La Posibilidad de Amar (enlazados4)

Treinta y ocho

Ivana 
 


Llegue a Londres como a las 8 de la noche y a las 3 de la madrugada salía de una cirugía de emergencia, con un hambre voraz y mucho cansancio, me voy directo hacia mi apartamento y me encuentro con la sorpresa de que no tengo llaves y en ese momento no sabía dónde estaban, bueno si lo sabía, estaban en mis maletas y esas maletas están en Milán en estos momentos, tocaba hacer uso del plan B... la casa de mamá.

A esa hora tome un taxi rumbo a la casa de mis padres, los guardias de la entrada al verme me abrieron enseguida y les dije que no llamaran a nadie, en unas horas avisaran a las chicas que yo estaba en casa; así hicieron, tan pronto puse un pie dentro de la casa me fui directo a la cocina, rebusque en la nevera y encontré jamón, queso, mayonesa, mostaza y en la alacena encontré panes y me arme un sándwich raro, pero lo sentí delicioso, cuando termine me fui directo a mi habitación.

Desperté al medio día con una hambre más voraz que la de la noche anterior, pero necesitaba un baño caliente urgente, así que eso fue lo primero que hice, no tenía ropa para estar en casa, así que fui hasta la habitación de mi mamá y rebusque algo que me quedara; entrar en su guarda ropa es sencillamente genial, hay de todo, tome varias mudas de ropa y cuando iba a salir, de la parte de arriba de su guarda ropa caen unas llaves, las tomo y tienen una inscripción que dice "Love Mom" me la llevo al pecho y siento una emoción, me quedo mirando las llaves y no sé porque me generan esa sentimiento de pertenencia y amor.

Me quedo con las llaves y bajo a buscar algo de comer, las chicas que ayudan a mamá en la casa, ya saben que estoy ahí y ya me tienen un suculento almuerzo, literal lo devoro totalmente, me quedo conversando con ellas y me dicen que mi familia llega en la tarde – noche.

El resto de día lo pase en mi habitación, viendo mi teléfono, como mandada del cielo Brina me envía las últimas fotos de los chicos en la villa, están medio de una fogata, busco a Fran en las fotos y mientras los demás ríen él esta con la mirada fija en el fuego, en otra le está sonriendo a Fátima, en las demás están todos posando con el fuego frente a ellos, hubiera deseado estar ahí con ellos, pero las responsabilidades, apremian.

Me levanto de la cama y busco un libro en la biblioteca de papá y aprovechar un poco el sol que hay en Londres ese día y me senté en una tumbona en el patio trasero, las chicas me llevan unos sándwich de atún y refresco, me quedo ahí leyendo hasta la puesta del sol y empieza a hacer frio y escucho voces dentro de la casa.

Mi familia había llegado y no paraban de hablar de que había sido bastante relajante estar todos juntos, que habían planeado para fin de año irse de viaje todos, fuera de Londres y Milán, Rafael hablaba que ya era hora de tomar un rumbo mejor, algo como playa, brisa y mar, no era mala idea, pero sería una tortura para mí, porque esos planes estaban incluidos, todos y todos significa que le vería la cara a Franchesco.

No me molesta el plan, más bien me parece genial, pero dadas mis circunstancias con él, no lo veía placentero, de pronto siento que todos se quedan callados y salgo de mi burbuja personal y mi madre toma la vocería

- Ivana, estas elevada... ¿Cómo te fue en la cirugía? – me sonrió apenada –

- Ma, la verdad es que fue una cirugía de emergencia, complicada, delicada, de muchas horas, pero todo salió perfecto, hace algunas horas me llamaron para indicarme que el paciente está evolucionando exitosamente – me toma de la mano y me sonríe –

- Me alegra que todo haya salido tan bien, sabes conversando con Julia me estuvo comentando que Fátima aplico para la residencia aquí en Londres – me sorprendo –

- ¿Fátima Damiani? ¿para qué hospital aplicó?

- No lo sé, lo comento para que nosotros como familia, brindarle la hospitalidad debida y que este segura en esta ciudad tan diferente de donde viene – asiento -

- Claro, cuenta conmigo Ma – me levanto y me voy directo hacia la cocina y le ayudo a las chicas a traer la cena y a acomodar la cena –

La conversación siguió en medio de la cena, pero se fue inclinado en Rafael, que se había acercado y estaba en conversaciones con Juliana, Javier y yo nos reíamos de verlo ponerse rojo cada vez que papá le indicándole formas de enamorarla, en ese momento la conversación me intereso, yo esta en ese dilema, tratar de enamorar a Franchesco, pero a mi esas ideas no me iban a funcionar, porque los hombres van en otra vía, piensan distinto y miran la vida desde otro punto de vista, pero podía transformar esas ideas hacia a mí y eso llevaba tiempo.

Habían pasado algunas semanas y esas dichosas ideas no las puede transformar y tampoco las pude poner en práctica, ya que desde que fuimos a la villa es el mismo tiempo que no sé de la vida de Franchesco, en ese tiempo me enfoque en la investigación.

Cada día estuve tentada a llamar por teléfono y simplemente preguntar ¿Cómo están? ¿Cómo está el clima? Pero mi nueva inseguridad salía a flote y la idea de llamar quedaba relegada a lo último.

Tenía turno en urgencias de hospital y hoy entraban los residentes, esas ganas de empezar a ejercer su profesión es una sensación contagiosa y hoy el hospital se sentía lleno de vida, con tantos jóvenes revoloteando. Para mi sorpresa tenía a cargo un grupo de residentes, comprendido de 5 estudiantes de una universidad de acá de Londres, me iban a acompañar 3 días en la semana con la investigación en calidad de observadores y yo decidía si intervenía en los procesos.

Había residentes de diferentes partes de Europa, caminar por los pasillos es una locura muchos idiomas, acentos, pero en si es bueno por la retroalimentación que ellos le hacían al hospital al ser este universitario, amplían su perspectiva y les da carácter a la hora de enfrentarse al mundo real.

Empecé a notar que cada vez que pasaba del pasillo de urgencias a medicina interna, todos los chicos se quedaban en silencio y me observan con caras de expectación, no entendía que les pasaba. Al termino de mi turno en urgencias, debía subir hasta mi área, oncología, pero antes pase por la cafetería por un café y algo de comer; me limite a hacer la fila, siento que a mi alrededor se empiezan a escuchar murmullos, "es ella" "es linda" "ojala me toque trabajar con ella" hasta que llego a mis oídos un voz que por su acento italiano muy marcado ya conocía.




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