🍊Nota de la autora 🍊
Hola, me puse a pensar y llegué a la conclusión de que la historia de Ocean y Noah no ha acabado y está más que lejos de acabar. Disfruta de la versión extendida que seguiré publicando. Los capítulos saldrán cada dos semanas o cuatro semanas (mensual) dependiendo de mi disponibilidad. ¡Espero les guste esta versión!
🎠
¿Les mencioné que vivieron felices para siempre? Bueno, la realidad es que el camino a “felices para siempre” no fue tan sencillo como se lee y se describe. Al contrario, fue complicado, doloroso y angustiante. Los cambios biológicos, psicológicos y sociales a los que se enfrentan los adolescentes son un gran obstáculo a cualquier relación juvenil. Por no hablar de que son las edades más influenciables, donde autodescubrirse y experimentar es esencial en cualquier desarrollo. Tampoco hablemos de las decisiones cruciales que se toman a corta edad. Pues toca definir el resto de su futuro en un momento.
En realidad, no es necesario adelantarnos. Aún quedan años de esta larga historia. Mientras tanto, existen otros cambios difíciles de afrontar. Como por ejemplo, la abrupta separación del grupo de amigos; es decir, pudo ser peor. Al menos, Noah y Rain están en el edificio de omegas; mientras Ocean y Pato están en el edificio de alfas.
“No estoy solo”, pensó Noah. “Todo estará bien.”
Tocó la puerta de la trabajadora social. Esperó unos momentos antes de que un débil “pase” le permitiera continuar. Abrió la puerta y se quedó parado sin saber exactamente cómo continuar.
—Buenos días, ¿Noah? —preguntó antes de alzar la vista de su documento. El moreno asintió, incómodo. Quería irse—. Soy la trabajadora social asignada a tu caso. Puedes llamarme Elena.
Noah volvió a asentir. Apuntó su nombre para más tarde, pese a que la placa metálica en su escritorio declaraba que su apellido era Castillo y que, muy seguramente, se sentiría más cómodo llamarla por su apellido.
—Ven, siéntate —extendió la mano para indicarle el asiento—. Necesito orientarte sobre unas cosas.
Noah mordió el interior de su mejilla, antes de tirar la silla y sentarse.
—¿De qué… va esto? —Decidió preguntar, al verse reducido en una mirada analítica.
—Primero, ¿trajo el certificado? —Noah parpadeó, confundido, pero luego entendió rápidamente a que se refería al informe que determinaba su designación.
Noah buscó en el bolsillo delantero de su mochila y sacó el sobre. Se lo entregó y la trabajadora social lo abrió para leerlo. Al confirmar la información, asintió para sí misma y guardó el sobre en el archivador. Volvió a acomodarse y liberó un pesado suspiro antes de continuar.
—Ser omega conlleva unos cambios que necesitamos monitorear —comienza—. En especial cuando son varones.
—Va…le —bajó la cabeza lentamente.
—Con esto quiero decir, que necesitamos un informe mensual de su ginecólogo y médico primario.
—¿Gi-Ginecólogo? —Tartamudea—, ¿para… qué?
—Por ley, cada alfa y omega debe recibir tratamiento de inhibidores de feromonas y anticonceptivos hasta que cumpla la mayoría de edad. Esto evita accidentes —acentúa la última palabra entre dientes, como si le molestara, pero hace todo lo posible para recomponerse—. Además, en varones, debe suprimirse el sistema reproductor masculino y sobreestimular el sistema reproductor femenino. En muchos casos, esto supone un agravamiento en el estado mental de chicos con deseos de una relación heterosexual. ¿Es usted heterosexual?
Noah abrió los ojos. No esperaba que lo sacaran del closet de esta manera. Acaba de descubrir su orientación sexual. O, bueno, más allá de descubrir una orientación sexual, realmente descubrió que le gusta su mejor amigo. Todavía no sabe con certeza si es homosexualidad, bisexual, pansexual o lo que sea.
—Oh, no estás seguro todavía… —Determinó la trabajadora social acompañado de un chasquido en desaprobación.
Agarró su libreta de apuntes, un bolígrafo y garabateó la información.
Noah tragó saliva, incómodo.
—Si es así, entonces tienes la tarea de agendar una cita con el psicólogo, a más tardar la próxima semana para analizar tu estado afectivo y emocional. ¿Está claro? —Añadió con autoridad.
Noah asintió, pese a que tenía muchas preguntas y un extraño nudo se alojaba en su garganta.
“¿Cómo iba a decirle a mamá que tenía que hacer todo eso? Ella trabaja todo el tiempo. No puede faltar al trabajo para acompañarme.” Traga saliva, incómodo.
—Quedamos que en dos semanas me traerás el informe de tu médico primario y tu primera cita con el psicólogo. A final de mes, me traerás el informe del ginecólogo. ¿Está claro? —Repitió, golpeando la librera contra la mesa.
Noah se sobresaltó, intimidado. Brincó como un resorte y asintió frenéticamente.
—Puede retirarse.
Noah abandonó aquella oficina apresuradamente, sintiendo como un gran peso se alojaba a sus hombros.
Caminó por los pasillos de su nuevo edificio sintiéndose mareado. La mezcla de olores era insoportable. Empalagoso. ¿Tendría que soportar esto durante todo el semestre hasta que se acabe el año…? Por favor, que alguien lo salve de esa tortura.
#2540 en Novela romántica
#534 en Fantasía
romance adolescente lgbt, omegaverse bl, omegaverse alfa omega
Editado: 21.10.2025