La primera dama

CAP 46: hermano

Después de aquel beso, Sofía se dirigió al baño; lavó cara y manos. El agua aún corría cuando vislumbró su anillo de casada en una mano y el anillo de corona en la otra —un anillo que le recordaba constantemente su promesa a Lion. Correspondió el beso de Santiago y eso la hacía sentirse culpable por traicionar aquella promesa. Pasó los dedos por el anillo y lo acarició mientras recuerdos borrosos de Lion cruzaban su mente.

—Diez años... diez años han pasado... ¿dónde estás, Lion? ¿Por qué nunca contestaste ninguna de mis llamadas?

...

Los días posteriores al recuperamiento de Santiago fue tranquilo, Sofia había tratado de mantener distancia de Santiago tanto como pudiese, lo estuvo visitando con frecuencia, sin embargo, encontraba momentos en los cuales lo evitaba y se escusaba con el trabajo en la empresa.

En cuanto a quien intentó asesinar a Sofia no lograron encontrara nada, en vista de que las cámaras del colegio no funcionaban correctamente, y el evento fue grande, no hubo mucha seguridad para dejar ingresar al lugar, lo cual solo dificultaba el caso.

Para Sofia todo era sombrío, la llenaba de ansiedad, el hecho de ir al país X, la ceremonia de Reigar se llevaría a cabo la noche del día siguiente, por lo cual alisto sus maletas para irse. Bajo las escaleras y el auto esperaba afuera de la mansión, en un principio quedo en ir con Santiago a esta ceremonia, pero dado que está hospitalizado seria complicado que la acompáñese, además de eso, ya todos los papeles del divorcio estaban listos era mejor terminar ese matrimonio lo antes posible y como habían acordado, después de que regrese del viaje se firmarían los papeles y cada uno seguiría su camino.

El chofer la ayudo con la maleta que llevaría y le abrió la puerta trasera para que subiera al coche, al abrirse la puerta se revelo la presencia de otra persona, Santiago se encontraba sentado en el coche con los ojos cerrados.

Abrió los ojos lentamente y al ver a Sofia sonrió, como de costumbre, Sofia subió al auto, pero aún tenía que hacerle mil preguntas a Santiago y en especial el ¿por qué se encontraba ahí?

—¿No estabas convaleciente? —preguntó ella.

—Como siempre, mi esposa se preocupa —respondió él—. Estoy bien; la herida se está cerrando y no hay razón para no acompañarte.

—Ya veo —dijo ella, sin hablar más. Se sentaron cada uno junto a su ventanilla y tomaron un avión privado, así que no había motivo para ir juntos. Sofía lo evitó durante todo el trayecto.

Al llegar, su hermano la esperaba en el hangar. Bajaron con cuidado; al ver a Ricardo, Sofía se acercó y lo abrazó.

—Te odio horriblemente, pero aun así te extrañé.

—No puedo negar que hice cosas malas, hermanita... pero mi corazón siempre se preocupa por ti —respondió él, abrazándola.

Santiago caminaba tranquilamente hacia ellos. Ricardo lo vio y le dedicó una sonrisa cínica y juguetona.

—¡Ah, pero si es mi cuñado! —bromeó—. Esperaba verte. ¿Qué tal todo? Ahora que estamos juntos, ¿vamos a ver la película que se estrena como familia? ¿Cómo se llamaba... Cielo e Infierno?

Al escuchar este nombre Santiago se tensó, pero no lo mostro...sabía que Ricardo lo estaba amenazando ya que esa era la película que Serena estaba filmando, había elegido tomar distancia de ella, pero eso no quita que la haya dejado desprotegida después de todo le debe un enorme favor el cual no se lo pagaría fácilmente, aun así, solo respondió a la provocación con una mirada fría y una sonrisa para Sofia, y después de eso se acercó a ella y, la tomo de la cintura.

—Solo si mi esposa quiere —dijo.

—Jaja, así es, Sofía... nunca dudé de tus habilidades —replicó Ricardo.

Dicho esto, los dirigió al auto. Sofia no dijo palabra alguna y solo los siguió como si no pasase nada, las provocaciones de Ricardo continuaron, sin embargo, Santiago las evito todas y continúo concentrando toda su atención a Sofia.

Al llegar a su casa las maletas fueron subidas a la habitación de Sofia, tanto la maleta de ella y como la de Santiago.

Al anochecer cenaron con su familia. La reunión era amena entre charlas casuales y miradas.

Terminada la cena Sofia subió a su habitación y Santiago fue detrás suyo. Al ingresar Sofia, se dirigió al armario y saco su piyama para cambiarse, luego se dirigió al baño. Antes de eso voltio y le hablo a Santiago.

—Puedes ir y bañarte en cualquier habitación.

—¿Podrías ayudarme? —pidió él.

—¿Qué?

—La herida no debe infectarse, y no creo que pueda bañarme bien sin mojarla.

—Entiendo. Llenaré la tina primero, para que te bañes sin mojar la herida.

—¿Y el cabello?

Ante tal pregunta Sofia se quedó en blanco ya que el lavado de cuerpo se puede soluciones con un baño en la tina y así evitar el contacto con el agua en la herida, pero el cabello sería más complicado.

—Te voy a ayudar —dijo ella—. Entrarás primero; cuando estés listo, me llamas y te lavo el cabello.

Preparó la tina con agua tibia y salió cuando todo estuvo listo.

—Esposa, ¿puedes ayudarme con la camisa? Es un poco complicado —pidió él.

Sofía lo miró desconcertada, pero se acercó. Aflojo la corbata de Santiago sintiendo su respiración pesada sobre ella debido a la diferencia de altura, luego de eso le retiro la corbata y comenzó a desabotonar la camisa, miro a otro lado y trato de retirar la camisa.

—¡Auch!

Ella se preocupó, pensando que lo había lastimado; cuando se dio cuenta que la herida se encontraba en el otro brazo. Se enfadó por su mentira, pero al ver su cuerpo no pudo evitar sonrojarse. Soltó su camisa y lo miro enojada.

—Hazlo tú.

Santiago sonrió en silencio.

—¿Por qué no miras cuando me quitas la camisa?, pudiste haberme lastimado al tocar mi herida.

—Mentiste.

—Si no lo hacía, no habrías vuelto a mirarme —confesó él.

Sofia toco su herida adrede por la mentira hecha; Santiago se quejó por el dolor y ella solo sonrió. Luego quitó la camisa por completo y lo envió al baño.




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