La primera dama

La preocupación de Ricardo

En un extremo del escritorio, revisando los documentos próximos a firmar, se encontraba Ricardo...hace unos días había sentido una ligera incomodidad en el pecho, creyó que eran preocupaciones infundadas, a pesar de haber oído las supersticiones de su madre aún se mantuvo tranquilo ya que tanto su hermana como su prometida se encontraban seguras. 

Después de firmar y dejar todo en orden salió. Había quedado en almorzar con su bella prometida, con el pasar del tiempo su barriga de cuatro meses ya se dejaba ver, aquello le saco más de una sonrisa, ver el crecimiento de su hijo al cual empezó a amar desde el momento en que supo que estaba en el vientre de su prometida, propuso adelantar el matrimonio en más de una ocasión pero ella se negó diciendo que no le gustaría  casarse con una barriga enorme, además de seguir con su amenaza de que sino resolvía de una vez el asusto de su familia y su hermana hasta antes del nacimiento de su hijo, escaparía con este una vez que naciera y al no estar casados no habría responsabilidad legal por lo que podría hacer su vida en cualquier lugar con su hijo. 

Pensar en todas las cosas que ocurrió y los distintos problemas que tubo hizo que frunciera el ceño, pero al mismo tiempo sonriese. 

Lléveme al restaurante cantones recién inaugurado. -dijo Ricardo al chofer, quería traer su auto...pero luego de pensarlo creyó conveniente llevar el chofer con él para así pasar el mayor tiempo posible con su prometida e hijo. 

Al llegar al restaurante pudo ver sentada en una mesa a Katia, tenía un rostro tan sonriente que a Ricardo le fue imposible no compararla con el sol, su sol. Se acerco y cuando estuvo a su lado se inclinó y beso su frente. 

- ¿Como se encuentra la madre más hermosa...?. -dijo luego de sentarse delante suyo. 

- Con muchos antojos. -respondió Katia haciendo un puchero. -Te esperé mucho tiempo y ahora creo que me duele el estómago por los antojos. -dijo casi al borde de las lágrimas. 

Al ver ese aspecto Ricardo no pudo evitar sentirse culpable y se apresuró a consolarla y culparse mostrando una cara rígida. -Podías haber ordenado, porque me esperaste...sabes lo malo que es no comer lo que se te antoja durante el embarazo, no quiero ni pensar lo que pudo haberte ocurrido. 

Katia lo vio y pudo sentir una enorme onda de calor que surgía desde su corazón a todo su cuerpo y no pudo evitar decir en su corazón y mente. 

‘Hijo mío, este es el hombre que cuidara de ti y de mamá con todo su corazón’. 

Luego de eso contesto con tranquilidad y gracia. -Solo bromeaba cariño, sabes que te amo, pero amo más a mi bebé y no haría nada que lo ponga en peligro. -dijo frotando su abultado vientre. 

Ricardo sonrió ante su comentario. -No me tomas en cuenta no es así...hasta cuando estarás enojada por el incidente? -pregunto tomando su mano depositando una casto y delicado beso en ella. 

- Hasta que te alejes de todo y solo te enfoques en la empresa y tu nueva familia...fuiste muy    egoísta al no pensar en mí y solo pensar en Sofía. -dijo con un poco de enojo Katia. 

-Katia...sabes cómo fue mi infancia, no trato de justificarme solo que la seguridad de mi hermana lo fue todo para mí, me culpé tres años pensando en que podía estar muerta y aun cuando la encontré no todo fue alegría... ¿lo sabes verdad?, ella intento matarse y siempre se encontraba tan alejada de todos y de todo. 

El rostro de Katia cambio y sonrió de manera tierna y al mismo tiempo busco consolarlo. -Lo sé...solo que soy muy celosa, no me importó que fuera tu hermana, sentí que solo le dabas toda tu atención a ella. -dijo y no pudo evitar que las lágrimas se corrieran por su rostro. -yo lo siento...son las hormonas. -decía mientras limpiaba sus ojos afanosamente. 

Ricardo se acercó a ella y la besó. -Lo sé...son las hormonas. -dijo mientras la abrazaba, tenía claro que debía darle la razón si decía que eran las hormonas o de lo contrario se enojaría...sentía que su nueva vida era realmente armoniosa, una vida así de tranquila era todo lo que podía desear una persona y él no era diferente. 

Lo que tenía preocupado y atascado de completar su felicidad era la familia Cooper, había sido una espina en el corazón y quería arrancarlo para continuar con su vida...las cosas por ahora se habían mantenido tranquilas y eso le dio tranquilidad, pero, así como después de la tormenta viene la calma, una persona podía estar en completa armonía, sin embargo, en alguna parte se estaban haciendo planes para traer abajo esa paz y eso lo tenía claro. Todo eso hizo que se mantuviera alerta y no le quitara un ojo de encima. 

Cuando se encontraba comiendo con Katia recibió una llamada...era Mikael, su fiel amigo y quien le mantuvo al tanto de todo, Ricardo había renunciado a la central por petición de Katia, por lo que Mikael lo mantuvo informado de todo lo que ocurría. 

- Dime...que de nuevo tienes para mí. 

En el otro lado de la línea se escuchó la voz de un joven. - Ambos hermanos se encuentran en el país “Z”, lo más raro es que no hay movimiento por parte del viejo...sospecho que se avecina una tormenta y está involucrado con tu hermana, lo mejor es que hables con ella...para advertirle. 

Ricardo corto la llamada y su rostro no era bueno por lo que Katia tomó su mano y preguntó. 

- ¿Cómo está tu hermana? -aunque quisiera hacerse de la vista gorda en cuanto a este asunto sabía que la única que podía hacer fluctuar sus emociones de esa manera era su hermana. 

Ricardo relajó su expresión y confesó. -Mikael llamó...los movimientos de la familia Cooper son anormales y Lion aún está el país “Z”, y parece que su hermana también y eso me preocupa. 

- Llama a tu hermana... tal vez de esa forma te relajas un poco. -sabía que no podía detener el corazón sobreprotector de Ricardo por lo que solo lo insto para que termine todo antes de que su hijo nazca. 




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