La primera dama

CAP 13: No soy cenicienta

Mientras la noche caía y los sueños de las personas se profundizaban en una ciudad tranquila, el amanecer comenzaba a asomarse con los ligeros rayos del sol. La luz se filtraba por la ventana de Mariam, quien despertó al sonido del despertador, instándola a levantarse. Aunque todavía perezosa, Mariam se movió con determinación. Se acercó a su hermana y la despertó, pidiéndole ayuda con su cabello. Hoy en especial quería un peinado reluciente, ya que iría a recoger su vestido con su hermana y luego se prepararía para la fiesta de la noche. Tenía planeado recoger a Fernanda con Ricardo, quien había quedado en verla a las 5 de la tarde. Esto le daba tiempo suficiente para ver a su amiga y permitir que la madre de esta la ayudara con el maquillaje. 

Lucia estaba afanosamente tratando de atar los mechones rebeldes de Mariam. A pesar de ser solo las 7 de la mañana en un sábado, cuando Mariam acostumbraba levantarse a las 9 o 10, hoy la había levantado bastante temprano para que la ayudara con su transformación para la noche. 

—En serio, necesitamos hacer ejercicios, para eso creo que te hacía el peinado más tarde. Ahora todo mi esfuerzo y crema es desperdiciado —dijo Lucia, riendo. 

—No seas mala, la belleza que desprendo no es para nada un desperdicio —respondió Mariam, sonriendo. 

—Boba. 

—… 

—Entonces, ¿Ricardo te va a recoger a las 5 pm? 

—Dijo que sí. Voy a la casa de Fer para que me ayuden con el maquillaje y llegar temprano a la fiesta. 

—Mmmm… ¿Y no se te hace raro que Ricardo se preocupe tanto por ti? 

—No… creo que antes tuvo una hermana, pero no habla de eso jamás. Es un tanto sensible en ese tema. 

—No creo que a papá le agrade que te veas con él. 

—Ni yo creo que le agrade saber más sobre Carlos. 

—Tú, pequeñita, ¿me estás amenazando? 

Lucia empujó a Mariam a la cama y empezó a hacerle cosquillas. Así transcurrió su mañana. Después de recoger el vestido, Mariam comenzó con sus preparativos. Tomó una ducha y se realizó una manicura y pedicura sencilla. 

Cuando vio la hora, solo le quedaban 10 minutos para las 5 pm. Se despidió de sus padres y salió de casa con el vestido y los tacones en un bolso. 

En la tienda de siempre, a lo lejos, pudo vislumbrar un Maybach negro estacionado. Mariam sonrió y se acercó. Cuando estuvo frente al auto, tocó la ventana para que Ricardo abriera la puerta. Después de eso subió, se saludaron y sin más, Ricardo comenzó su recorrido sin preguntar a dónde iban. 

—Ricardo, este no es el camino —dijo Mariam, confundida. 

—¿A dónde deseas ir? —preguntó Ricardo. 

—A la casa de Fer. Quedamos en vernos allí antes de la fiesta para arreglarnos. 

Ricardo giró su rostro un momento, le sonrió y volvió su cabeza a la carretera. 

—Hoy no podrás, te estoy secuestrando. 

—¿Es así? ¿A dónde me llevas? 

—Te lo dije, es un secuestro, por ende, no necesitas saber. 

—Eres el secuestrador más amable que he visto —dijo Mariam, riendo. 

—¿Por qué lo dices? 

—Bueno, no estoy atada, ni tengo una capucha que me cubra la cabeza y puedo ver perfectamente el camino. 

—¿Deseas que te ponga esas cosas? 

—Sería un secuestro real, ¿no te parece que si haces algo debes hacerlo bien? —dijo Mariam, riendo aún más. 

—Parece que nuestra princesita está muy graciosa hoy. 

—Bueno, un poco… ahora me dirás a dónde vamos, debo avisarle a Fer. 

—No te preocupes, ya hablé con ella. 

“Maldita traidora, se confabuló contigo”, pensó Mariam, cruzándose de brazos y fingiendo estar molesta. Después de un breve silencio, Ricardo suspiró y le contó sus planes. 

—Mamá quiere verte, así que vamos de compras con ella para un vestido. Será un día de madre e hija. 

—Tu forma de hablar es rara, ella es tu mamá, no la mía. 

—Por supuesto, pero si puedes tratarme como tu hermano, ¿no es normal que compartamos la misma madre? 

Mariam se quedó sin palabras, realmente no sabía cómo responder a eso. 

—No le des tantas vueltas, solo van al spa y te elegirá un vestido para que te arregles. ¿No es eso bueno? 

—Sí, pero eso no incomodará a la señora, recién se está recuperando de la cirugía. 

—Está bien, a mamá le agrada pasar tiempo contigo. 

—Pero tengo un vestido. 

—¿Seguirás poniendo excusas? Solo iremos y ya. Mira, ya llegamos. 

Se encontraban frente al spa "New-Fashions" y en la entrada esperaba Eloísa con una enorme sonrisa. 

Bajaron del auto y se dirigieron a la entrada. Mariam se acercó a Eloísa y la saludó con un abrazo y un beso en la mejilla. No entendía por qué incluso un gesto tan simple como un saludo le transmitía una sensación de familiaridad y calidez. 

"Fue incluso así la primera vez, ¿por qué me siento tan cómoda en sus brazos? Es como si hubiera corrido lejos todo este tiempo, escondiéndome de un monstruo, y solo en sus brazos encontraba paz y protección. Solo quiero disfrutar de esto sin mucho recelo." 

Las tres personas ingresaron a una habitación privada donde se encontraban maquillistas y estilistas profesionales. 

—Ricardo, ¿no es esto mucho? Es solo una simple fiesta —dijo Mariam. 

—No te preocupes, cariño, después de todo, toda adolescente sueña con tener una gran presencia, ¿no es así? Además, considéralo como un regalo —respondió Eloísa, señalando un asiento. 

—Pero señora, me siento apenada con usted. 

—Nada de eso. Ven, siéntate aquí —dijo señalando un asiento— para que los señores realicen su trabajo. Hoy serás la joven más hermosa. 

Mariam llamó a un costado a Ricardo y habló en un susurro para que su madre no lo escuchara. 

—Oye, esto es mucho. 

—Ya te dijo mamá que no te preocupes, es su corazón. ¿No lo aceptarás? 

—No juegues chantaje emocional conmigo, si no se lo hubieras comentado, no habría hecho esto. 




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