Fernando.
En ese momento recibí un mensaje de Cornelio con otros cachos de imágenes de aquella fiesta en el hotel. Este vídeo era, tan corto como el de Agatha, así que apagué el sonido y comencé a verlo. Era mucho más interesante que hojear una revista con novedades lácteos.
Imagínense mi sorpresa, cuando vi desde los primeros fotogramas cómo Sam se acercaba al chico que estaba sentado en una mesa alta. Le estrechó la mano, volvió a su sitio y por unos segundos tapó con su espalda el vaso de Agatha, que en ese momento estaba en el baño con una amiga. Naturalmente, podría ser cualquier cosa, pero teniendo en cuenta que eran de la misma banda y estrechar la mano para saludar a alguien con quien estas en mismo sitio bastante tiempo, era una estupidez, a menos, si no querían traspasar algo desapercibido. Pausé el video y lo agrandé. El tipo sostenía algo entre sus dedos y se lo pasó a Sam.
Siguiendo la lógica y lo que le pasó a Agatha después, decidí que fue en ese momento, cuando Sam le agregó una droga en su jugo. Además, Stella, que estaba sentada a otra punta de la barra, observaba constantemente a Sam y nerviosamente rompía una servilleta de papel. Lo más probable es que de su lado ella vio cómo Sam hizo este truco. Cuando las chicas regresaron del baño, Sam le entregó a Agatha su vaso de jugo y ella lo bebió casi de un trago, bajo las miradas inquisitivas de Sam y Stella.
Luego vi el repetitivo video de Agatha bailando y otros eventos desarrollándose de fondo. Stella se acercó al tipo que le dio la droga a Sam y le dijo algo al oído. Ese intentó abrazarla, pero ella se liberó y corrió hacia la zona VIP. "¡Así fue! Por eso Stella dijo que Sam me entregó a Agatha con sus propias manos", - pensé con irritación.
El siguiente extracto del vídeo fue del área VIP. Un musico, cuyo nombre no me recordaba, aunque era bastante famoso, atrajo muy artísticamente la atención de quienes aún no estaban ocupados con otras cosas, tomó la guitarra, tocó algo y se la entregó a Sam. Lo repitió, pero era difícil de entender porque todos empezaron a reír. El músico le dio una palmada amistosa en el hombro a Sam, le quitó la guitarra y le indicó al guardia de seguridad que los escoltara a él y a Stella fuera de la sala. Sam miró a todos enojado, sobre todo a Stella y rápidamente abandonó el área VIP, sin permitir que el guardia lo tocara, Stella corrió tras él.
El video terminó con Stella abrazando a Sam mientras estaban sentados en la barra. A primera vista, parecía como si quisiera consolarlo, pero era sólo un truco. Ella seguía pidiéndole vasos de tequila, porque quería emborracharlo. ¿Para qué? ¿Para qué no vaya a buscar a Agatha? Ahora todo quedó claro para mí.
Sam quería tener intimidad con Agatha, ya que estaba enamorado de ella, pero la chica no cedía a sus deseos por culpa de la educación estricta o por el temor a su padre. A lo mejor él pensaba en una relación serías, pero temía que Walter lo rechazara, porque le prometió a Fitz casarla con su hijo. Después de seducir a Agatha, Sam esperaba, como mínimo, disolver el compromiso y, como máximo, casarse él mismo con ella. Siempre y cuando Walter no lo mataría de inmediato al saber la noticia. Pero su plan no incluía a Stella, quien concertó una reunión con un músico de rock que lo distrajo, perdiendo a Agatha de su vista, quien por error terminó en mi habitación y no en la suya.
El papel y plan de Stellla aun no me estaba claro, pero de repente, la puerta de la oficina de Fitz se abrió de repente y Robert gritó:
- ¡Rosa, llama rápido a una ambulancia! ¡Walter se siente mal, se desmalló!
Guardé el teléfono en mi bolsillo, agarré mis muletas y galopé hacia la oficina. Walter yacía inconsciente en el suelo junto a la silla en la que estaba sentado. Mientras Fitz estaba gritando en la sala de espera, yo miré a Walter de cerca sin saber qué hacer: levantarlo y ponerlo en una silla o dejarlo tirado en el suelo. ¡No soy un doctor y no sabía que era correcto! La elección recayó en intentar elevarlo a la silla. Dejé las muletas a un lado y lo agarré por debajo de las axilas, apoyándome en la pierna sana. De repente Walter abrió los ojos y susurró:
- Sin pánico, estoy bien. Hice esto a propósito para asustar a ese idiota.
Sorprendido, lo solté y Walter se golpeó la cabeza con la pata de la silla.
- ¡Cuidado! No me mates de verdad. Avisa a Alba. – susurró él.
Por supuesto, supuse que Walter era un manipulador, pero no esperaba que hasta este punto. Quería decir que era indigno jugar con los nervios de los demás, pero mi “suegro” volvió a cerrar los ojos y se hizo pasar por muerto, porque María entró corriendo a la oficina con los ojos llenos de horror. No sabía de donde ella apareció por aquí, pero vi que estaba muy asustada.
- ¡Papá! ¡Papá! – gritó ella y corrió hacia su padre, empujándome bruscamente, que apenas pudiera mantenerme de pie, o más bien sobre una pierna.
- Marí, no sé cómo pasó esto, - intentó justificarse Fitz. - Sólo estábamos hablando.
- ¡¿De qué?! ¡¿Qué le dijiste?! - gritó, intentando de volver en si a su padre.
- Nada. - Respondió Fitz acercándose a la chica y colocando su mano en su hombro. - Volví a pedir tu mano.
Escuchando esas palabras, Incluso yo casi me desmayo. "¡Increíble! ¡Robert Fitz quiere casarse con María! ¿Por qué a Walter no le gusta esto? ¿Cuándo esos dos se acercaron tanto? Ayer me pareció que ella lo odiaba y estaba lista para demandarlo". - Pensé, pero no dije nada, mirando este escenario del teatro del absurdo.
- ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Te pedí! ¡Te dije que no quiero saber nada de tí! - gritó y apartó la mano de Robert de su hombro.
- ¡María!
- ¡Olvídate de mí! ¿Me entiendes?
Fitz, como un perro apaleado, salió de la oficina y volvió a gritarle a la pobre secretaria porque hacía tanto tiempo que no había llegado la ambulancia. Mientras tanto, Walter abrió los ojos y dijo con voz débil: