—Es lo que digo… aun así, perdona mi descortesía, pero no puedo dejar de elogiar la belleza de tu esposa; además, el anillo en forma de corona que lleva en la mano es, sin duda, un diseño único —habló Leandro.
Al mencionar el anillo, el rostro de Santiago se distorsionó; intentó mostrar una sonrisa, pero solo alcanzó a hacer una mueca. Leandro y Regina se fueron; sin embargo, el ambiente se volvió tenso para Santiago y Sofía.
—¿Te incomodó lo que dijo? —preguntó Sofía.
—Mentiría si dijera que no. Es importante la persona que te dio ese anillo.
—Yo…
—Cuñada… me alegra verte después de tanto —interrumpió una voz.
Antes de que Sofia pudiese contestar llego Ricardo con Katia, su prometida. Katia había visto como conversaba con Leandro y Regina, por lo que supo que la situación no era buena entre los dos y decidió intervenir.
Sofía y Santiago dejaron de lado su conversación para saludarla.
—No eres la única feliz; creí que no asistirías —dijo Sofía.
—¿Arriesgarme a que alguna resbalosa trate de robarme a Ricardo? No lo creo. En el pasado no asistí y, si no lo resuelvo a tiempo, probablemente estarías llamando “cuñada” a otra —respondió Katia, medio en broma.
—Jajá, no lo creo; Ricardo te ama mucho —replicó Sofía.
—Katy, tantos años comprometidos... ¿para cuándo la boda? —preguntó Santiago.
—¡Santiago! —exclamó Katia—. Ni lo digas. Ya conoces a tu amigo; no desea dejar el trabajo en la agencia, y si no lo hace, no pienso casarme.
Ante tal respuesta Santiago rió. Ricardo abrazó a Katia, como persuadiéndola, y dijo:
—No puedes poner otra condición.
—Parece que incluso el villano ama —bromeó Santiago.
—¿Qué quieres decir con eso, Santiago? —preguntó Katia.
—Nada, cariño; es un tonto, ya lo sabes —contestó Ricardo.
-Nada de eso Ricardo…ahora mismo me lo explicas.
-No es nada. – dijo Ricardo mientras la abrazaba.
Santiago sonreía ante la forma en que Katia se comportaba con Ricardo. Si alguien podía ponerle freno al “villano” era ella: Katia Ferrer, hija del director de la agencia de inteligencia internacional en la que Ricardo trabaja como agente y hacker destacado.
—Ricardo Cáceres, estuviste jugando a ser Dios otra vez.
Pronto comenzaron una pequeña discusión, Sofía y Santiago se retiraron a un lado, luego de eso Santiago fue al baño, necesitaba tomar un respiro y lavarse la cara, hizo todo por pelear con esa sombra del pasado, pero no importa cuán rápido fuese parecía que siempre estaba por delante suyo al lado de Sofia y él quedaba relegado.
Al regresar, ya se abría la pista de baile.
—Por favor, pasen al centro de la pista con sus respectivas parejas; daremos inicio al baile —anunció el maestro de ceremonia.
Santiago se acercó a Sofia para llevarla a bailar, sabía que disfrutaba hacerlo. Independientemente de lo que hubiera en sus corazones, no volvería a provocar una escena de celos. En el pasado la había herido y casi la perdió; si algo similar volviera a ocurrir, ni siquiera entregando su vida obtendría su perdón.
—¿Me concedería esta pieza, señora De Rosas? —preguntó él, extendiendo la mano.
Sofía lo miró y sonrió ante tal acto, tenía claro que Santiago tenía mil dudas en su interior, pero aun así dejó todo de lado para invitarla a bailar, y eso demostraba que no dejaba que sus emociones lo afectasen para lograr sus objetivos.
Tomó la mano de Santiago y se dirigió a la pista de baile, una melodía lenta se escuchaba en el fondo, bailaron al compás de la música con la mirada puesta uno en el otro se sentía como bailar sobre las nubes, solo existían ellos dos lejos de la realidad y las demás personas, no había nada que afectase a la pareja. Sofia lo tenía claro, luego de que terminase la ceremonia le contaría a Santiago sobre su pasado, aún si se divorciaban o no, quería compartir un poco de ella con él.
Santiago tenía la mirada perdida en Sofia, no importaba cuántas veces la mirara no era suficiente. Se encontraba tan embelesado con la belleza de Sofía, pero cuando levantó la vista vio a Serena con un vestido negro y una máscara del mismo color se encontraba cerca suyo bailando con una persona.
—Para la próxima pieza, les pediré que bailen con una persona distinta a su pareja —anunció el maestro de ceremonia.
Al escuchar estas palabras, Santiago dio un giro a Sofia el cual aprovecho para cambiar de pareja e ir con Serena, por su lado Sofia después del giro, cayó en brazos de un hombre al cual ya había visto, la pieza musical sorprendentemente era la misma que bailo con Lion en aquella fiesta.
Ambos conocían los pasos de la pieza musical, y por sorprendente que pareciese, los mismos giros, deslices y toques todo se repetía.
...
Santiago al cambiar de pareja bailo un poco con Serena, pero pronto la jalo y llevo consigo.
—Te dije que no te quería ver cerca de mí ni de Sofía —dijo algo irritado—. ¿Cómo lograste entrar?
—Eso no importa —respondió Serena—. Quería verte y era la única manera.
Santiago la empujó con brusquedad.
—Vete ahora mismo. Este no es un lugar seguro; además, no puedo protegerte en este país —advirtió.
...
Sofia miró al hombre frente suyo, la forma de sujetar y los pasos, todo le hizo recordar a Lion, por lo que quiso huir, sin embargo de un giro este la aprisiono.
—¿Por qué tratas de huir, señora mía? —preguntó él con suavidad.
—Esto no es apropiado. Suélteme ahora mismo.
—Después de tantos años, te he vuelto a ver; te extrañé, y no te imaginas cuánto.
—No veo la razón.
La música siguió y el ambiente no cambió en lo absoluto, mientras Sofia bailaba Santiago se quedó en un costado con una copa de champán en la mano mirándola, fue entonces cuando Ricardo se acercó y le hablo:
—Es bueno saber que no te enamoraste de mi hermana y que aún te preocupa tu amante —dijo en tono desafiante.