— La…se…señora…ha…escapado.
—¿¡Qué quieres decir con "escapado"!? ¿A dónde iría? ¡Tú estás a su cuidado! ¿Cómo no te diste cuenta? —gritó Santiago furioso.
—Lo… lo siento, señor… ella no salió el primer día y pidió que no se la molestara. No esperaba que se hubiese escapado.
—¿Cómo puedes afirmar que escapó si nadie la vio salir? ¡Búscala ahora mismo! —ordenó, perdiendo la paciencia.
Philip, que había estado observando la tensa conversación, empezó a preocuparse por la magnitud del problema. Si Sofía no aparecía pronto, las consecuencias serían catastróficas.
—¿Qué pasó? —preguntó con cautela.
—Sofía se ha escapado. Dejó una nota con su número de teléfono y un código para llamadas de larga distancia —explicó Santiago, apretando la mandíbula.
—Bueno, si ya te dio su número, ¿por qué no la llamas? —dijo Carlos, siempre relajado.
Santiago tomó el teléfono y, tras un tono largo, la suave voz de Sofía respondió al otro lado.
—Hola, ¿con quién tengo el gusto?
—¿Dónde estás, Sofía?
—Ah, pero si es mi esposo. Te esperé tres días completos para que te comunicaras conmigo, pero apenas ahora decides hacerlo. Qué considerado eres —dijo ella, sarcástica.
—Déjate de tonterías y habla claro —respondió él, perdiendo la paciencia.
Al fondo, se escuchaba a otra mujer hablando en un idioma diferente: "mujhe vah naam batao jo tum likhana chaahate ho" (dime el nombre que te gustaría escribir). Sofía estaba distraída con una ceremonia de mehendi en la India, donde le decoraban las manos con henna.
—Santiago, estoy en una ceremonia en la India, no es buen momento para hablar —dijo Sofía con tono despreocupado antes de colgar la llamada.
Santiago miró el teléfono con incredulidad, a punto de lanzarlo contra la pared. Philip no pudo evitar preguntar:
—¿Cómo está?
—Está bien, increíblemente tranquila. ¿Puedes creer que me colgó porque interrumpí su ceremonia en la India? —respondió con frustración.
—Bueno, cualquiera que te vea así pensaría que te enamoraste de ese bombón —bromeó Carlos.
—Cállate antes de que te… —comenzó Santiago, interrumpido por la llegada de una figura imponente.
Serena Elizabeth de Bert, una de las actrices más aclamadas del momento, entró en la habitación. Con un vestido tubo que resaltaba su figura y el cabello rubio suelto, su presencia iluminaba el lugar. Ella era la razón por la que Santiago se había casado: para tenerla de nuevo a su lado.
—Claro que no interrumpes. Ellos ya se iban. Nos vemos en la noche —dijo Santiago, dirigiéndose a Carlos y Philip, quienes no tuvieron más opción que marcharse.
—¿Pasa algo? Te ves molesto —preguntó Serena con genuina preocupación.
La expresión amarga de Santiago cambió rápidamente a una sonrisa.
—Son solo pequeños inconvenientes. ¿Te gustaría ir conmigo a Mauricio?
—¿Pero no es ahí donde deberías pasar tu luna de miel con tu esposa? —respondió Serena con un gesto melancólico.
—La conoces. Sabes que puede ser caprichosa, pero no te hará nada mientras estés conmigo —la tranquilizó Santiago.
—¿De verdad? —respondió ella, visiblemente más animada.
—Por supuesto. No tienes de qué preocuparte —dijo él, rodeándola con un abrazo y besándola.
—Lo siento… no debí… —dijo Serena, nerviosa.
—No tienes que disculparte —respondió él antes de besarla de nuevo.
...
Esa misma noche, en la mansión Roihn, se celebraba una reunión familiar con música y presentaciones. Aisha estaba inquieta.
—Sofía, por favor, solo ayúdame esta vez. Te prometo que te lo devolveré con creces —suplicó Aisha.
—Aunque es una oferta tentadora, tienes que hacerlo tú. Es tu hermana la que se casa —respondió Sofía, intentando resistirse.
—Diré que fuiste en mi representación. Solo que, si me equivoco, me siento como si me fuera a matar… ¡Ya lo viste, siempre tiene un rostro tan serio!
—Bien, bien. Pero este favor te va a salir caro —aceptó Sofía finalmente.
Se dirigió al escenario, vistiendo un sari color verde agua. La ceremonia que representaban era Saajanji Ghar Aaye, de la película Kuch Kuch Hota Hai. Desde sus asientos, Aisha y su familia observaban la danza con alegría.
—Cuñado, hice lo mejor para juntarlos. Espero que cumplas tu palabra —le dijo Aisha al hermano del novio.
—Como siempre. Mañana mi casa en Europa será tuya y hablaré con mi amigo para conseguirte un puesto en su empresa —respondió su cuñado.
— ‘Lamento haber vendido de esta forma a mi amiga, pero todo sea por mi futuro’ —se lamentó Aisha, mientras sacaba su teléfono para grabar la presentación y subirla a sus redes sociales.
...
En otro lugar, Santiago, Carlos y Philip se encontraban en una habitación privada de un club nocturno, discutiendo lo ocurrido.
—¿No te parece extraño que, después de tantos años sin contacto, aparezca de la nada y se casen? Aun así, durante la boda no mostró ningún afecto por ti —comentó Philip, intentando entender la situación.
—Sí, es raro. Y lo más extraño es que ella fue la que organizó todo sin problemas, incluso después de que la dejaste sola —añadió Carlos.
—Si no tiene ningún sentimiento por mí, ¿por qué me amenazó su hermano para casarme? —Santiago se frotó la cabeza, confundido—. No sé qué pasó con ella estos años, pero solo quiero recuperar mi libertad antes de las elecciones.
—Date cuenta, Santiago. Ella es la raíz de todos tus problemas. En el pasado, perdimos la amistad de Ricardo por ella, y ahora estás buscando más problemas al involucrar a Serena —dijo Philip con seriedad.
—Amigo, deberías enfocarte en las elecciones. Ya hablarás con el bombón cuando aparezca —sugirió Carlos.
—Carlos, cuida tu lengua. Ahora ella es la esposa de Santiago, no creo que puedas bromear como antes —intervino Philip.
—Siempre eres aburrido, Philip —bufó Carlos.
—Santiago, dijiste que Sofía está en la India. ¿Averiguaste por qué se fue?