La predicción de Madame Clarice

Capítulo 12.

Cuando llegamos a la guardería me quedé en el coche, porque en ese momento me llamó Sebas y me vi obligado a contestarle. Mi amigo y mi mano derecho nunca me molestaba por nimiedades. Agatha fue sola por Botoncito, pero antes de cruzar la puerta, se giró y me miró. Al parecer tenía miedo de que la engañaría y me escaparía, dejándola. Sonreí.

- ¿Has visitado a nuevo cliente? - preguntó Sebas.

- No. Ahora tengo preocupaciones completamente diferentes. Llámale y dile que yo me ocuparé de sus asuntos después de las vacaciones, todos los servicios gubernamentales estarán de vacaciones de todos modos, - respondí, pero después de pensar un poco le pregunté, - Tienes la oportunidad de averiguar en que caso estábamos trabajando en junio de hace tres años.

- Necesito buscar esto en los archivos. - respondió pensativamente.

- Deja todo y mira. Esto es muy urgente. - Pedí. - Tan pronto como lo encuentres, llámame inmediatamente.

- ¿Surgió algo?

- Sí, por eso necesito saber con quién trabajamos en la Costa Blanca.

- ¿En la Costa Blanca? Te lo digo sin buscaren los archivos, - se rio. - Nuestro cliente entonces era Mark Miller, un jugador de hockey. Es imposible olvidarlo. Tipo generalmente incontrolable. Fue acusado de violar a una joven modelo, que quería sacarle una buena cantidad de dinero. ¿Qué hizo de nuevo?

- No lo se. - Respondí, empezando a recordar a este loco, obsesionado con comportamientos impactantes. - Búscame los días exactos, cuando estuve allí.

Para ser honesto, esa era la primera y la última vez que acepté defender un tipo así, y todo porque acababa de dejar a mi jefe, con quien se lio Inés y abrí mi propio gabinete de abogados. En ese momento aceptaba cualquier trabajo, incluso aquellos que todos rechazaban. Por eso conocí a Mark, un tipo muy desagradable.

No es que no le creyera, sabía que era capaz de todo y mucho más, ya que no tenía cabeza para nada. Las fiestas nocturnas, drogas, alcohol, chicas, todo esto era su vida normal. Incluso me preguntaba cómo podía marcar goles, llevando un estilo de vida tan poco saludable. Pero la historia de la chica tampoco fue la más correcta. Ella prestaba ciertos servicios a los hombres, por no decir que era prostituta y necesitaba dinero. Como yo estaba muy dolido por la traición de Inés, que me dejó por el dinero y también necesitaba crear mi propio nombre, acepté defenderlo.

Pero lo más interesante sucedió después, cuando después de hablar con el fiscal volví al hotel y aquel extraño hombre de traje azul oscuro se me acercó en el pasillo, aunque afuera hacía treinta grados de calor.

- Me enteré de que mañana su cliente está planeando una fiesta en relación con la clausura del festival. - dijo con una mirada insolente.

- ¿A mí que me importa? No estaré allí, no me gustan las fiestas. - Respondí tratando de alejarme de él.

- Es exactamente por eso que le ofrezco mis servicios. Eres el abogado de Marc Miller, ¿no? - el hombre continuó persiguiéndome.

- Sí, soy su abogada, pero no voy a ser su niñera.

Intenté disuadir a Mark de participar en esta fiesta, pero él se negó, diciendo que, si lo apresan, no podría divertirse tanto durante mucho tiempo, por lo que no se perdería esta fiesta. Ya no esperaba que todo saliera bien y que él no hiciera algo a su estilo. Pero me prometió que cobraría algo, por mi trabajo.

- Todos sabemos cómo es Mark. ¿Quiere que no haga nada inapropiado antes del juicio? - sonrió el hombre.

- Sí, pero no entiendo cómo puede ayudarme. – me paré junto al hombre.

- Mi nombre es Cornelio. Organizar eventos con putas es mi trabajo. Tengo chicas para todos los gustos, que satisfacen todos los deseos y, lo más importante, soy educadas, discretas y listas. Pueden entretener al cliente, pueden asegurarse de que no beba demasiado ni diga demasiado, y si bebe y dice algo, se asegurarán de que no llegue nada al dominio público. Si su cliente quiere correr desnudo por los pasillos del hotel, se asegurarán de que cambie de opinión. Además, las chicas firman un acuerdo de confidencialidad.

- ¿Usted piensa, que le creeré? No existen tales putas. - dije.

- Le aseguro que son exactamente así, y tendrá la oportunidad de comprobarlo por sí mismo. Si fracasan y algo se filtra a la prensa, ni siquiera le aceptaré el dinero. - dijo y me entregó su tarjeta de presentación. - Pero si todo transcurrirá tranquilamente, entonces me pagará según la lista de precios y me recomendará a sus clientes, cuáles serán muchos después, si gane este caso.

- Está bien, - respondí, después de pensar un poco.

En cualquier caso, no tenía nada que perder. Si Mark hubiera aparecido en la prensa en otro escándalo, perdería el caso y me pagaría solo por el tiempo invertido en su estudio, y si el caso saldría bien, entonces me esperaba un premio gordo muy sabroso, no solo en metálico, sino en la reputación. Estuve de acuerdo y la fiesta transcurrió tranquilamente, a pesar de las payasadas de Mark. Recordé que una de las chicas de Cornelio entró en mi habitación y la pasamos bien. Ella, como él me prometió, era muy sexy, increíblemente ardiente y discreta, desapareció tan inesperadamente como apareció.

En ese momento Agatha regresó con Botoncito. Miré a la chica con atención y saqué de mi cabeza la posible coincidencia de Agatha y esa prostituta. ¡Eso no podría ser la misma persona! Esa puta me hizo cosas, que habrían hecho que Agatha muriera de vergüenza, y claramente no era virgen. "Lo más probable es que hubiera alguien más allí con el mismo tatuaje que yo. De hecho, los tatuajes están de moda ahora". - Pensé calmándome. Si estaba con la prostituta de Cornelio, entonces no podía estar con Agatha, y ese nudo en la línea de la mano sólo decía que estábamos juntos en esa fiesta. Pero tenía que ayudarle de todos modos, para que esta pesadilla se acabara.

Respiré profundamente un poco aliviado, las llevé al centro comercial más caro. Si tuviera que desempeñar el papel de un esposo y padre preocupado, entonces mis chicas tenían que lucir lo mejor posible.




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