La primera dama

haciendo méritos para lograr su perdón

A la mañana siguiente Sofia se despertó y pensó en todo lo que había ocurrido la noche anterior, después de subir a su habitación revisó la página web de los principales noticieros del país y en primera plana, estaba la nota de la entrevista, donde Santiago afirmaba que ella era su esposa y que Serena no era más que una amiga.  

Las declaraciones hechas de cierta forma se convirtieron en una espada de doble filo, amenazando con lastimar en el momento menos previsto.  

Santiago probablemente lo sabía y eso es lo que le preocupaba a Sofía a pesar de que él dijo que su seguridad era lo más importante, jamás fue su intención que su relación se hiciera público, dado que era una correa que probablemente la ate a Santiago durante el tiempo dure su gobierno si el ganaba, si ella ponía oposición y pedía el divorcio lo más posible era que la carrera política de Santiago se viera afectada y en el peor de los casos perdería sin siquiera haber dado batalla.  

Con eso en mente y la cabeza revuelta Sofía bajo las escaleras, tenía planeado ir a desayunar y luego dirigirse a la empresa, ahora que se había convertido en vicepresidenta del grupo Imperio, no podía dejar el trabajo de lado, ya luego pensaría como dejar las acciones dadas y alejarse de todo.  

Quería quedarse más tiempo en este lugar con la bella familia que se había formada, sus suegros siempre fueron amables con ella, y la nana de Santiago en especial, pero sabía que no podía desear eso, que todo lo que tenía era prestado y tarde o temprano debía devolverlo, aunque lo odiase a si era. Por lo pronto debía disfrutar de la familia que tenía aún si estaba enfadada con Santiago.  

Al cruzar el umbral del comedor lo que vio fue aún más irreal a sus ojos, Santiago se encontraba colocando la mesa y al verla sonrió para luego hablar.  

-Siéntate y desayuna, luego vamos juntos.  

-No tengo apetito.  

Luego de eso Sofía salió del comedor con un rostro frío.  

Se dirigió a la empresa y al ingresar no pudo evitar los rostros curiosos de las personas a su alrededor.  

Paso a su oficina y llamó a su secretaria para que le informase de su horario, al culminar esta salió.  

Sofia prendió el ordenador, pero poco después ingreso Elena nuevamente y en su mano traía un adorno floral.  

-Lo trajeron para usted.  

Dicho eso se retiró, Sofía se acercó al adorno floral, hermosas rosas rosadas con lirios y lluvia adornando a los costados, su fragancia inundó las fosas nasales de Sofía llevándola a un lugar lleno de rosas, un campo con todo tipo de flores, se sentía extremadamente feliz a sentirse libre, se acercó y tomó la tarjeta en su mano y al leerlo toda esa felicidad que experimento se convirtió en sentimientos complejos en su interior, una mezcla de resentimiento con calidez ante el detalle.  

Tomó las flores en la mano y salió de su oficina para dirigirse a la oficina de Santiago, al ingresar lo vio sentado en su escritorio.  

-que planeas hacer  

-Solo le entrego rosas a mi esposa, hay pecado alguno en ello.  

-Que pretendes ahhh, lo dije ayer, déjame en paz terminemos este matrimonio como desconocidos y sigamos nuestro camino.  

-No planeo hacer eso, seguir adelante como si jamás nos hubiéramos vuelto a encontrar no deseo hacerlo, planeo retenerte Sofia.  

-No son palabras que debas decirme a mí...no vuelvas a dejar rosas en mi oficina.  

Dicho esto salió de su oficina pero contrario a sus deseos Santiago a la mañana siguiente continuo diciéndole que desayunase y cuando se negó, el día posterior empaco la comida y se los entrego pare que desayunase en la empresa, y su oficina no era diferente todos los días habían rosas en su oficina, los devolvía pero al día siguiente aparecieron nuevas y cada una más hermosa que la anterior, cansada de devolverlo siempre ordeno a Elena su secretaria, que se llevase las rosas y que lo regalase, y eso continuo por una semana completa.  

A la mañana siguiente para no cruzarse con Santiago se levantó más temprano de lo usual sin embargo al pasar por la cocina escucho ruidos en ella por lo que escondida detrás de la puerta se asomó y grande fue su sorpresa cuando se encontró con Santiago intentando cortar las verduras.  

Sonrió ante tal acto todo este tiempo creyó que la que cocinaba era Rosario y se sentía mal al pensar en rechazar su comida sin embargo al ver a Santiago cocinando diligentemente no pudo evitar que su corazón latiera y se volviera cálido ante tal acto.  

Siguió mirando por un rato hasta que Rosario la descubrió, se acercó a ella por su espalda y susurro.  

-Cuando lo va a perdonar.  

Sofia al escuchar esas palabras dio pequeños saltitos del susto sin embargo no hizo mucho ruido para que no se descubriera que ella se encontraba escondida.  

-Ahh...nana me asustaste.  

-Hay mi niña, se ve que estos días se ha esforzado mucho por obtener su perdón, no lo va perdonar.  

-Nana, lo que me hizo aún sigue latente en mi interior, desconfianza, es algo que jamás podría tolerar en una relación.  

-Pero...perdónelo, no lo haga por él, sino por mí y las pobres verduras que no tienen la culpa de nada.  

-Nana!  

Dijo con una sonrisa en el rostro.  

-Mi niño Santiago a estado aprendiendo a cocinar por usted, y en el proceso me malogro todas las verduras de la despensa y mi cocina siempre queda sucia.  

-Jaja...desde cuando ha estado cocinando.  

-Desde aquel día que lo encontró poniendo la mesa, na mas no hace nada bueno, el primer día creí que se rebanaría todos los dedos antes de cortar bien la carne.  

-Jaja...lo voy a pensar nana, ahora me voy.  

-Así y yo que le digo al pobre.  

-Mmmm...dile que se veía tan bien cocinando que no quise interrumpirlo y me fui.  

Rosario la miro irse y solo pudo sonreír, esperaba con ansias que Santiago y Sofia pronto se contentasen. 




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