—Miren.
Carlos se levantó de su asiento y se acercó para mostrar un video en el cual se veía a una pareja bailando. La protagonista era una bella Sofía, con un sari que le acentuaba encantadoramente.
Carlos continuó con sus comentarios después de mostrar el video.
—Se ve hermosa con todo lo que se ponga, pero definitivamente el sari le queda muy bien. Sabía que tenía dotes para el baile, pero viéndola ahora, es muy versátil, tanto que cualquiera que la viera no podría evitar codiciarla.
—"¡Cállate!" gritó Santiago, su furia era evidente.
Santiago se veía sombrío, claramente enojado. Por alguna razón, el simple hecho de ver a un hombre codiciar a Sofía lo enfurecía enormemente.
—Sé que me dijiste que me callara, pero acaban de publicar un nuevo video donde la etiquetan.
En este video se muestra a Sofía bailando con la misma persona, pero una pieza más movida. El rostro de Santiago se volvió cada vez más tenebroso. Tomó el teléfono y llamó a Sofía.
—"Hola... ¿eres tú? ¿Por qué no contestabas mis llamadas? Eres tan malo", dijo Sofía con la voz arrastrada por el alcohol.
Sofía estaba ebria cuando contestó el teléfono. Después de la presentación, quería retirarse, pero la obligaron a tomar, y solo cuando ya no podía ni pararse, Aisha la llevó al dormitorio para que descansara. Sin embargo, Sofía estuvo intentando llamar a Lion innumerables veces antes de que el teléfono timbrara.
—Está borracha.
—Y eso ¿qué te importa? No te has contactado conmigo en años... eres malo conmigo.
Santiago se dio cuenta de que, en ese estado, no podía discutir con ella; Por ahora, solo podía persuadirla.
—Está bien, es mi error.
Aun cuando la otra parte quería persuadirla, Sofía estaba demasiado molesta para pensar con claridad, así que solo siguió hablando.
—Solo dirás eso... te odio. Todo esto es por tu culpa... dime dónde estás ahora, ¿por qué no me buscaste? Ahhh... no fueron uno, dos o tres años, fueron más de diez años los que te alejaste, y ahora de pronto me llamas.
—Estoy en el país Z ahora.
— ¿Qué haces ahí? Sabe que me casé, si mi esposo te encuentra... está bien, porque a él tampoco le importo.
—Duerme temprano y mañana toma un vuelo de regreso.
—No... tú no me mandas... ¿crees que porque me pusiste un anillo haré todo lo que dices? Déjame decirte que te odio por no buscarme, y no pienso verte nunca... ahora voy a volver y seguir tomando... sí, eso haré.
Dijo Sofía, para luego ponerse de pie y tratar de bajar de la cama, pero solo logró caerse. Al tratar de levantarse nuevamente, tumbó un jarrón. En el fondo del teléfono se escucha un fuerte estruendo y el sonido del cristal rompiéndose.
—¿Estás bien? —Santiago estaba preocupado por lo que escuchaba, y su voz sonaba algo nerviosa.
—A ti qué te importa...? Ya te dije, te odio... no quiero ser tu primera dama... declino, ¿me oíste? Yo... yo... no te voy a perdonar fácilmente... si deseas mi perdón, tendrás que matarlos.
—¿A quiénes? ¿De qué hablas?
—A ellos... esa noche murieron quemados... quiero que los mates... de la misma forma... Quiero que los quemes... a ellos, a sus familias... Tal como lo hicieron conmigo esa noche... Si lo haces, cumpliré mi promesa... Me quedaré contigo y cumpliré mi promesa.
Después de decir eso, se escucharon pasos cerca de la habitación y alguien abrió la puerta. Era Aisha, que venía a ver cómo estaba.
—¡Por Krishna, Sofía! ¿Qué pasó? Quédate ahí... cuidado, te puedes cortar, no te levantes.
—¡ahh!
Sofía soltó un grito ahogado. Al intentar levantarse, su pie descalzo encontró un trozo de vidrio. El corte fue inmediato, y un agudo dolor recorrió su pierna. Se tambaleó, cayendo de nuevo sobre la cama.
—A quién llamaste a estas horas? Dame el teléfono, mañana te vas a arrepentir.
—No —dijo Sofía haciendo un puchero—. Él debe escucharme, me dejó sola y ahora quiere que vuelva. No lo voy a hacer.
—Está bien, te vas a quedar aquí. Ahora dame el celular.
-No.
Ante la negativa de Sofía, Aisha no tuvo más remedio que quitarle el teléfono. En la otra línea, se escuchaba una voz masculina.
—Sofía, ¿estás bien? ¿Quién está contigo ahora?
—Soy su amiga, no sé quién eres tú, pero ella ahora está ebria. Será mejor que hablen mañana.
—Soy su esposo.
Al escuchar aquellas palabras, Aisha se encontró en una encrucijada. Hace unos días, estuvo en Europa conversando sin problemas con Sofía, y nunca habló sobre matrimonio. Aun cuando Aisha le mencionó la próxima boda de su hermana, Sofía solo se limitó a mirar el anillo en su mano.
—¿Esposo? ¿Sofía está casada?
Aun si lo pensó, lo único que vino a su mente fue el día en que Sofía llegó sin más que un bolso en la mano y sus palabras:
"Es aburrido esperar en una casa vacía."
—No te has dado cuenta del anillo que lleva.
—¿Anillo?... Ya veo. No sé cuál es su problema ahora, pero para que ella escapara, creo que no es muy feliz en su matrimonio... Creí que la persona que Sofía esperaba con fervor por años la amaría incondicionalmente. ¿Quién iba a saber que la abandonaría después de la boda? Déjeme darle un consejo: divórciense... ella es demasiado joven y hermosa para arruinar su vida en un matrimonio sin amor. Afuera hay muchos hombres que de seguro la harán mucho más feliz.
Después de decir eso, Aisha colgó sin esperar respuesta alguna. Miró a Sofía, que ya estaba dormida, y abrió uno de los cajones de la mesita de noche para sacar un botiquín y curarle el corte en el pie.
...
Después de la llamada, Santiago se quedó en silencio, sintiendo el peso de cada palabra de Sofía. Era como si un abismo invisible se hubiera abierto entre ellos, imposible de cerrar.
En el club nocturno, Santiago tenía un rostro de desconcierto, y sus amigos a su lado estaban aún más desconcertados. Después de que Aisha colgara la llamada, Santiago dejó el celular a un lado y comenzó a beber sin control. Para Philip, que siempre lo había visto sereno y tranquilo, como si nada en el mundo pudiera perturbarlo, esta escena, de cierto modo, era impactante. Sin embargo, odiaba ver cómo Santiago, al no controlar sus emociones, podría terminar lastimándose o lastimando a los demás. Al ver su descontrol, le quitó la botella y la copa que tenía en la mano.