La presión espacial

(3) T1 - Barro

Teo estaba sentado en la mesa de su bar de confianza, sólo, como casi siempre, únicamente acompañado de su pequeña taza de café. En el bar apenas había tres personas más sentadas en otra mesa y el dueño, que tras la barra, miraba la televisión que tenía colgada en lo alto, en una esquina de la habitación.

En el aparato estaban emitiendo el informativo del mediodía. En él hablaban de lo ocurrido el día anterior en la reunión bisemanal de las Naciones Unidas, mientras ponían imágenes de la misma. Explicaban que había habido un supuesto ataque de uno de los planetas exteriores sobre su vecino. El Presidente de las Naciones Unidas, al que podía considerarse (y de hecho, se consideraba) Presidente del Mundo, aparecía ahora en primer plano, leyendo una declaración.

Teo escuchaba:

—... sería totalmente inconcebible y despreciable tal actitud, y como tal, la condenaríamos. Sin embargo, el planeta Suttar niega haber recibido ningún ataque ni trato no legal por parte de su vecino, y ante tal alegación, desde las Naciones Unidas no podemos actuar basándonos sólo en declaraciones y acusaciones de terceros. Es por ello que, dado que el hecho del que se advierte es grave y de ser cierto, supondría una violación de los derechos de todos los habitantes de Suttar y una amenaza para el resto de planetas, proponemos crear una comisión de investigación que esclarezca el asunto. Nuestros asesores trabajarán en conjunto con los del planeta Suttar, los del planeta Leao, es decir, los acusados, y los de todos aquellos planetas que quieran sumarse a la investigación. Se informará del resultado de la propuesta en la próxima reunión bisemana...

—¡Bah! No van a decir nada de lo nuestro. —dijo de repente el camarero, simplemente hablándole a las paredes, pues no esperaba que nadie le estuviera escuchando.

—Tranquilo, Jero —respondió Teo—, casi mejor que no se encarguen esos. Ya has visto, están atacando un planeta y ni un dedo van a mover.

El dueño del local, sorprendido por encontrar respuesta a su comentario, no pudo más que dar a conocer las ganas que tenía de hablar de aquel tema, de "lo nuestro", aunque sólo fuera para desahogarse.

—¿Por qué dices eso? Yo creía que esta vez sí que nos harían caso. El alcalde dijo que lo elevaría a las más altas instancias. No es un problema sólo de nuestro barrio. Afecta también a la Ciudad. Y necesitamos ayuda.

—Ya lo sé, Jero —contestó Teo de nuevo—. Ya sé que necesitamos ayuda. Y no poca. Pero esa gente no nos la va a dar. Y el alcalde tampoco. Lo sabes de sobra.

—¡Pues ya me dirás cómo lo hacemos! alguien tendrá que ayudarnos, digo yo. No podemos seguir así. Antes eran uno o dos cortes al año... ¡ahora son casi todas las semanas! El otro día tuve que tirar kilos de pescado porque se me habían descongelado. Y no se si comprar más... total, no vendo apenas y la mitad de lo que vendo me lo dejan a deber.

Teo hizo un gesto con la cabeza como asintiendo o negando, o ambas cosas a la vez, sin saber muy bien qué decir. Podría haber dicho miles de cosas. Por ejemplo, que ni el alcalde, ni el presidente de la nación, ni mucho menos la gente de más arriba, tenían la más mínima preocupación con lo que pasaba en aquel barrio ni les interesaba. O que daba igual que en las próximas elecciones cambiaran al alcalde, porque al siguiente alcalde la cosa le preocuparía más o menos lo mismo que a éste: nada.

Pero sólo movió la cabeza, se levantó de su mesa tras apurar el café, y se acercó a la barra.

—Toma, cóbrate, Jero, haz el favor —abrió su cartera y vio que no le quedaban subs. Así que pagó con lo único que tenía: un billete de un crédito.

—Yeepaaaaa, joder, Teo, ¿te ha tocado la lotería o qué? No sé si voy a tener cambio, que el café son noventa subs. Casi no sé ni lo que te tengo que dar.

—Me tienes que dar noventa y un céntimos de crédito. O lo que es lo mismo, novecientos diez subs. Como prefieras.

—Ya, ya... espera —abrió la caja registradora poniendo la huella dactilar de su dedo índice de la mano derecha sobre el panel que había para ello, y trasteó en su interior—. Toma, te doy una moneda de cincuenta céntimos, que por suerte me queda una... dos billetes de doscientos subs y...

—No es necesario que me des los otros diez.

—Si ya te digo yo que a tí te ha tocado algo...

—¡Que va! Lo que pasa es que ya me da igual. Todo es basura y diez subs no me van a sacar de pobre.

—¡Ah!, ¡qué tiempos en los que la gente dejaba propina! —exclamó el camarero, mientras le daba el cambio— Venga, Teo, no te deprimas. Al próximo corte de luz estaremos mejor preparados. ¡No podrán con nosotros! El hijo de Tom, el de la panadería, sabe algo de electricidad y me ha dicho su padre que está trabajando con los de la Cooperativa para intentar hacer algo. Poner baterías. O un generador solar.

—Ya... hacen buen trabajo —contestó Teo, sin estar nada convencido. Entonces acercó el cuerpo a la barra y metió la cabeza, esperando que su interlocutor hiciera lo propio, para hablarle en voz baja—. Escucha, Jero… si quieres un generador solar propio para ti, conozco a alguien que me puede conseguir uno muy barato. Dímelo, ¿vale?

—¿De dónde sale? —Preguntó Jero.

—¿Qué más da, Jero? Sale y punto. Si quieres uno, dímelo.

—No quiero acabar en la cárcel ni en el fondo del río, Teo.

—No es necesario que lo tengas expuesto a la vista de todo el mundo. Puedes guardarlo y usarlo sólo cuando lo necesites. Tiene una batería bastante guapa, lo puedes cargar y dejarlo preparado por si vuelven a cortar la luz. Además, ¿cuánto hace que no ves un policía por aquí?

—¿Por el bar? Años...

—Pues eso. No van a venir a registrarte.

—No quiero liarme en asuntos chungos, Teo —terminó confesando el dueño del bar.

—Tú verás. Ya te he dicho lo que hay. Yo no gano nada con ello. Si quieres uno me avisas y ya está —y siguió hablando en voz alta, al ver que uno de los otros clientes del bar se quedaba mirando extrañado por los cuchicheos— ¡Hasta luego, Jero! ¡Que vaya bien la tarde!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.