estampado la silueta de una cabeza sobre la puerta resultando así un agujero que se alzaba a más de metro y medio en la blanca puerta de caoba.
Esto es cosa de vampiros, pensé entre mí, y fui directo a la cocina para beber una refrescante tasa de agua.
Me senté sobre la alacena y observé un punto fijo sobre el estante donde se esconden los cereales. No tenía nada más que hacer, además poco faltaba para dar inicio a mi tiempo de acicalamiento e ir al colegio.
Tomé una ducha necesaria y no pensé en nada en especial, desayuné cereales y preparé mis útiles.
Cuando el reloj de la sala toca las siete menos cuarto, ya me encuentro frente a la puerta lista para partir. Hay bruma en el vecindario y una pequeña llovizna incómoda. A unos cuantos pasos de mi casa mis ojos captan la silueta intempestiva de seis personas altas y de contextura esbelta, no estaban allí hace unos segundos, aparecieron como por arte de magia. Permanezco inmóvil, esperando porque conozco sus identidades.
—Usa una bufanda y otro casaca, Riley —ordena mi padre cuando ya está frente a mí. Apurado, pasa de largo sin siquiera darme el tiempo de abrazarlo. Lo mismo ocurre con los otros quienes solo me miran con cansancio.
—¿Puedo preguntar, qué pasó? —-digo con voz flaqueante.
Nadie parece querer responder; sin embargo, Seb dice:
—Una pelea de hombres... —y al instante se corrige—, de vampiros.
—Y de mitad lobos —agrega Eliot.
Sus prendas muestran signos de lo que han afirmado porque están sucias y rasgadas, probablemente tuvieron heridas, pero éstas ya se habrían regenerado.
—Me voy —musito casi en silencio.
Coincido totalmente con la mañana. Es como si ella también cambiara de estado de ánimo. Ayer estuvo, al parecer, alegre, y hoy muy melancólica.
Me encuentro en la avenida y el semáforo me detiene. Espero con impaciencia y pronto la gente comienza a reunirse para cruzar. Se asoma el tintineo rojo y los autos disminuyen su velocidad. Como marchando, todos los transeúntes dan el primer paso y se impulsan para cruzar por las rayas blanquecinas, excepto yo. De un tirón de mi mochila, me retienen y ese efecto me hace trastabillar. Mi primera reacción es asustarme, pero al girar rápido y con temor, observo el pálido rostro de Rius.
—¡¿Por qué hiciste eso?! —Reclamo molesta.
—¡Tonta! —Recrimina molesto— Mira frente a ti ¿Qué ves?
Presiono más mi entrecejo y volteo a mirar en dónde su dedo índice apunta.
—Popo de perro —mascullo.
—La hubieras dejado —aparece Lanark detrás de él. Ambos hermanos están con finas y lindas prendas ahora.
—No sería la primera vez que ella va al aula oliendo a popo de perro —se burla Seb.
El semáforo vuelve a verde y todos nos colocamos en una fila esperando. Los cuatro vampiros, Eliot y yo.
**
Aparentemente un invisible terciopelo de buena voluntad y camaradería se ha apoderado de este pequeño "círculo de amistad". ¿Es que las cosas están volviendo a la normalidad como al principio? ¿Qué pasó con la importancia de mi origen o del sacrificio de Missasar? Esto que tanto alboroto causó ayer, ahora ni siquiera se insinúa. Pondría a todo el mundo incómodo si abro mi boca para destruir este mar de paz en el colegio.
—¿Riley, te sientes bien? —Me pregunta Lila mientras almorzamos en la cafetería.
—En realidad... —me sincero—. Parece que me hubieran anestesiado, mira —le indico retorciendo toda mi cara—, no siento nada y no parece que pase nada. Todo está tan tranquilo y "normal", que me parece raro. ¿Es que ya me volví una persona rara que no encaja con lo normal?
—¡De qué estás hablando! —Bufa Lila tirándome un manotazo en la espalda que duele un poquito—. Yo veo todo bien. Y no hay nada de normal o anormal, las cosas solo siguen su curso. Fíjate en esos vampiros de allí —señala a Missasar, Rius y Lanark por la ventana, ellos están de espaldas a nosotras mirando, me imagino, el horizonte o hablando del olor de la sangre—, son seres chupasangre, pero cuando están con nosotras parecen unos adolescentes idiotas, y mira a ese vampirín copiando la tarea de ese lobezno. ¿Acaso hay algo extraño en ello? Creo que entiendo lo que sientes, pero harías mejor en no pensar mucho en esos detalles y mejor disfruta de lo loco de este mundo. Allí viene Laurien, vamos...
Tomo a pecho lo dicho por mi amiga y siento en mí misma el cambio de perspectiva. Le estaba dando muchas vueltas a las cosas y me estaba prestando mucha importancia.
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Editado: 25.03.2019