La poderosa y divertida sangre de Missasar

Capítulo 35

Riley

Yo estuve gritando todo el tiempo. Yo quería ayudar. No quería que esto pasara.

Pero mis gritos no podían ayudar a Rius ni a Lanark. Yo, una simple humana, no puedo hacer nada.

Seb y Eliot, aún aterrorizados por la idea de morir, lucharon. Lucharon contra Kasama para protegerme y protegerse a ellos mismo. Sabían que no podían ganarle, pero lo intentaron con todas sus fuerzas.

El maldito viejo, los humilló, les rompió las piernas y los brazos, hasta perforó el estómago de Seb con sus garras. Lo hizo todo con una sonrisa en sus labios. Yo... reprimí mis gritos por el miedo, sucumbí ante la cobardía que me hizo correr para protegerme, aunque fue a petición de ellos. Por lo menos a mitad de camino resurgió en mí la determinación que estuve cultivando: ¡Debo ser fuerte!

Me lo repetí incontables veces en mi cabeza y eso me impulsó a regresar. Cuando lo hice, los cuerpos de Rius y Seb estaban sobre mi césped, que ahora estaba decorado por manchas rojas vertiginosas.

Kasama está sentado en las escaleras, parecía esperarme. Al verme asegura:

—Ellos se levantarán. No te preocupes.

—Eres un malnacido —espeto y mis lágrimas brotan con rabia.

—Esas palabras no deberían ser dichas por niñas buenas... Pensaba romperte una pierna, pero te daré un castigo peor.

—¿Qué castigo puede ser peor que este? —Le grito— Lo que le hiciste a mis amigos no tiene perdón. ¡Eres malo!

Kasama me sujeto de la cintura y me lleva con él. Veo como, aún con el cuerpo molido, Seb quiere levantarse para ayudarme. Cuando observo sus ojos siento que me dicen: "Sé fuerte, Riley".

Aunque forcejeo con todas mi fuerzas no puedo liberarme de Kasama. Él me transporta hacia un lugar desolado al que nunca he ido, sentí que todo me dio vuelta, ¿esto es teletrasportación? Una vez que mis pies tocan el suelo, él me arroja como a cualquier cosa sobre el suelo, al levantarme y sentir a mi cabeza en su lugar, me percato que todo a nuestro alrededor está alumbrado escasamente por la luna. Mi rostro queda totalmente cubierto por tierra, la siento hasta en mi boca.

Cuando dejo de sentirme mareada, me doy cuenta de lo que ocurre.

Rius está peleando desesperadamente tanto que hasta puedo sentir su ira y frustración. Lanark en el suelo, está herida y esposada con una espada atravesando sus frágiles brazos.

Grito con todas mis fuerzas, pero no pueden escucharme. Corro con la mayor velocidad de mis piernas, pero hay como un muro invisible que me impide continuar.

—¿Qué es esto? —Inquiero a Kasama.

—Tu castigo —me responde.

Arrodillada en el suelo observo todo lo que pasa. La transformación de Rius, sus movimientos, sus heridas, su esfuerzo... Y yo aquí sin siquiera poder animarlo, sin decirle que aunque no sea de ayuda, yo estoy aquí deseando que triunfe.

—¿Por qué me hace ver esto? —Pregunto a Kasama—. No le veo el sentido.

—Oh, créeme para mí sí lo tiene. Solo sé paciente.

—¿Paciencia? ¡Paciencia! ¿Para qué? Para esperar ver morir a alguien.

—Exacto.

Decido no hablarle más, es inútil. Pero tampoco puedo dejar de ver la pelea. Estoy frente a un Rius diferente, que si bien está peleando con la intención de asesinar a alguien, lo hace para proteger a su hermana.

—Esto, niña humana, es la gran diferencia entre nosotros. ¿Dime qué puedes hacer? Tu amistad con ellos en realidad no significa nada. No los pudiste ni los puedes proteger por más que lo desees. ¿Ves lo innecesaria que es tu vida para ellos en este momento? Aun así los ataste a esa vida "cotidiana", llena de ociosidades, cuando ellos tenían otras cosas por las cuales preocuparse.

No sé cómo contrarrestar eso, pero ellos sonreían, ellos se estaban divirtiendo, ellos estaban cambiando cuando estábamos juntos, parecían que eran...

—¿Felices? —Canturrea— No existe un vampiro feliz. Somos criaturas oscuras, ni vivos ni muertos. La monotonía es la que nos acompaña día a día, mientras luchamos por permanecer caminando sobre esta tierra.

Aprieto mis puños y lo ignoro, me preocupo más por ver a Rius. No sé lo que tiene en mente, pero está quieto esperando el ataque inminente de su adversario.

¡Muévete, Rius, muévete!

Lanark también grita desgarradoramente hasta que todo se llena de niebla y no puedo ver nada, escucho a Kasama reprimir un suspiro y agudizo mis pupilas para poder ver a través de todo el desastre polvoriento.

La bruma se disipa y ahora es posible para mí ver una escena terrible, Lanark tiene atravesada una espada en su garganta, su sangre fluye como la corriente de un río. Doy un grito de espanto y comienzo a golpear la pared transparente que nos separaba, mientras más la golpeo, mis puños se lastiman y mi piel comienza a levantarse.

—Es más conveniente —habla Kasama pausadamente y sin ningún sentimiento— que mantengas tu sangre dentro de tu cuerpo un poco más de tiempo...

—¿Por qué no interviene? —Le reclamo—¿Acaso no quería salvar a Lanark, no es por eso que me avisó de lo que iba a suceder?




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