La primera dama

CAP 39: Escarbando en el pasado

Después de que sus padres se fueran, Santiago subió a su habitación para descansar; pero, aun recostado en la cama, en su cabeza seguía sonando la voz de su padre:

«Ella perdió la memoria hace trece años; no te ama ni te recuerda.»

Aquello le martilló toda la noche, impidiéndole dormir. Entonces recordó todas las veces que Sofía se lo había dicho:

«Te olvidé hace trece años; ¿cómo podría amar a una persona que ni siquiera recuerdo?»

Si todo eso fuera cierto, entonces Sofía no dudaría en abandonarlo tal como él lo hizo en el pasado: ahora la deuda de abandono se le devolvía. Quería ir a verla, saber qué sufrió, qué le pasó hace trece años después de que se fue. Siempre creyó que ella había crecido, que el amor que decía sentir se había ido con su niñez; ahora comprendía por qué no se apareció durante tantos años.

Sin darse cuenta, estaba frente a la puerta de la habitación de Sofía. Al querer abrirla, descubrió que estaba cerrada con llave, así que se quedó sentado en el pasillo, tomándose la cabeza con la mano, pero el pensar que Sofia pudo haber estado con otra persona lo enojaba.

Camino de regreso a su habitación y tomo su teléfono para llamar a su secretario.

...

Cuando Enzo recibió la llamada ya se encantaraba dormido por lo que maldijo en su interior pero contesto.

—Sí, presidente… bien. Mañana a primera hora tendrá las grabaciones.

Después de colgar, se levantó de la cama con enojo y se dirigió al hotel Daryan. Estaba irritado: toda la tarde había tenido que suprimir las noticias sobre su supuesta esposa y su hijo de Santiago, y ahora debía conseguir las grabaciones del hotel para averiguar el momento exacto de la llegada de Sofía.

—Señora, ¿por qué me mete en sus problemas? —dijo para sí, frustrado.

...

A la mañana siguiente Sofia desayuno temprano y salió de la casa.

Rosario quería detenerla para que esperase a Santiago, pero viendo la situación de la noche anterior lo mejor sería que se dieran su espacio.

Unos minutos después de que Sofía saliera, Santiago bajó luciendo agotado. A pesar del traje impecable que siempre llevaba, las bolsas bajo sus ojos delataban la mala noche.

Paso y ni siquiera desayuno, al llegar a la empresa lo primero que hizo fue llamar a Enzo.

Al pasar por la puerta Enzo pudo notar el rostro cansado y el aura asesina de su jefe por lo que se dio prisa en hacer su reporte.

—Buenos días, presidente. La señora asistió a una cena anoche, ya entrada la noche, con una señorita y un joven —dijo, entregándole capturas de las cámaras de seguridad donde se veía claramente a una pareja cercana y a Sofía sentada frente a ellos.

—Al momento en que usted llegó, la joven había salido.

-Está bien ahora vete y llama a Philip para que venga.

Santiago se sentía un completo idiota por haber cuestionado a Sofía de esa forma; lo más probable era que ahora ella estuviera molesta y no quisiera hablar con él, lo cual era comprensible por el trato que le dio.

Cayo rendido sobre la mesa sujetando su cabeza, Sofia se encontraba enfadado con él y su padre le pidió divorciarse de ella, sabía que en algún momento debido al trato tenía que hacerlo.

Mientras estaba pensativo, Philip entró.

Al ingresar Philip vio el estado de Santiago y pudo suponer que las cosas se le salieron de las manos.

—La prensa y los noticieros fueron acallados, pero parece que ha surgido un problema más grande —dijo Philip mirándolo interrogativamente.

—Deja tu papel de detective y dime si averiguaste lo que te pedí.

—Me tomó más tiempo del requerido, pero tengo toda la información que buscabas —respondió Philip, entregándole unos papeles, en el claramente se podía ver lo que Sofia hizo los últimos diez años incluido los pretendientes que ella rechazo y las personas que conoció.

En la última página había información relacionada con el secuestro: un recorte de periódico que relataba el secuestro de la «princesa» de la segunda familia más rica del país X.

Después de leerlo, el rostro de Santiago se ensombreció. Pensar en todo lo que sufrió Sofía cuando fue secuestrada con solo doce años era algo que no quería ni imaginar.

—¿Por qué no hay información sobre lo ocurrido después? ¿Quiénes estuvieron detrás del secuestro? —preguntó, angustiado.

—Santiago, es mejor dejar ese tema —aconsejó Philip—. Si escarbas más, es probable que saquemos a la luz cosas que es preferible mantener ocultas.

—Philip, tú sabias que Sofía perdió la memoria después de ese accidente. No recuerda nada, y luego siguió su vida construyendo nuevas bases cuando quedo como un cascaron vació.

—Ricardo me lo contó cuando fui allá —dijo Philip.

-Te lo encontraste y que te dijo.

-Que investigar más solo sacaría secretos indeseados; es mejor detenerse. Pero si quieres saber algo, en los círculos de la élite empresarial se rumorea que, después del secuestro de Sofía, una familia completa fue destruida y que esa familia podría tener relación con el secuestro.

—¿Qué familia? —preguntó Santiago.

—La familia Mourong. Fue destruida dos semanas después del secuestro de Sofía. Todos sospechan de los Cáceres, pero nadie lo admite en público.

Santiago se rascó la cabeza. Si la familia Mourong había sido la culpable y luego había sido destruida, ¿por qué Ricardo no quería que se descubriera el pasado? ¿Qué se ocultaba con tanto cuidado?

—¿Y qué pasó después del secuestro? —insistió Santiago.

—Eso es lo más misterioso —respondió Philip—. Durante tres años, todos los registros sobre Sofía aparecen vacíos; es como si hubiera estado muerta. No hay un solo rastro: ni registros, ni testimonios. Incluso los empleados decían no saber dónde estaba. Tras su regreso, comentaron que pasaba encerrada en su habitación, llorando. Dos años después la enviaron al extranjero.




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