Como me gustaría tener más pechos para poder llenar el estraple del vestido.
En buena hora han inventado los brasieres con mucho relleno. Es de mucha ayuda a las no bendecidas como yo.
No crean que me he cambiado en mi habitación en donde Idris está presente. Ahora mi vestidor es el baño, allí siento que tengo más privacidad.
Ya fuera de él, me miro frente al espejo. El vestido rojo fue una buena elección, lo que no me gusta es que deja libre mi clavícula y eso no se ve tan atractivo que digamos...
— Ese vestido es bonito —halaga Idris a mi... vestido. Entrecierro los ojos y sutilmente espero a que mencione algo sobre mí, pero no lo hace.
— Gracias —finalmente digo un poco desilusionada—. Mis padres lo escogieron. ¿Nos vamos?
Subimos a mi auto. Idris parece que no ha subido a uno hasta ahora porque está más rígido de lo normal. Le coloco el cinturón y partimos.
Mis amigas ya me iban a esperar en la fiesta. Sería en el colegio así que está cerca.
Estaciono el auto cuando llegamos al parqueadero, no hace mucho frío hoy, pero hay una ligera brisa que mueve gentilmente las hojas de los árboles, que dispersos, adordan el colegio.
Desde afuera se puede escuchar la música, pensé que iban a poner selecta música romántica por ser 14 de Febrero, pero veo que a la mayoría le interesa más bailar estrepitosamente con su pareja.
Lila, Laurien y Anavett me dan el encuentro en la puerta. Missasar me sigue como una sombra y está callado como siempre.
Las chicas no se muestran contentas al verme con él. Es como si su presencia les fuera a opacar la fiesta.
— Hola. ¿Algún problema? —pregunto.
— No nos dijiste que vendrías con otra amiga —dice Laurien.
Frunzo el ceño. ¿Amiga? ¿Cuál? Volteo a mi costado a ver a mi amigo y él está allí, intacto. No me dice nada y dudo en preguntarle. Pero luego me susurra <<Están viendo a una mujer>>. Frunzo aún más el ceño por su elección, pensé que sería un chico un poco menos despampanante, pero no una chica.
— Soy Anavett —interviene mi amiga. Ella tan dulce como siempre da el primer paso— ¿Cómo te llamas?
— Missa- —él se detiene de golpe. Sonrío ante tan inocente torpeza por parte suya.
— Missa Clark —interrumpo, él casi suelta su verdadero nombre y lo peor es que su voz sigue igual, pero mis amigas no parecen notar que es una voz de hombre. Seguro su poder también influye en ella— Es mi prima —continuo con un tono de voz chillosa y apurada. Quiero que las mentiras vengan rápido a mi cabeza, pero soy lenta para ellas— De Alaska. No les hablé de ella porque vive muy lejos y es un poco callada. Y justamente hoy vino de visita... Sola, sus padres se quedaron en Alaska.
— Ah, sí —masculla Lila— Seguro... Un gusto Missa. Soy Liliana, pero me puedes decir Lila es más corto y solo me lo dicen las amigas. Si eres prima de Riley entonces nos llevaremos bien.
Laurien se presenta también y ahora parece que el panorama cambia por solo decir que es mi prima y que vive en otro lado, así que en algún momento tendrá que volver a su hogar. Eso creo que es lo que pensaron.
El coliseo está lleno de parejas, algunas bailan lentamente al ritmo de la música y otras disfrutan de su compañía en una esquina del salón.
En la luz puedo apreciar mejor el vestido tan apretado de Laurien, su segunda piel color negra resalta sus curvas y las define provocativamente. Lila tiene un vestido largo color verde, ella misma me dice que es de su hermana. Y Anavett está usando un vestido amarillo con bombos en la falda, se ve muy tierno.
Busco con la mirada a Ronny, es inevitable no hacerlo. Lo bueno de los chicos populares es que los puedes localizar rápidamente. Siempre observa el grupo más grande y donde están los más guapos, allí lo encontrarás, lo malo es que siempre están rodeado de mujeres que en en la mayoría de casos son más bonitas que tú.
— Sebastián no ha dejado la mano de Maggy —me susurra en al oído Lila—. Ya volvieron al parecer. Todo mundo lo está comentando.
Qué bueno. De esa manera el sin cerebro de Sebastián Michaels puede dejar de pensar en acostarse con Ana. Mientras más controlado este él mejor.
— ¿Riley, por qué observas mucho a ese chico de allá? —pregunta Idris. Mis amigas cuchichean con una mirada pícara ante su pregunta. Y yo me ruborizo, sé lo que están insinuando.
— Es que a ella le gusta él —chismea Laurien con un tono de voz pícaro.
Missasar mira hacia un costado, no creo que no sepa sobre gustar de alguien. No creo que no lo haya sentido.
— ¡No digas tonterías! —digo a la defensiva, pero mi rostro no oculta mis sentimientos.
— Oigan chicas —llama Laurien captando nuestra atención— ¿Se acuerdan del favor que le debemos a Eliot? —pregunta.
Lila y yo arqueamos una ceja y respondemos que sí pero sin mucha seguridad.
— ¿Qué hay con él? —replica Anavett.
— Ahora se quiere cobrar el favor.
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Editado: 25.03.2019