La presión espacial

(30) C10|A8 - La presión nim

Cleo descendió suavemente utilizando su “caminar flotante” por la escalinata extensible de la nave, una vez había aparcado la misma en el hangar interno de la nave TG1 de la flota de Leao. No habían pasado ni treinta segundos desde que había hecho volar en pedazos el asteroide y había recibido la llamada de vuelta desde la nave humana, invitándola a acceder a su nave y tener una reunión con ellos.

El hangar de la nave de Leao era sucio y oscuro, y no era un lugar que hubiera sido planeado para grandes recepciones oficiales, por lo que, aparte de Massiev y Chase, sólo un par de oficiales y tres o cuatro soldados esperaban en la plataforma inferior a que la emperatriz descendiera de la nave. La cara de Massiev era de suspicacia, la de Chase, sin embargo, denotaba que sus pensamientos con respecto a aquella visita no estaban tan definidos.

—Bienvenida a nuestra nave —dijo Chase, conforme los pies de la emperatriz tocaron por primera vez la plataforma de espera.

—Gracias —contestó ella, haciendo una tímida reverencia de saludo.

—Permítame decirle que su aspecto es impresionante, bajo estándares humanos. Espero que este comentario no sea irrespetuoso en su cultura… —continuó Chase, recibiendo una mirada fugaz, pero asesina, de Massiev en ese mismo instante.

—No lo es. Le agradezco el cumplido.

—Debe disculparnos, en nuestro caso, nos ha cogido por sorpresa y no hemos podido vestirnos ni preparar una recepción como es debido.

—No se preocupe. Si yo pudiera me quitaba este disfraz ahora mismo. Pero supongo que soy víctima de mis propias exigencias. Les agradeceré, sin embargo, si nos trasladamos a un lugar más cómodo.

El hangar, además de oscuro y sucio, era caluroso, pues estaba situado cerca de los motores de la nave y no estaba bien aislado al haberse considerad innecesario tal aislamiento. Al fin y al cabo, un hangar era un párking y uno no debería permanecer mucho tiempo allí.

Tras contestar afirmativamente a la emperatriz, Chase y Massiev la condujeron por los pasillos de la nave hacia la zona donde se encontraban los despachos de los mandos superiores de aquel ejército. El lugar donde estaba el despacho de Chase y el de Massiev, junto a otros.

Accedieron a una de las salas de reuniones donde los mandos solían dar formación a los soldados y se sentaron alrededor de una de las mesas genéricas que allí había. Mientras se iban colocando en sus sitios, la emperatriz hizo una observación.

—No quiero resultar irrespetuosa, pero son ustedes una gran cantidad de personas y como han visto, yo me he presentado sola en resta reunión. No tengo ningún inconveniente en hablar después con todas las personas que hagan falta, pero me gustaría, en primer lugar, mantener una reunión privada donde únicamente estuviera presente la máxima autoridad.

Los tres o cuatro soldados que estaban presentes habían tenido aquello ya claro desde el principio y ni siquiera habían hecho ademán de sentarse a la mesa. Pero los mandos ya andaban arrastrando la silla para sentarse, y el propio Massiev ya se había sentado, mientras Chase lo que hacía era sacar una de las sillas de debajo de la mesa para ofrecérsela a la emperatriz. Una mirada del propio Chase fue suficiente para que sus mandos entendieran que también deberían marcharse, pero allí quedaba Massiev, que ni había movido un músculo.

—Massiev, por favor, déjanos solos. Saldré a informar de los acuerdos a los que hayamos llegado cuando la reunión haya terminado.

—Saldremos los dos —añadió Cleo, mirando al rubio, que le sostuvo la mirada un momento.

Finalmente se levantó.

—Claro, disculpa mi torpeza —dijo, pese a que su cara no tenía cara de solicitud de disculpas, sino más bien de explicaciones—, esperaré afuera. Si necesitáis algo, no dudes en llamarnos.

—Gracias, Massiev —contestó Chase, viendo como su subordinado salía de la habitación sin muchas ganas.

Cleo y Chase habían quedado sentados, uno al lado del otro, en una amplia mesa circular que debía tener capacidad para al menos doce personas. Chase pensó que podían haber ido directamente a su despacho, donde podía haberle servido algo de beber a aquella mujer y quizá, en un terreno más cómodo para él, quizá habría podido negociar mejor. Era la primera vez que pisaba esa sala de reuniones y para él era tan extraña como para ella.

—¿Es segura esta sala? —preguntó la emperatriz, mientras tocaba algo en su pulsera.

—Con respecto a la Tierra, sí, al cien por cien. Lo que no puedo asegurarle es que mi segundo, al no haber recibido órdenes de hacer lo contrario, no nos esté escuchando a través de los micrófonos que haya en esta sala —contestó Chase, sincero.

—Está bien, eso es comprensible. No me importa, e incluso puede ser beneficioso que nuestra conversación sea grabada.

Chase no estaba cómodo. El aire acondicionado estaba demasiado frío y alguien había utilizado demasiados productos químicos para limpiar aquella mesa, que estaría impoluta, pero tenía un olor que le resultaba molesto. Además, alguna pequeña piedrecilla o tornillo se le había metido en el zapato y no paraba de notarlo debajo del pie.

Cualquier cosa le era lo suficientemente molesta para fijarse en ella y apartar su atención de aquello en lo que no quería pensar: su campaña podía venirse abajo en un abrir y cerrar de ojos. Y sin tan siquiera pelear con la Tierra. Nunca había pensado que su éxito estaba asegurado, pero pensaba que, si perdía, al menos lo haría de una forma espectacular. De una forma que le permitiera mantener algo de dignidad e imagen delante de los ciudadanos de su planeta, para que estos no quisieran también sacarlo a gorrazos de allí. Ahora no estaba nada seguro de poder conseguir ni siquiera una derrota digna. Aquella mujer era un agente externo totalmente inesperado.

Había destrozado un asteroide con el tamaño de dos Himalayas de un plumazo, delante de sus ojos, desde una nave del tamaño de una casita de campo y sin uso de energía visible por su parte. Y no solo lo había hecho estallar, prácticamente lo había vaporizado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.