La predicción de Madame Clarice

Capitulo 46.

Agatha.

- ¿Por qué hizo esto? – pregunté a Alba.

- No lo sé, lo más probable es que los flujos gástricos subieran en su cerebro, si es que tiene alguno. - exclamó Alba indignada. - Pero definitivamente no tiene cáncer.

- ¿Entonces en qué parte de su historial médico apareció el diagnóstico que confirmó el Dr. Ruiz?

- Ese médico que lo examinó, resultó ser su amigo de la infancia. Entonces lo convenció para que escribiera algo que pudiera preocupar a todos. – respondió ella.

- ¡No entiendo! – exclamé, pero recordando mi conversación con Ruiz, todo me cuadró, aunque no entendí el motivo. - ¿Para qué?

- Según me explicó, después de aquel escándalo que te montó y tú te escapaste, pensó que rápidamente regresarías a casa con la cabeza gacha y rogando que te perdonara. Luego descubrió que el dinero desapareció y se dio cuenta de que no eras tan estúpida y no ibas a regresar. Por eso prohibió a todos comunicarse contigo. Le dolió perderte, se volvió loco, cuando no hubo noticias tuyas y…

- ¿Entonces el dinero realmente desapareció? - preguntó Fernando, interrumpiendo a Alba.

- Sí. Es otro enigma. Pero todo el mundo piensa que Agatha se los llevó para sobrevivir en la capital. Aunque no fue esa pérdida lo que molestó a Walter; él ama a Agatha, así como a todas sus hijas. Este amor le hizo hacer tales cosas estúpidas. Habiendo perdido a una hija, no quería repetir con las otras, por lo que aceptó el matrimonio de Stella y Sam, aunque este chico no le agradaba en absoluto y no le gustaba la idea de Stella de irse a vivir a la ciudad. Pero por alguna razón estuvo de acuerdo con todo. Para entonces, María había encontrado trabajo en la ciudad y un novio. Walter se dio cuenta de que en su vejez se quedaría completamente solo, así que inventó esa enfermedad.

- ¿Entonces hizo esto para traer a María a casa? - pregunté de nuevo.

- Creo que sí. Pero Lydia escuchó su conversación con María e insistió en que él recibiera el tratamiento. Walter, conociendo el carácter de su hermana, tuvo miedo de decirle la verdad y siguió mintiendo, inventando más cosas. Durante un tiempo la acompañó al hospital y aseguró la creencia en que tiene cáncer. Co eso ató a María a la casa y le transfirió toda la gestión del negocio. Pero esto le pareció poco, o el viejo idiota decidió que él también podía traerte de vuelta, así que te llamó, luego convenció a Lidia que quiere despedirse de ti.

- En realidad, no es un mal plan para un manipulador. - Fernando sonrió. – Bien pensado.

- La soledad en la vejez da mucho miedo, - suspiró Alba. - No lo juzgues con dureza. Lo hizo por amor a sus hijas.

- Nunca te dejaré, - exclamé y abracé a mi amiga, pensando que ella también por la soledad me aceptó y me ayudo.

- No, no es eso. - Alba se indignó. - Debes arreglar tu vida y encontrar un padre adecuado para Botoncito.

- No necesitamos a nadie más que a ti.

- No seas tonta. Eres una mujer joven y hermosa. Deberías disfrutar del amor y a Botoncito necesita un padre. - dijo ella separándose de mi abrazo.

- Ya que todo está claro, ¿tal vez podamos irnos a casa? - sugirió Fernando.

- Maravilloso. Vais a casa y yo me quedaré con Walter. Tengo que asegurarme de que este idiota no convierta su úlcera en un cáncer de verdad, - sonrió Alba. - Además, tengo que esperar a María y Stella para explicarles todo.

- María está en algún lugar por aquí. Fitz la llevó a alguna parte. - Dije y recordando las palabras de Fernando exclamé: - ¡¿No puedo creerlo?! ¡María y Robert Fitz juntos! ¡Increíble! Podría haber sido mi suegro.

Toda esta situación me pareció tan ridícula y divertida que me reí.

-Sácala de aquí, necesita que se calme, - le dijo Alba a Fernando. - Hablaremos durante la cena por la noche.

Ella tenía razón. De hecho, ahora no quería ver a mi padre en absoluto, porque estaba enojada con él lo que hizo y por preocuparme. No cabía en mi cabeza que se le ocurriera algo así.

Alba volvió al box junto a mi padre, Fernando y yo fuimos a buscar a su madre y a Botoncito. Las encontramos en el patio de recreo para los niños del hospital.

- Bueno, ¿cómo estáis aquí? – pregunté, cuando nos acercamos a ellos.

- Muy bien, - respondió la señora Davos, mirando a mi hija, que en ese momento estaba jugueteando con un osito de peluche.

Simplemente sacudí la cabeza, asombrada por el comportamiento de estas dos, que parecían estar en sintonía. Era sorprendente que antes mi hija no podía dejar que desconocidos se le acercaran durante mucho tiempo, pero aquí en poco tiempo logró acercarse tanto a Fernando como a su madre.

- ¿Cómo está Walter? - me preguntó ella.

- Mejor imposible. Alba nos contó todo. No tiene cáncer, hizo todo lo posible para que María regresara a casa y rompiera con Fitz. – respondió Fernando por mí.

- ¡¿Guau?! - exclamó Elisa. - Pero ¿qué tiene ese hombre de malo, que Walter hizo tal cosa?

- No, simplemente tenía miedo de estar solo. - Expliqué.

Elisa pensó un rato, mirando a Botoncito y dijo:

- Es estúpido. ¿Cuánto tiempo mentiría acerca de estar enfermo? ¿No sería mejor establecer una relación contigo y disfrutar la oportunidad de comunicarse con una nieta tan maravillosa?

Cogió a Botoncito en sus brazos y la besó en la coronilla.

- ¿Entonces tal vez podamos dar un paseo por la ciudad, como habíamos planeado antes? - sugirió ingenuamente.

- Lo siento Elisa, pero hoy no. - Respondí. - Todavía necesito contarle todo esto a mi tía.

- Sí, y yo realmente no quiero caminar sobre el hielo con muletas, - respondió Fernando apoyándome. - Será mejor que nos lleves a casa.

Su madre suspiró profundamente, pero no discutió y nos fuimos a casa. Todo el tiempo pensé en cómo decirle a Lydia que papá lo inventó todo. En ese momento de repente me di cuenta de que no era mucho mejor que él. También mentí que me casé, que Fernando era mi marido y padre de Botoncito, que todo estaba bien en mi vida. Después de pensarlo bien, decidí que no tenía derecho a condenarlo, pero también era difícil entender sus acciones. Después de todo, primero me privó de la oportunidad de ser feliz con un hombre que amé y ahora le arruinó todo a María. "Solo Stella tuvo suerte de casarse y no pelearse con nuestro padre. Aunque Sam..." - Pensé y recordé las palabras de Fernando acusando a Sam, quien me drogó en aquella fiesta.



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En el texto hay: humor, intriga misterio, amor romantica

Editado: 01.03.2024

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