Y entonces,
Cuando creas que ya no tienes salida,
Cuando tus pies tiemblen de tanto correr,
Cuando tus manos duelan de tanto pelear,
Cuando sepas que ya no puedes huír,
Cuando veas que ya no tienes esperanza,
Unos ojos plateados te devolverán la vida.
-¡Padre!, ¿puedes leerme esa leyenda de nuevo?, ¡por favor!- Exclamó una juvenil voz.
-Oh pequeño Sión, os la leo cada noche...- Respondió una nueva voz, de tono maduro y seco.
-¡Por favor!, mamá solía leérmelo todas las noches también.- Respondió aquella voz, bajo el nombre de Sión.
-Está bien.- Finalizó el otro, resignado mientras comenzaba a leer.
-Cuenta la leyenda que en medio de la turba, cuando se alce el rey de la oscuridad y vengan sobre nosotros los tiempos difíciles y de servidumbre, un viajero desconocido vendrá de otro mundo, mostrando poderes que nunca antes se han visto y guardando la pluma plateada. Se dice que el portador vendrá.- El hombre tomó una pausa.
Siendo observado por unos iluminados y juveniles ojos azules a la luz de una pequeña chimenea en el nevado frío de la noche. Ante aquella mirada, el duro rostro del hombre se suavizó, llevando su mano sobre la rubia cabeza de aquél infante de ojos azules, descolocando cada mechón de su pelo en un cariñoso frote de padre a hijo.
-Ya se hace tarde Sión, deberías dormir.- Prosiguió el hombre.
-¡Jamás!, primero quiero saber más sobre ese viajero.- Exclamó de nuevo el pequeño, negándose a obedecer a su padre.
-Cuando el viajero llegue a nuestro mundo, éste se habrá dividido en tres.
Los Anugata que están bajo el dominio del rey,
Los Vastased, que se le oponen y,
Los Gibiyaan, que fueron desterrados a las tierras del bosque Donker.
Pero así como la leyenda, la gente dice que ese viajero extraño venido de otro mundo portará consigo la pluma plateada que es la clave de su vida, si le es arrebatada, supondrá el fin de la leyenda del portador y para evitar eso, se levantará el caballero de la luz que se encargará de protegerlo en sus primeros tiempos.- El hombre calló al poco tiempo.
-¿Y cómo sabemos quién es ese viajero?- Sión volvió a preguntar.
-Así como conocemos a los Gibiyaan por su piel blanca y el pelo negro a causa de su vida en el bosque donde casi no llega la luz del sol, también distinguimos a los Anugata por su piel morena y curtida a causa de su trabajo forzado para el Rey en las fraguas, conoceremos también al portador por sus rasgos físicos, porque no se parecerá a ninguno de nosotros ni de nuestros compañeros de tierras lejanas, además la leyenda dice que el portador tendrá los ojos tan grises como la luna llena y no conozco a ningún poblado que pudiera tener los ojos de ese color.- Agregó el hombre.
-Ahora, padre, háblame del caballero de luz.- El emocionado niño nuevamente interrumpió.
-El caballero de luz será quién se encontrará con el portador en su llegada, él será uno de los mejores combatientes de espada y su misión como ya dije, será proteger al portador para que no caiga en malas manos y lo guiará en su camino por este mundo hasta que su destino sea cumplido.- Respondió él.
-Vaya... el caballero de luz sí que será muy valiente, quisiera ser como él.- Comentó el niño entre bostezos, para al final quedarse dormido.
Ante aquello, el hombre se había levantado de su asiento, cargando al pequeño chico entre sus gruesos y marcados brazos como si se tratase de algún material delicado y con sumo cuidado después de subir las rechinantes escaleras de pino gastado por la edad y las termitas, lo depositó en una cómoda cama de madera y cuero relleno.
E inmediatamente, el cuerno sonó denotando el inicio de la cacería, apurando al hombre a salir prontamente de su hogar.
Para los Vastased que vivían en las altas montañas de Pik, los días eran siempre nevados y fríos, no habían diferencias entre una estación y otra pues para ellos el panorama era siempre frío y reinante de blanco y era por esa misma razón que todos los Vastased presentaban albinismo siendo casos extremadamente raros la presencia de rubios o azabaches entre ellos.
Para subsistir, y debido a que cultivar la tierra nevada era imposible, los Vastased se ocupaban siempre de la cacería en las montañas, siendo su princial alimento las cabras montañeses y los bisontes cuyas pieles luego transportaban en carros hasta sus tierras desde dónde se confeccionaban abrigos para resistir el duro frío de cada día.
Los Vastased al igual que los Gibiyaan que habitaban en el bosque de Donker, eran un poblado aislado del reino de Illum y capaces por lo tanto, de sustentarse independientemente del dominio del Rey, sin rendirles tributo pero siempre siendo atacados por sus súbditos.
Sus casas eran elaboradas de madera de pino en forma de chozas, siendo el pino el único árbol que sobrevivía en las tierras pedregosas y frías de la montaña y al igual que el antiguo reino unido de Illum, su estandarte era una bandera azul con un símbolo de grifo en el centro.
Las altas montañas de Pik eran conocidas no simplemente por ser un lugar inhóspito para cualquiera que se atreviera a lanzarse al frío extremo sino que más bien eran famosas por sus más leales caballeros entrenados en aquellas duras condiciones y sus finos trabajos en las más grandes fraguas.
Los Vastased, aunque humildes, eran un pueblo guerrero hasta tal grado que al cumplir la mayoría de edad para un niño que serían los diecisiete años, lo inscribían en las escuelas de entrenamiento para caballeros que consistían en grandes chozas regidas por el Anciano, que se encargaba de enseñarles el manejo de la espada, el combate cuerpo a cuerpo, el uso del arco y hasta la confección de armas, armaduras y escudos en la propia fragua de la escuela.
Pero aunque parezca mentira, no todos los jóvenes mayores eran enviados en aquella escuela, pues en muchos casos el Anciano designaba a cada uno su trabajo con el solo analizar sus rasgos físicos. Aquellos que poseían buena complexión física de gran fuerza y altura eran entrenados como caballeros, sirviendo en la protección del poblado contra las bestias y en la guerra contra el Rey mientras que los más sencillos eran designados como médicos del pueblo, cazadores, constructores o herreros.
Editado: 01.07.2019