La primera dama

La victoria de Serena

CAP 101: 

Santiago dejo ordenado que Sofia no saliera de la casa, el número de guardias había aumentado y eso solo quería decir una cosa Santiago la había encarcelado. Como un vil ser humano cuando ama algo hermoso lo desea solo para él, esas emociones desenfrenadas que lo llevaba al punto de cometer una locura. Quien había sido la persona que dijo que el amor era puro, extenso de toda locura y obsesión, tal vez nadie pudiese probarlo a ciencia cierta...una persona que amo con pasión y desenfreno se había convertido ahora en el carcelero de Sofia. 

Solo la nana de Santiago permanecía con ella, pero ni siquiera ella podía decir que ocurría u ocurriría, creyó que un amor como el que se tenían seria fuerte ante cualquier acontecimiento, pero ahora solo podía ver una Sofia sin vida mirando por la ventana como si esperase a alguien. 

-Mi niña ¿qué vez? - pregunto un tanto animada para lograr que Sofia saliese del transe. 

Sofia volteo y la vio con algo de tristeza en los ojos. - nana crees que me deje cuando su ira y resentimiento se disipe...hago mal si te digo que aun creo en nuestra relación.- mientras decía aquello las lágrimas se desbordaban por sus ojos. 

Rosario no pudo evitar consolarla al verla llorar de esa forma, quería golpear a Santiago, pero, cuando lo vio se dio cuenta que este también estaba sufriendo. 

“Que fue lo que los convirtió en esto, hay mi Dios...que esta pareja se dé cuenta de que su amor puede más que sus desacuerdos” 

Solo pudo responder después de un largo rato que paso pensándolo.-no está mal mi niña, nadie manda en las cosas del corazón, el solo está un poco enojado, ya verás que cuando su ira se pase volverán a ser la misma pareja amorosa de siempre. 

- ¿Por qué se volvió así nana?, si no se lo dije fue porque no quería verlo así...yo solo quería que todo terminase, quería estar bien con él. -enterró su rostro entre sus manos y lloro desconsoladamente. 

Toda la mañana Sofia se la paso en su dormitorio viendo el movimiento en el jardín, el número de guardias había triplicado, a la servidumbre no se le dejaba traer el teléfono y todas habían firmado un contrato de confidencialidad, silencio absoluto de lo que ocurría en la casa de los nuevos electos a la presidencia. 

La comida se la entrego en el dormitorio, los guardias administraron todo antes de que esta fuese entregada a Sofia. - acaso crees que escapare. -pregunto Sofia enfadada al guardaespaldas cuando este se encontraba revisando todo en los utensilios traídos para que coma. 

-Lo siento...primera dama, este...es solo mi trabajo. 

Sus emociones fluctuaban tanto que cuando escucho la respuesta de guardaespaldas solo asistió, después de todo no era culpa suya. 

-Está bien...retírate.-giro a la empleada que había traído la comida y hablo. -llévatelo, se me quito el hambre. 

-Señora. - la sirvienta había sido una de las que Sofia contrato, le era completamente fiel a ella como la mayoría de los que trabajaban en esta casa, a excepción de los nuevos guardias, los cuales solo recibían y aceptaban ordenes de Santiago. - mi señora por favor cómalo. -dijo la sirvienta entre lágrimas, Sofia la había ayudado con su familia cuando ella más lo necesitaba y la apreciaba demasiado y al verla tratarse de esa forma solo sintió pena y dolor. -si no le gusta podemos preparar otra comida...solo diga lo que desea. 

Sofia la miro y sintió pena por la sirvienta y por ella misma al verse tan patéticamente.-solo no tengo apetito. 

La sirvienta dejo la comida en la mesita de noche y se acercó a la ventana donde Sofia se encontraba sentada en un sofá, se arrodillo y casi con lágrimas en los ojos hablo. -porque esta así mi señora, sería capaz de hacer cualquier cosa por usted, pero si se maltrata de esta forma sin comer que pasara en el futuro. 

Sofia alargo su mano al verla así, limpio sus lágrimas que empezaba a aparecer y hablo. -solo no tengo apetito por que estas llorando...cenare, pero ahora no deseo comer. 

-Mi señora...que será de nosotras si enferma. -dijo la joven entre lágrimas. 

-No lo hare, ahora llévate la comida y avísame cuando sea la cena. 

*** 

Santiago se enfocó en dejar todo ordenado en la empresa antes de dejarla...nadie se percató de nada, Enzo también pensó que se desataría una batalla campal con los inversionistas o colaboradores en la reunión, sin embargo, actuó de la manera más ordenada y tranquila posible, esto le dio una sensación de estabilidad al creer que lo de ayer solo fue un susto y tal vez debió haber arreglado sus problemas con Sofia por lo que se encontraba más tranquilo el día de hoy. 

Estuvo tan confiado en eso que realizo todo como siempre hasta que vio aparecer a Serena, creyó que la relación de su jefe y esa mujer había terminado, si era así porque vendría a este lugar...camino por delante suyo y se colocó en la puerta de la oficina impidiéndole el paso. 

-QUE HACES...COMO TE ATREVES, ERES SOLO UN INSIGNIFICANTE SECRETARIO...COMO TIENES EL VALOR DE IMPEDIRME EL PASO. -grito Serena el enfado 

No importa lo que diga...usted se ira de aquí, el presidente no se encuentra. 

Serena lo miro y la ira en sus ojos aumento, ella había hecho de todo y estaba a pocos metros de su objetivo, estaba cada vez más cerca de conseguir lo que deseaba, ahora este secretario no la dejaba pasar. 

- ¿Por qué crees que vendría si tu jefe no me hubiese llamado?, ahora retírate o lo hare yo y se lo contare todo al presidente, veamos si mañana puedes estar en tu puesto. 

No importaba con que lo amenazase, Enzo no estaba dispuesto a retirarse, detestaba a Serena por ser descortés y mirar por encima a todos, contrario a Sofia...a sus ojos ella era la mujer correcta para estar con su jefe y ser la primera dama, estaba por tomarla del brazo y sacarla cuando una voz se escuchó en el interior. 

-Déjala pasar Enzo.- 




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