Blanca quedó de lado y nadie le prestaba atención, mientras los comentarios y burlas eran frecuentes y se podían escuchar en todo el lugar.
—Oye, ¿viste? Son tan lindos.
—Sí, y pensar que Blanca aún se siente superior.
—Pero oí que Blanca le rogó a Lion para que vinieran juntos al baile y aun así él no cambió a Mariam por nada.
—Qué humillante.
—Mariam es tan linda; cómo quisiera ser su amiga. El próximo año será suyo, definitivamente.
Blanca no pudo soportar más los comentarios y se acercó a la mesa de Mariam y Lion junto a su pareja.
—Lindo baile… ¿cómo estás, Fernanda? —dijo Blanca, sabiendo que en estos momentos era casi imposible sacar de sus casillas a Mariam. La única con la que podría jugar era con su mejor amiga, algo que ciertamente Mariam no soportaría que ella fuera lastimada.
—¿Qué quieres, Blanca? Di lo que tengas que decir y lárgate —respondió Mariam.
—Creí que hoy eras una dama, pero veo que sigues siendo una niñata inmadura. Lion, ¿en serio te gusta esta mocosa que pierde el control con cualquier cosa?
—Si me gusta o no, no es de tu incumbencia —respondió Lion, acercándose a la silla de Mariam y abrazándola por los hombros—. Pero si deseas saciar tu curiosidad, no solo me gusta, me encanta y la amo. ¿Hay algo más que desees?
—Bueno, en vista de que eres feliz con esta… yo también decidí seguir y mirar hacia adelante, ¿no es así, Zack?
—Claro que sí, cariño —respondió Zack, tomándola en brazos y dándole un profundo beso. Este hecho solo lastimó más a Fernanda, quien se encontraba con la vista en la mesa sin saber qué hacer.
—Me encanta verlos tan bien —dijo Mariam, posando su mano en su cuello de donde colgaba una cadena que sostenía un anillo en forma de corona—. Lion y yo también lo seremos, ¿no es así, amor?
—Claro que sí, mi reina —respondió Lion.
Cuando Blanca se percató de esto, se dio cuenta de que Mariam había llegado a la fiesta solo con pendientes, y ahora tenía un colgante con un hermoso anillo. Inconscientemente, volteó a ver a Lion.
Lion se encontraba detrás de Mariam y, como estaba agachado, se podía ver que de su cuello colgaba un collar de un diseño similar al de Mariam, en forma de corona de color negro y con gemas rojas. No podía decir si eran joyas reales o una simple fantasía, pero eso no le quitaba el significado.
Lion, una persona que no quería tener relaciones y que era imposible oír de su boca las simples palabras "te amo", ahora lo decía de una manera tan sencilla. Unas palabras que no eran dirigidas a ella. Eso solo hizo que su sangre hirviera de odio hacia Mariam. Aun con el rostro manteniendo una sonrisa y por dentro maldiciendo, prosiguió con sus palabras.
—Qué hermoso juego de collares.
—Cariño, ¿no deberíamos irnos a bailar? —susurró Zack a Blanca, aún abrazándola.
—Fernanda, ¿cómo te encuentras? No piensas en saludarme, no creo que hayamos terminado tan mal —dijo Zack, buscando una respuesta de Fernanda.
—Cariño, no ves que aún le gustas. Déjala tranquila —intervino Blanca.
—Fernanda, es una simple pregunta. No me culpas por nuestra ruptura, ¿o sí? Era lo mejor para ambos y tú lo sabes.
—No hay necesidad de explicar. Con su permiso —dijo Fernanda, levantándose y saliendo corriendo del salón, sintiéndose sofocada por los comentarios y las muestras de afecto delante de ella, que solo cavaban más en aquellos sentimientos que creyó enterrados.
—Fer… ¿estás bien? —preguntó Mariam, preocupada.
—Sí, solo quiero irme… bien.
—Está bien, voy a llamar a Ricardo para que nos lleve. Solo espera, ¿sí?
—No, la fiesta aún no termina. Tú espéralo, quiero estar sola por un momento.
—Entonces te irás a casa.
—Sí, ¿te parece? Me das tus llaves y cuando llegues me escribes para abrirte la puerta. Ahora me voy, tú espéralo.
—Bien, cuídate, amiga —dijo Mariam, entregándole las llaves.
Fernanda subió a un auto y se fue. Lion se acercó a Mariam y la abrazó por detrás.
Mariam tomó sus manos y luego levantó sus manos para quitarse el collar.
—¿Qué haces? —preguntó Lion.
—Quitándolo. No sé por qué me pusiste el collar en pleno baile y tampoco quiero saberlo. Lo único que sé es que no me pertenece —respondió Mariam, con firmeza.
Lion apartó sus manos y giró para que lo viese a la cara.
—¿Por qué dices eso?
—Solo piénsalo. Es una tontería, no creo en el amor eterno y estos anillos a juego… ¿qué pretendes? Además, decir que me amas… ¿no era esto un mero trato, algo que nos convenía a ambos?
—Es una simple conveniencia nuestra promesa, pero eso no me impide amarte —dijo Lion, con seriedad.
—¿Amarme? Jaja… ¿es esta otra broma? —respondió Mariam, incrédula.
Lion no quiso escucharla más. Tocó su mejilla con una mano y con la otra rodeó su cintura.
—Te amo y no es ninguna broma —dijo Lion, antes de besarla.
"Sentir sus labios era algo con lo que había soñado. Una sensación indescriptible, llena de calidez. Una emoción que envolvía mi corazón y me hacía preso de mis sentimientos por Mariam, mi pequeña y frágil muñeca que entraste a mi vida sin previo aviso", pensó Lion.
Mariam se encontraba perdida, sin saber cuándo Lion se había interesado en ella. Apartarlo ahora era algo que debía hacer, aun así, no lo quería. Se dejó llevar por sus sentimientos, sin importar que aquella noche él derribara las enormes murallas que había colocado. Decidió apostar por su amor, aun si era un oasis que la dejaría devastada… por ahora, quería confiar en él.
—Te amo, mi muñeca. No sé cuándo empezó, pero solo sé que me siento feliz a tu lado y te extraño a cada momento —dijo Lion una vez que se separaron para tomar aire.
—Lion, yo… —murmuró Mariam, con miedo en su corazón. Aun deseando apostar, aún tenía miedo. Si su amistad terminaba y esta relación empezaba y tenía un mal final, no habría con quién contar en el futuro para escapar de las costumbres de su familia.