—Maldita sea, ¿cómo es esto posible?
Santiago se sentía enojado y frustrado consigo mismo todo este tiempo culpo a Sofia de algo que ni siguiera ella recordaba.
—Hay algo más —dijo Philip, con voz contenida.
—¿Qué más puede haber? Dilo rápido y luego vete.
—No se puede averiguar mucho sobre el anillo, pero sí descubrí que Sofía dirige una organización de ayuda a los más necesitados llamada Esperanza. Y lo mismo ocurre en el país X: hay un partido lo suficientemente fuerte como para dar un golpe de Estado, revocar al actual presidente y poner a otro.
Santiago quedó en shock. Sofía había sido lo bastante fuerte para rehacer su vida por sí misma a pesar de haberlo perdido todo. Se levantó; ella nunca necesitó a un hombre para demostrar su valía. Sin embargo, él la había cuestionado e insultado. Era cierto lo que decía su padre: no merecía a una mujer tan increíble. Aun así, su corazón egoísta la quería cerca y no estaba dispuesto a escuchar razones para dejarla ir.
—Imposible… ¿por qué lo haría? ¿Ser capaz de provocar un golpe de Estado? ¿Tenía pensado poner a su propio presidente?
—Es probable —respondió Philip—. Nadie en ese país se negaría a Victoria; ese es el seudónimo que usa para dirigir ambas organizaciones. Creo que el partido y la fundación están planificados para dar la bienvenida al compañero de Sofía.
Santiago se encontraba confundido. Si lo que Philip suponía era cierto, aquello se había llevado a cabo durante años. Sofía nunca habría planeado volver a su lado; en realidad, parecía destinada a tener a otra persona a su lado en ese viaje. Ahora que sabía que ella no lo recordaba y que podría tener a otro en su corazón, la ira y los celos lo consumían, por ningún motivo deseaba que Sofia lo abandonase, pero en este momento quería obtener su perdón, y todavía tenía tiempo suficiente para lograr que se quede a su lado.
Terminada la conversación con Philip, Santiago revisó unos papeles y decidió salir a comer. Pasó por la oficina de Sofía y preguntó por ella, pero la secretaria le informó que había salido unos minutos antes.
Caminó hacia su auto con paso tranquilo, pero al acercarse escuchó gritos y notó una conmoción frente a la empresa. Se acercó para pedir que se disolviera la multitud, pero lo que vio hizo que todo su cuerpo temblara.
Sofia dentro del círculo hecho por las mujeres se encontraba con el vestido roto, huevo por toda la cabeza con harina encima. La bella y sensual Sofia, se encontraba desarreglada, con el vestido hecho tirones, el cabello y maquillaje hecho un desastre. La gente a su alrededor solo gritaba palabras ofensivas y era más que claro que todo era culpa suya.
—¡Maldita zorra!
—¿Cómo te atreves a seducir a un hombre casado?
—¿No te da pena separar a un padre de su hijo?
—Hoy te haremos entender que no debes ser una vulgar.
Todo tipo de comentarios, que no debían de decirse, se acercó a Sofia, para ayudarla a salir y llevarla de nuevo a la empresa para que se arreglase, sin embargo, cuando iba a llegar a ella vio como una persona encapuchada, destapaba una botella con un contenido desconocido, al ver las intenciones de la otra persona se apresuró a cubrir a Sofia y el contenido cayó sobre una parte del brazo de Santiago.
—¡Seguridad, atrápenlo! —gritó.
Los guardias, que hasta entonces no habían intervenido, se movilizaron para atrapar al agresor y dispersar a la gente para que Sofia y Santiago entraron a la empresa.
Subieron por el ascensor privado y nadie dijo nada en todo el trayecto.
Al llegar a su piso las personas comenzaron a hablar, sin importarle los comentarios, Santiago continuo. En su oficina, dejó pasar a Sofía al mini departamento que había dentro para que se bañara, y luego llamó a Enzo.
——Sí, presidente —respondió Enzo al entrar en la oficina.
—Compra ropa de mujer y envíala a mi oficina. Después de eso, organiza una rueda de prensa dentro de dos horas.
—¿El tema?
—Diles que hoy responderemos todas las preguntas y dudas que tengan.
Enzo no entendía del todo, pero comprendió que la noticia a dar en la rueda de prensa tendría que ver con Sofía y que probablemente revelaría su identidad como esposa de Santiago de Rosas.
—Bien. Me retiro.
—Espera. Llama al médico.
— Presidente se encuentra bien. —dijo Enzo, sorprendido al ver parte de su prenda del brazo mojado.
Santiago no quería decir mucho sobre el asunto por lo que lo mando fuera después de darle unas indicaciones y paso al minidepartamento.
Sofia aún se encontraba bañándose por lo que saco un botiquín, se quitó el saco y la camisa con cuidado, para luego tratar la herida en el brazo. Lo que el agresor había intentado lanzar sobre Sofía era ácido sulfúrico; de haber alcanzado su piel, la habría quemado. Era evidente que había sido un atentado y había que investigarlo a fondo.
Sofia se encontraba bañándose, todo esto había sido muy confuso, la agresión que recibió y Santiago cubriéndola, era claro que había descubierto lo ocurrido anoche por lo cual su actitud cambio, sin embargo, los daños ya estaban hechos y no había forma de que un jarrón roto se arreglase solo por pegarlo.
Salió del baño envuelta en una bata, y al encontrar a Santiago tratando de curar una quemadura se quedó atónita, “¿en qué momento las cosas llegaron a este punto?, ¿cómo se quemó?”
Recordando, se pudo dar cuenta que lo que esa persona deseaba arrojar sobre ella era acido y Santiago al cubrirla recibió la quemadura.
Se acercó con paso firme. Aunque su relación estuviera fracturada, le debía un agradecimiento por haberla protegido.
—Gracias por ayudarme —dijo.
Quiso marcharse a la cocina o a cualquier lugar donde él no estuviera, pero Santiago la tomó de la mano y habló:
—Sofía, perdóname. Sé que fui un completo idiota al cuestionarte y no quiero poner excusas. Sé que fue un grave error de mi parte; solo deseo que todo vuelva a ser como antes.