La poderosa y divertida sangre de Missasar

Capítulo 13

Un nuevo día comienza. Me levanto temprano y me alisto para ir al Colegio, mis días son siempre los mismos: desayunar junto a mi padre y mi amigo vampiro, ir al colegio y compartir agradables momentos con mis amigas mientras estudio, regresar a mi casa acompañada de otro vampiro y, por las noches, jugar con dos vampiros.

Vampiros...

El único lugar en donde me siento normal es en el Colegio. Aquí, junto a mis amigas pasamos el día conversando y pensando en cosas que suceden en el mundo, que está lejos de adivinar que existen, además de los humanos, otros seres que lo habitan.

Ha pasado una semana desde aquel incidente con Eliot y, por decirlo así, esto ha reforzado nuestra amistad y la amistad entre él y Sebastián. ¿Quién diría que esos dos se iban a volver buenos amigos? Hasta ahora la pandilla de Sebastián no lo cree.

Conforme transcurrían los días siguientes, Sebastián siguió yendo a mi casa. En el colegio seguíamos, a menudo, hablando por cualquier tontería lo cual hacía enojar a Laurien y Lila; además, ya no me quedaban excusas para justificar nuestras conversaciones en las que terminábamos riendo en complicidad.

No es falso decir que Lila y Laurien odian a Sebastián y tal vez lo hagan por toda su vida, pero para mí, a pesar de que él haya sido el responsable de una estúpida y horrenda broma hacia mi difunta amiga, realmente, ya no me importaba. No es que lo haya olvidado, siempre permanecerá en mis recuerdos, solo que todo este tiempo en que he mantenido una convivencia con él, nos hemos ido conociendo. He visto su desarrollo como vampiro y cómo se ha convertido en una mejor persona. Ya no molesta a los demás nerds, como él los llamaba, Brendan Green, su mayor presa y saco de boxeo, es libre ahora. Sebastián no se mete con él desde hace mucho, aunque el resto de su pandillita sí, excepto Ronny. Claro que sigue siendo tan presumido y arrogante como siempre, pero ahora es más abierto con los demás, sonríe, bromea y deja que le bromeen como antes no lo hacía o toleraba.

¿Quién pensaría que Sebastián Michaels ayudaría a un chica de primero a recoger sus libros, que por culpa de un empujón, cayeron al suelo en pleno corredor lleno de alumnos que pasan como una manada de búfalos? En su vida pasada lo mínimo que hubiera hecho es reírse de ella, pero ahora, es como si -después de vivir su karma- él ha cambiado para bien.

Aunque también sufre por ello. Beber sangre para vivir no debe ser nada agradable, ocultarse del sol cuando sus rayos son demasiados fuertes tampoco, creo que por eso, sintió una cierta pena, lástima o empatía por la situación de Eliot. Poco a poco estos chicos entablaron una especie de amistad, una que dejó boquiabiertos a todos. Se les veía, primero, en los entrenamientos de fútbol (Eliot no se había retirado de allí), luego, en la aulas de clase cuando se sentaban uno detrás de otro y en los recreos cuando ocupaban una mesa y parecía que sus conversaciones eran entretenidas y divertidas porque siempre una sonrisa estaba en sus labios. Por otro lado, verlos juntos es como una hermosa escena para deleitar a las chicas que seguro ya habían hecho de esos dos atractivos chicos los príncipes de sus fantasías.

Más impresionadas estuvieron mis amigas, se suponía que Eliot quería a Anavett ¿cómo es que se ha hecho amigo del chico que se burló de ella?

Pues a mí eso no me extraña porque si ellas supieran de lo que les ha pasado podrían comprender un poco el alivio que se siente cuando otra persona ha pasado por tus zapatos. El sentimiento de camaradería esfuma la soledad que te ha consumido y la compañía te impulsa a salir del hoyo oscuro y profundo en el que te estabas hundiendo. Eso es, pues, sentir que ya no estás solo, que tienes un amigo en quién confiar y quién te puede comprender, así, como realmente eres.

Esa es mi hipótesis de su repentina amistad.

— No me hables más en el colegio —le digo en un susurro a Sebastián. Él se sorprende y frunce el ceño. Debía decirle eso, mis amigas no lo aceptan y no quiero que se enojen conmigo y menos, que crean que las he traicionado.

— ¿Por qué? ¿Por tus amigas? —replica volteándose completamente hacia mí. Asiento solo con mi cabeza y muestro una mirada seria sin dar más explicación— Como quieras, entonces —canta haciendo un movimiento extraño con sus hombros.

La campana suena y mis amigas vienen hacia mí para que juntas nos dirigiéramos a la cafetería. Laurien ha estado muy animada estos meses, justo ayer su relación con el chico de tercero, Dan, ha iniciado satisfactoriamente. Así que ella suele irse a la mesa de su novio, dejándonos a Lila y a mí solas en la mesa. Lo entendemos, sabemos lo emocionante que sería tener un novio y estar a su lado de la mano como ella lo está. Se ve feliz y de rato en rato él le roba unos besos. Laurien se sonroja como un tomate y Lila y yo nos burlamos de su rostro.

— ¡Mírala! —Suspira Lila— Come delante de los pobres...

— Oye, tú hace tiempo tuviste la oportunidad de estar con chico —le hago recordar la vez en la que Louis Sampieri se le declaró en plena clase de educación física cuando estábamos en primaria.




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