La primera dama

Encierro indefinido

Sofia se había vuelto aún más retraída y frecuentemente explosiva luego de que Santiago le prohibiera salir y le cortara la comunicación con el mundo exterior.  

Aquel día Rosario regresó de hacer las compras como de costumbre y podía recordar parte de la conversación. 

-Quiero el divorcio. -dijo Sofia, luego de haberse calmado. 

Santiago se acercó a ella a paso firme y demandante, tomó su mandíbula obligándola a mirarlo, presionó con mucha fuerza logrando que Sofia haga una mueca de dolor. -Porque hablas de divorcio como si fuese un juego...nos casamos por civil y por la iglesia, que me hayas engañado lo he soportado...pero ¿acaso planeas también fallarle a Dios? 

Sofia uso toda su fuerza y retiro su mano, no pudo evitar que algunas lágrimas se derramaran por sus mejillas al decir. - ¡YO HE FALTADO A MI PROMESA! .... ¡ES ENSERIO...ERES TÚ QUIEN TRAJO A SU AMANTE A VIVIR BAJO EL MISMO TECHO QUE YO Y ME HABLAS DE FALTAR A MI PROMESA! 

- Si...Serena se encuentra aquí, pero eso no cambia mi amor por ti y lo sabes. 

Sofia no puedo evitar lanzarle una mirada cargada de odio y rabia. -No hables de amor...no sabes lo que es...y cada palabra que sale de tu boca es retorcida y sin sentido lo único que causas en mi es asco. 

- ASCO...-Santiago se acercó a ella acunando entre sus manos su rostro a la fuerza y la besó furiosamente dando pequeñas mordidas, el labio de Sofia sangró y ella no pudo evitar derramar pequeñas lagrimas del dolor.- Aún si te doy todo el asco del mundo...sigues siendo mi esposa...mía...que te quede bien claro. -dijo Santiago antes de arrastrarla al piso de arriba aun ante el llanto incesante de Sofia. 

Al ver aquello Rosario sintió pena por Sofia así que se apresuró a detener a Santiago, pero sus intentos fueron en vano, ya que ni siquiera pudo acercase a ellos antes de ser detenida por los guardaespaldas y escuchar la voz fría cargada de resentimiento de Santiago. 

- No te metas nana...te tengo aprecio y respeto tus palabras, pero en mi matrimonio no acepto la intervención de nadie...y de ahora en más...la salida está prohibida, nadie sale ni tampoco entra sin mi autorización. -dicho eso tiró con fuerza y siguió jalando a una Sofia débil y desesperada. 

Era notorio como el delicado brazo de Sofia empezaba a tornarse rojo por el constante tironeo, el dolor comenzó a intensificarse y Sofia no pudo evitar gritar entre lágrimas. -SUÉLTAME SANTIAGO, ME LASTIMAS...HE DICHO QUE ME SUELTES...NO TIENES NINGÚN DERECHO A MALTRATARME.-decía mientras que con su mano trataba de retirar la suya. - Por favor...déjame ir. 

*** 

Sofia se encontraba sentada sin ánimos de comer ni ver a nadie cuando entro Santiago con la comida y se acercó a ella. 

- ¿Mi bella esposa no comerá?...traje tus platos favoritos. 

Al oír esto Sofia volteo y una voz cansada salió de su boca. - ¿Cuándo terminara esto...? 

Había estado encerrada una semana y media, los días habían pasado y la actitud de Sofia solo empeoraba, todos en la mansión lo habían notado...lo que antes fue una mansión armoniosa y alegre de pronto se había convertido en un lugar oscuro y funesto, la servidumbre trató de animarla, pero nadie pudo lograrlo, al contrario, cada día comía menos y se reunía menos con cada uno de ellos encerrándose en sí misma. 

- No entiendo. -dijo Santiago, revolviendo la sopa antes de dar una cucharada, soplar para enfriar y llevarlo a la boca de Sofia, quien no la abrió en lo absoluto negándose a comer. 

Al ver que no conseguía respuesta, Sofia cambio de pregunta. - ¿Cómo está? 

Santiago sabía a lo que se refería, la sirvienta que había mandado a encerrar, todos en la mansión sabían de aquel incidente, pero nadie se movió ni hizo nada por temor a terminar encerrados como ella, Sofia lloró y gritó todos los días pidiendo que la liberase, pero eso poco o nada le importo a Santiago quien no dio su brazo a torcer. 

- Termina la comida primero y le diré a uno de mis hombres que la libere, ¿No es eso lo que quieres?. 

Sofia levanto la vista y lo miró, no había rastro de falsedad en su rostro por lo que comió.-cuando había terminado de comer, volvió a preguntar. - ¿La dejaras ir ahora? 

Santiago la miró y se acercó para besar su frente. -La sacare del ático, pero no podrá salir de la mansión por los próximos 5 años. 

Los ojos de Sofia mostraron terror. - ¿Que dices? ...ella no hizo nada, solo seguía mis ordenes, déjala ir.-dijo Sofia. 

- No me importa cariño, puede ser un dolor de cabeza si sale y dice algo tonto a la prensa, ahora descansa, iré a la empresa...solo quédate en casa... ¿Bien?. -acarició su rostro y salió sin importarle los reclamos de Sofia. 

Estos sucesos habían ocurrido con frecuencia, discutían, pero siempre estaba Santiago tratando de aminorar las actitudes agresivas, consolándola o tratando de animarla...los regalos se habían hecho frecuentes al igual que las rosas, pero estas siempre terminaban en el tacho de basura o siendo arrojados por la ventana antes de escucharse un llanto desgarrador por parte de Sofia...convirtiendo así a la mansión en un lugar de encierro. La única que parecía estar disfrutando unas largas vacaciones era Serena. 

Serena se encontraba disfrutando en la mansión como si fuese su propia casa, trató de comprar a los empleados  pero le fue imposible, por último se rindió con eso y compró a uno de los guardaespaldas que se encontraba cuidando a Sofia, ya había escuchado los constante gritos de Sofia pero creía firmemente que en cualquier momento podrían solucionar todo trayendo abajo sus planes por lo que necesitaba estar preparada, sin embargo el informe del guardaespaldas, fue todo igual...discutían, luego Santiago trataba de persuadirla en vano, por otro lado, su relación con Santiago parecía estancada...creyó que al llegar a la mansión las cosas serían más fáciles, sin embargo, le era más difícil verlo aún si compartían la misma casa...solo se prestaba para montarle algún show a Sofía, sin embargo, no se acercó a ella. 




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