Franchesco
Milán, viernes 9: 35 de la noche,
Veo en los monitores del Aeropuerto internacional de Milano Linate, que el vuelo de la ciudad de Londres está retrasado por mal tiempo. Camino por todo el aeropuerto tratando de que el tiempo pasara más rápido.
2 horas después sigo en el aeropuerto, sentado en un rincón esperando a Ivana, es casi media noche y el sueño esta por vencerme, me levanto y camino hasta los monitores del aeropuerto, busco el vuelo donde viene Ivana y veo que ya aterrizo.
Antes de dar la vuelta, unos brazos delgados me arropan y suave aroma me envuelve, al voltear me encuentro con la mujer de vida, con cara de cansancio, pero con una sonrisa gigantesca.
- Dulcezza... - la atraigo hacia a mí y le doy un beso - ¿Qué tal el vuelo?
- Aburrido... como cosa rara, Londres está muy lluvioso – chasquea la lengua y se abraza a mí – llevo una semana sin saber de Valentina
- Está en exámenes en el colegio y está estudiando un poquito más – me voltea mirar y avanzamos a la salida –
- ¿Por eso no me ha llamado? Me abstuve de hacerlo... – me sonrió, porque sé para donde va -
- Puedes llamarla todas las veces que quieras, además ella no sabe que estarás en Milán este fin de semana... con nosotros – frunce el ceño –
- ¿Cómo se tomara nuestra relación? No quiero ocupar el espacio de su mamá... no quiero que sienta que estoy usurpando ese lugar - asiento y dejo de caminar y la observo –
- No creo que se tome mal nuestra relación, mi hija te quiere mucho... en cuanto al otro tema, Valeri no pudo hacer la función de mamá con Valentina, no la pudo conocer siquiera; mi hija no sabe que es tener una mamá, nunca lo ha vivido, tampoco puedo pedirte que hagas esa función si no te apetece...
- Me encantaría cumplir esa función... yo adoro esa niña – me sonrió y le doy un beso en la sien –
- Ella te adora más – estamos abrazados en el parqueadero del aeropuerto – necesitamos descansar... vamos
Salimos directo hacia la casa, al pasar por la casa de mi hermano, me voltea a mirar, como si me dijera, te observa de cerca y en parte Fabricio me observa cada cuánto. Llegamos en silencio a la casa, era extraño verla caminando por toda la estancia, en ese momento me visualice en unos años, casados, juntos en esta casa o quizás otra con una estancia algo parecida, pero juntos.
Al notar mi silencio se voltea y me señala con una sonrisa traviesa
- ¿Qué estás pensando? – suspiro y la jalo hacia a mí –
- Pensaba en nosotros, verte en mi espacio me hizo fantasear en unos años, casados, tal vez, en esta casa o en otra... no se – ahora es ella quien toma la iniciativa y me besa –
- ¿En unos años?... Dejemos que el tiempo nos guíe, ¿te parece? – asiento y le doy un casto beso –
- ¿Cenaste? – asiente –
- Sí, mi madre me hizo cenar antes de salir – nos carcajeamos –
- ¿Una copa de vino? – se sonríe y asiente – acompáñame a la cocina
- Esta parte de la casa ya la conocía, normalmente en esta área Valentina de conecta por video llamada – asiento y le paso una copa de vino –
- En esta área la niñera está pendiente de ella y aquí hace los deberes escolares – asiente –
- Señor Damiani que tenemos para este fin de semana – le doy un sorbo a mi copa de vino –
- Sorpresas... te debo una cena
- Claro, cuéntame que sorpresa son – niego –
- Déjate sorprender Ivana...
Después de la copa de vino, ya el cansancio de hizo evidente y subimos hasta la habitación, no sin antes para por la habitación de Valentina y de ahí a la nuestra, ya que a partir de hoy funciona así... como nuestra habitación aquí en Milán.
Tan pronto tocamos la cama, caímos en un sueño profundo
Dormir con la persona amada genera una sensación de satisfacción y hasta cierto punto paz, por tal razón, no quiero levantarme de la cama, estar abrazado a Ivana es sencillamente mi lugar favorito, finalmente despierto cuando siento que azotan la puerta de mi habitación, solamente una personita haría esa acción... Valentina.
Me levanto y me doy una ducha rápida, volteo hacia mi cama y ver a Ivana descansar es como un imán, me jala hacia ella, pero debo ver que le paso a Valentina. Reúno todas mis fuerzas y autocontrol y salgo de la habitación, bajo las escaleras y escucho voces provenientes de la cocina, me dirijo hacia allá. Valentina conversa con la niñera con evidente tono de enojo, me quedo de pie observándola
- Buenos días... - mi hija se cruza de brazos y no me mira, camino por la cocina en busca de una taza de café - ¿Qué está pasando Valentina?
- Nada... - me siento que al frente de ella y me tuerce los ojos -
- Vale... - la niñera le coloca un tazón con cereal y con grosería lo aparta - ¡Valentina Damiani, que sea la última vez que sales con grosería a la niñera o alguien de la casa! ¿Qué está pasando?
- ¡¿Por qué tienes una mujer en tu habitación?! – se cruza de brazos y refunfuña, de ahora en adelante le pondré seguro –
- ¿Porque entraste sin permiso? – imitó su posición y veo que trata de relajarse –
- Porque... - piensa demasiado la respuesta, de un momento a otro bufa - yo quería entrar
- De ahora en adelante tendrás que tocar antes de entrar a mi habitación Valentina... si quieres saber quién es la mujer, sube y conócela – niega efusivamente –
- ¡No quiero conocerla! – me levanto y le estiro la mano –
- Subamos juntos y la conoces – le insisto y me toma la mano –
- ¡No quiero conocerla! – sube las escaleras con molestia –
- ¿Segura? – asiente –
Llegamos hasta la puerta de mi habitación, trata de escabullirse y la insto para que entre, se rinde y accede, me quedo de pie a las afueras de la habitación, siento un vibración en mi bolsillo y saco el teléfono y tengo un mensaje de texto
- Hermanito...