La poderosa y divertida sangre de Missasar

Epílogo

 

"Missasar es muy feliz con solo tomar mi mano. Primero lo hacía a escondidas de mi padre y ahora dice que no puede contenerse. 

Estamos oficialmente juntos desde hace una semana, cuando él se vistió con su mejor frac y le confesó a mi padre que estaba conmigo y que me amaría para siempre. Invitó a todos a esa velada y hasta me regaló un ramo de rosas, pensé que  me pediría matrimonio, pero quiere ir paso a paso conmigo. Es extraño lo tierno que puede ser un vampiro a veces.

Por eso estamos empezando con las manos. Nuestra diferencia de edad le obliga a portarse más caballerosamente, aunque le sigo ganando en Crush Carrera y él se excusa en que siempre dejará ganar a su dama, aunque yo le ganaba mucho antes de serlo.

Como había perdido demasiado tiempo en el hospital por mi recuperación, todo el mes tuve que esforzarme para cumplir con los deberes que conllevan siete cursos. Mi novio me ayudó con la mayoría de mis materias. Missasar es diestro en historia, geometría, matemática y anatomía. Hasta ayudó a Seb con sus exámenes de recuperación y a veces Eliot venía a que Missasar le ayudara con algunas preguntas antiguas. También es de utilidad para Lila en su aprendizaje de las artes oscuras, y su madre viene una vez por semana a tomarse unas cuantas tazas de café con mi padre y con mi novio.

No lo tengo solo para mí.

Me da gusto verlo rodeado de gente. Ahora no hay esa soledad en sus ojos, ni en los de Rius o los de Lanark. Hay felicidad, tranquilidad. 

Hemos logrado ser una familia, una tanto extraña, pero comprensiva.

Por otro lado, debo cuidarme de las chicas que miran a Missasar cuando vamos al centro comercial. Aunque me alivia saber que él solo tienes sus bellos ojos celestes para mí.

Me gusta que me de mi espacio y que sea considerado, pero a la vez siento que se está reprimiendo. Creo que el piensa que puede hacerme daño y por eso está alerta y se asegura de que yo lo tenga todo, pero ¿y él?

Esta noche, lo enfrentaré.

Releo las palabras que transcribo en mi ordenador con lo cual me ayudo para ordenar mis atolondrados pensamientos, y una vez que me siento mentalmente lista, salgo de mi habitación y me dirijo a hurtadillas a la de Missasar.

Son las once de la noche y mi padre ya está en su alcoba, o debería estarlo.

No toco la puerta y entro sin avisar. El cuarto está totalmente oscuro, así que busco el interruptor. Un mano se apoya en la mía y juntos encendemos la luz.

—¿Qué haces aquí tan de noche? —Me pregunta.

—Vine a verte —gruño.

—Pudiste esperar hasta mañana.

Missasar usa el pijama de panda que le regalé, se ve adorable.

—Tengo que decirte algo que no puede esperar.

—Hablemos en la sala entonces.

—¡Missasar, por favor! —Insisto.

Es siempre así. Me aleja como si yo pudiera morderle o fuera una pervertida que me abalanzaría a él y lo profanaría en su cama.

—Tú no lo eres, pero yo, tal vez, sí —dice dejándome helada.

—¿Puedes leer mi mente?

—No, no puedo. Pero, algunas reacciones en los rostros son tan evidentes que...

Ya dejo de escuchar a Missasar y me concentro en lo que ha afirmado. ¡Él quiere morderme o profanarme!

—Riley, no te asustes —me dice sonriendo—. Yo no te haría daño. Lo sabes.

—Missasar, no debes reprimirte —le digo con seriedad—. Soy tu novia y tú eres mi novio. Sé que tienes casi 223 años y yo 16, pero tú eres tan puro y tan bueno, que no es justo que te cohíbas.

—Riley, los vampiros por naturaleza tienen más libido que los humanos. ¿Me entiendes?

Mi saliva pasa con dificultad. Los ojos de Missasar se tornan carmesí y sus labios rojos lucen aún más provocativos. Todo en él luce atrayente.

¿Qué podrías desear de esta chica flacucha y sin curvas como yo?

—Jamás he visto el cuerpo desnudo de una chica —me confiesa—. Esperaré paciente que el tuyo sea el primero —Missasar me arrincona contra la pared, me da un beso en la frente y sus ojos vuelven a su calidez azulceleste. Con su mano toma mi hombro derecho y me guía hacia su puerta—. Así que ya sabes señorita, no vengas a mi cuarto sino quieres que ese día se adelante.

Él me despide y me deja pasmada por lo que acaba de decir y hacer.

Toco mi frente, el frío de su beso aún lo siento como una marca.

—Missasar —le susurro detrás de la puerta, cuidando de que mi padre me descubra—. Tendremos que dar un paso previo para eso. Es mi boda o nada.

—Lo sé —escucho detrás de la puerta—. Deseo verte caminar de blanco y escuchar tu dulce voz diciendo que sí me amas.... Además es lo que Sara, tu madre,  hubiese querido.

Sonreí, y sé que Missasar también lo hizo.




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