Fernando.
Decir que me sorprendió mucho ver a mi madre cerca de la casa de Agatha, acompañada de una mujer y de Botoncito, es no decir nada.
- ¡Papá! - exclamó la niña y se apretó contra mis piernas.
Tenía muchas ganas de tomarla en mis brazos, pero las muletas me lo impedían.
- Ten cuidado, Lina, ves que le duele la pierna. - gritó la mujer que caminaba con mi madre.
- ¿Viniste? - preguntó la niña y me miró con sus enormes ojos, aunque no quitó sus manitas de mi pierna dolorida.
- Te lo prometí. - Le respondí y miré a mi madre, quien le susurró algo a la mujer.
- Nando, déjame presentarte a mi amiga del colegio, Alba. – dijo mamá. - Recuerdas, te hablé de ella.
- Encantado, Alba. Mamá me habló mucho de usted. - Dije la frase habitual en estos casos y me volví hacia mi madre. - Mamá, ¿dónde encontraste a Botoncito y dónde está su madre?
- Agatha, fue con su padre por dos días y dejó a Angelina a mi cargo, - explicó Alba.
Entonces me di cuenta de que esta era la misma Alba, sobre quien me contó mi madre hace unos seis meses. Resulta que ella acogió a una chica pobre, cuyo padre cruel la echó de casa, cuando estaba embarazada, porque no sabía quién era el padre de la niña. Entonces me pareció que la chica tenía la culpa toda, era necesario escoger mejor a las parejas sexuales, pero ahora... Incluso empecé a sudar, a pesar del frío.
- ¿Entonces se conocen? - intentó aclarar Sebas.
- Por supuesto, - se rio mamá. - Nos conocemos desde hace cincuenta años. ¿Verdad, Alba?
- Sí, pero recién ahora veo a tu hermoso hijo. - añadió Alba. - Quizás podamos subir a mi casa y tomar unas tazas de café.
- ¡Gran idea! - exclamaron mamá y Sebas al unísono.
Nos dirigimos a la entrada. Como el ascensor era pequeño, enviamos primero a las mujeres y a la niña y luego subimos nosotros.
- A decir verdad, ahora incluso yo he perdido el pensamiento lógico. - dijo Sebas. - Ya estoy dispuesto a creer en los milagros. ¿Cómo es posible, que tu madre resultó ser amiga de la niñera de la niña?
- Ella no es niñera. Mamá me dijo que Alba simplemente acogió a Agatha, cuando se encontraba sola en la ciudad. Pero por ahora todo sucede con alguna diferencia, que en esos días que se repitieron. Agatha fue con su padre y no se llevó a Botoncito con ella. Dejó a la niña aquí con Alba - Respondí.
- ¿O tal vez esta historia que te contó tu madre se ha quedado grabada en tu subconsciente? - preguntó Sebas.
- No lo sé, pero ni siquiera a mi subconsciente se le habría ocurrido tal cosa. - Suspiré. - Para ser honesto, no tengo idea de cómo comportarme. La niña me llama insistentemente papá, pero ¿y si es verdad? ¿Soy su padre?
- Existe una forma sencilla de descubrir la verdad. Hazte una prueba de ADN. - sugirió mi amigo.
- ¿Y si su madre no lo permite? - pregunté dubitativo.
- Pero ella aún no ha llegado, hazlo de incógnito.
- ¿Cómo es esto? ¿Dónde conseguiré su biomaterial y sus documentos?
- ¡Dios mío! ¡Eres como un niño! Hazlo a escondidas, tienes amigos en la clínica “Marshal”. Si lo pides, te lo harán sin ningún papeleo. - Respondió Sebas.
- ¡Pero no podré presentarlo ante el tribunal! - exclamé. - Porque fue recibido sin permiso de la madre.
- Sólo necesitas saber, si se trata de tu hija o no. Si el resultado será positivo, pensaremos qué hacer, y si no, no habrá preguntas ni problemas.
- Botoncito me considera su padre, ¿cómo puedo negarme? - dije saliendo del ascensor.
- Todavía es demasiado pequeña para entender esas cosas. Además, no estoy seguro de que a su madre le guste, pero quizá seas su amigo. Enviaras para las fiestas los regalos, las dulces y cosas así. - susurró Sebas, cuando entramos al apartamento.
Para ser honesto, el apartamento era completamente diferente a lo que había visto antes o imaginaba estar aquí. En realidad, todo fue mucho peor. A la vivienda claramente necesitaba una buena renovación, y en lugar de dos dormitorios solo había uno, por lo que había varias cajas apiladas en el pasillo, las que me impedía caminar con muletas, pero tenía que darle crédito a Alba, estaba todo muy limpio.
- A juzgar por el apartamento, no tienen dinero y eso me preocupa. Si dejamos los milagros aparte, todo podría ser una trampa. - Dijo Sebas en un susurro. - ¿Quizás esta amiga le pidió a tu madre información sobre ti y decidió usarla para acomodar a su pupilo con su hija?
- Mi madre se enteró del incidente en el hotel hace solo dos días, no se le podría haber ocurrido algún tipo de plan tan rápido. Por otra parte, Botoncito terminó en mi habitación antes de mamá. - Respondí dubitativo.
- ¡Exactamente! ¿Por qué terminó en tu habitación y no en la otra? ¿Qué estaba haciendo una niña en un hospital de todos modos?
Mientras las mujeres estaban ocupadas en la cocina, Botoncito me tomó de la manga y me llevó a la habitación. La seguí, balanceándome entre las cajas, al igual que Sebas. Recordando que fue en el armario donde encontré un vestido rojo, lo primero que hice fue abrirlo, pero no había ningún vestido, o mejor dicho, no había nada de eso, varios suéteres, jeans y ropa de la niña. Botoncito me miró y preguntó:
- ¿Mis juguetes?
- Sí. - Respondí dándome cuenta de que mi extraño comportamiento provocó un malentendido en la niña y muy probablemente pensó que estaba buscando sus juguetes.
Sacó otra caja de debajo de la mesa y empezó a mostrarme su riqueza. En ese momento Sebas estaba mirando los títulos de los libros en el estante. Cogió un libro y lo hojeó. De repente, una fotografía cayó directamente a la caja con los juguetes de Botoncito. Lo tomé y miré. Representaba a la misma “prostituta” tocando un piano de teclado en compañía de dos tipos con guitarras.
- ¿Quién es? - Le pregunté a la niña.
- Mamá.
Mi visión se oscureció. Con dificultad podría explicar mi conocimiento de los nombres de Agatha y Botoncito, la coincidencia de su dirección residencial, las relaciones amistosas entre mi madre y Alba, pero esta foto simplemente me derribó el suelo bajo mis pies. Ya no era posible no creer en un milagro y buscar alguna lógica en lo sucedido.