La primera dama

CAP 9: No es tu hermana es su sombra

Lion salió del colegio y lo primero que hizo fue llamar a Ricardo. Quería respuestas, deseaba quitarse la piedra que colgaba de su corazón. Se sentía abrumado solo de pensar en su amigo y él peleando por el amor de una mujer. Al mismo tiempo, la posibilidad de que Ricardo hubiera visto el rostro de Sofía en Mariam lo hacía sentirse confundido. De ser así, su relación se complicaría aún más, ya que conocía las actitudes de Ricardo. Sabía cuánto le había afectado la muerte de su hermana y la enfermedad de su madre. Tal vez eso lo había hecho aferrarse a la posibilidad de que su hermana no hubiera muerto. 

La necesidad de querer proteger a un ser querido que ya no podía ser protegido solo lo llevaría a la locura o, tal vez, esa sería su cura. Pero si ese era el caso, ¿qué ocurriría? Conociendo lo sobreprotector que Ricardo era con Sofía, si tomaba a Mariam como su hermana, eso solo dificultaría el acercarse a ella y probablemente haría hasta lo imposible por separarlos. 

Ricardo se encontraba camino a la empresa cuando escuchó el timbre del teléfono. A los dos pitidos, contestó. 

—¿Qué pasa, Lion? ¿Algo interesante para contar? ... Dentro de una hora ... Está bien, te veo allá. 

Ricardo llegó a la cabaña cerca de la playa y se dirigió al bar. Se venían reuniendo ya hace un tiempo en este lugar, debido a la ubicación nadie se molestaría en encontrarlos. En el bar, encontró a Lion bebiendo una copa de vodka, con la vista fija en su copa y una mirada perdida que indicaba claramente que algo andaba mal. 

—¿Qué pasó? —preguntó Ricardo con tono burlón—. ¿Tan rápido te abandonó la princesita? 

—Puedo saber por qué la buscaste —dijo Lion, aún con la mirada en la copa. Estaba irritado por la forma en que se dirigía a Mariam, pero no era momento de mostrarse agresivo. Necesitaba averiguar el repentino interés de su amigo por Mariam, que hizo que un hombre frívolo hacia todas las mujeres mostrara afecto y se sintiera tan apegado a ella, a tal punto de tratarla como su hermana muerta. ¿Era acaso solo la apariencia? Si es así, había muchas otras chicas que también tenían una apariencia similar. 

Ricardo se acercó, tomó una copa y se sirvió un tequila. Se sentó a su lado, tomando de su copa de manera relajada. Lo miró sin pestañear y respondió. 

—Nada, solo curiosidad del porqué una chica tan inocente y linda se acercaría a una persona tan podrida como tú. 

Lion se levantó y lo tomó por el cuello de la camisa, mirándolo de manera fulminante antes de responder. Se sentía frustrado por la forma en que le respondió, pero eso solo hacía que sus sospechas aumentaran aún más. 

—Cuidado con lo que dices, no hay nadie aquí y me encantaría romperte la cara ahora mismo. 

—Jajá… ¿En verdad crees que no me defendería solo porque eres mi amigo? Te lo voy a decir solo una vez, aléjate de ella. 

—Nunca. ¿Quién eres tú para decirme que me aleje de ella? No soy yo quien le trae problemas con su presencia. 

—¿De qué hablas, idiota? —empujó el brazo de Lion que lo sujetaba del cuello y lo miró con desconcierto. 

—Jajaja… no sabes. Gracias a tu obsesión con querer encontrar un parecido de ella con Sofía, hiciste que todo el colegio la viera como una mujerzuela. 

—¿De qué carajos estás hablando ahora? Cuando vi a Sofía en ella, y si lo hiciese, ¿qué…? Solo busco protegerla. 

—No la proteges, solo le causas problemas con tu presencia. Ahora escúchame bien, ella no es tu hermana, es solo su sombra en tu memoria. Quieres visualizarla en otra persona para quitarte el remordimiento que tienes en tu interior. 

—¡¡¡¡¡Cállateee!!!!! 

Ricardo se abalanzó sobre él y ambos comenzaron a pelear. Siendo jóvenes maestros de grandes familias, ambos recibieron entrenamiento, aprendieron artes marciales y sus niveles eran iguales. Pero debido a la embriaguez de Lion, recibió más golpes ya que no podía responder bien a los golpes que le propinaba su oponente. 

Ricardo dejó de golpearlo al ver el grado de embriaguez que tenía. Se recostó a su costado, ya que ambos se encontraban tumbados peleando. Lion no tardó mucho en quedarse dormido y Ricardo lo ayudó a recostarse en el sofá. Por su estado de embriaguez, pudo determinar que había llegado a la cabaña temprano y llevaba buen tiempo bebiendo. No era de extrañar que reaccionara de esa forma. Pero lo más intrigante era por qué razón se rehusaba a alejarse de Mariam. Si sus sospechas eran ciertas, ¿cómo haría para separarlos? ¿Qué es lo que Mariam realmente piensa de esto? ¿Ella realmente lo quiere? 

Se acercó a la ventana. Afuera, las olas iban y venían, desprendiendo un sonido melancólico que, acompañado de la oscuridad, solo hacía que tuviera un sentimiento de pérdida. La agonía en su corazón lo oprimía, causándole un dolor inmenso. Si solo ese año hubiese podido proteger mejor a su hermana, si solo no hubiera dejado que fuera sola a comprar con su madre antes de irse de viaje... pero esos arrepentimientos eran innecesarios y ahora ella no estaba a su lado. 

Contemplando el mismo cielo en una noche desierta sin estrellas, Mariam se encontraba viendo desde su ventana el silencioso vecindario en el cual vivía. En algunas noches se levantaba desesperada y esta era una de esas noches. Ella podía ver en aquella horrenda pesadilla cómo una niña era raptada, alejada de su madre mientras lloraba. Era algo desgarrador de ver. Por alguna razón, esta pesadilla persistía desde hace unos meses, pero estos días eran más frecuentes. Cada vez que lo soñaba, no podía ver el rostro de las personas, solo observaba cómo una niña gritaba pidiendo ayuda antes de quedarse inconsciente. 

"¿Quién eres? ¿Por qué apareces cada noche para atormentarme? ¿Qué buscas de mí? ¿Y quién era esa mujer? ¿Por qué me duele el pecho cuando pienso en ella? "




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