La primera dama

odio amarte

El viaje hacia la recepción no duró mucho, la limosina se detuvo y de esta salió la novia, al voltear y mirar con un rostro suplicante a Santiago esperando que este mostrase compasión y lo único que vio fue indiferencia. 

Santiago indicó a sus hombres escoltarla hasta su padre para que esta no escapase. Cuando Serena estuvo parada al costado de su padre su cuerpo tembló y una corriente helada bajó por su columna vertebral aun así se mantuvo tranquila, sino tuviese un velo cubriéndole el rostro se hubiese notado cuan pálida se encontraba. Estuvo tan aturdida por lo que estaba ocurriendo hasta que escuchó la voz de su padre. 

- Corriste de casa...tan pronto como te reprendí por haber perdido un buen prospecto, quien imaginaria que vendrías a este país para robarle el prometido a otra persona. -Dijo con una voz helada y escalofriante, Jorge...cuando recibió la invitación se encontraba consternado y enojado por que la decisión se tomó sin consultárselo, aun así, al meditarlo con cuidado asumió que su decisión fue la más acertada. La ayuda de Santiago se había perdido y su familia no sufriría más si su estúpida hija hiciese algo tonto, por lo menos con el duque Myers podría llegar a un acuerdo para expandir su influencia en el norte de Europa. 

- Padre...-Dijo Serena tratando de ganar su simpatía. 

- Se buena...a lo largo de tu vida has cometido errores, que me encargué de arreglar...no eres una niña, si vuelves a decepcionarme habrá serias consecuencias. 

Serena retiro la mirada y siguió caminando tomada de la mano de su padre en silencio hasta que habló. - Entiendo...solo en esta ocasión no te metas, no quiero el título de divorciada cuando claramente soy viuda. 

- Insolente...-Dijo por lo bajo Gerardo, si no tuviese que entregarla la hubiera golpeado. 

Nadie habló en los minutos de camino a la recepción donde se esperaba a la novia...al llegar se dieron los votos y se firmaron los papeles para dar por finalizada la ceremonia. 

*** 

Santiago regresó a la casa luego de haber dejado a Serena con Myers, lo conoció en la universidad, quien diría que años más tarde le debería un favor aun si este no lo sabe...lo ayudó a deshacerse de una gran carga. 

Al abrir la puerta escuchó gritos en la planta alta por lo que corrió para ver qué era lo que ocurría con Sofia y al ingresar a la recamara se llevó una gran sorpresa por cómo se encontraba esta, todo estaba destrozado. 

Cuando Sofia se despertó ya eran cerca de las doce del mediodía, su cuerpo se sentía pesado y cansado, pero lo que más le sorprendió fue sentir un metal helado envuelto en su tobillo derecho. Al levantarse pudo comprobar lo que tanto temía. Un metal helado de plata con diamantes incrustados en ella envolvía su tobillo y la ataba al suelo. 

- No....no...no...no...esto...esto...no es cierto...ahhhhhhhh-Las lágrimas se desbordaron de sus ojos, como era posible que la encadenase. Aún peor, porque había una estructura especial para conectar a una cadena...cuando lo había preparado. 

- Santiago...te odio...te odio...con todo mi corazón. -Dijo Sofia, su corazón aun ardía de impotencia y parecía no ceder, avanzo hacia el cuarto arrastrando la ligera cadena. - Tú destruiste mi amor por ti. 

- Tú hiciste lo mismo. -Dijo Santiago abriendo la puerta. - Te amé como un idiota...perdoné tu traición, aun así, decidiste escapar con ese infeliz. 

Sofia retrocedió unos pasos y lo miró ferozmente. -Me encerraste...me prohibiste salir de estas cuatro paredes, mientras tu amante se paseaba por la casa. 

- Jaja. -Santiago se rasco la cabeza y su rostro se tornaba cada vez más frio. - Esas son tus razones, no trates de culparme...si la traje a mi lado fue para vengarme de tu traición, pero vi que eso poco o nada te importó. 

- ¿Y qué esperabas...que te celara y llorara? -Dijo aun con lágrimas en los ojos. 

Santiago caminó por la habitación con enojo y habló.-Si ...soy tan patético que espere ingenuamente esa reacción... 

- No lo hice...acaso no te pedí que la echaras. - Dijo Sofia mientras caía abatida al suelo. 

- ¿Por qué?... 

- ¿Que?... 

- Por qué nunca me miraste o confiaste en mí como lo hiciste con él...nuestra pelea fue por su culpa- Dijo mientras golpeaba furiosamente la pared. -...ahhh...maldita sea...voy a volverme loco...no llamaste a tu hermano, pero decidiste huir con tu amante. 

-No es mi amante.- respondió Sofia apresuradamente, negando todo tipo de acusación, por de un momento a otro ella se convirtió en una mujer que se va con cualquiera, la rabia y el enojo solo hicieron que sus lágrimas salieran aún más. 

-Que quieres que piense...si te veo saliendo de la habitación de un hotel y besándose en la puesta de esta...y ahora deseas escapar con él. 

Sofia lo miró y caminó hacia su cama, tomó la foto del portarretrato de su matrimonio, lo miró un rato antes de lanzarlo por la ventana.- Me arrepiento de haberme casado contigo. 

-Pues es muy tarde. -Dijo Santiago acercándose a ella. -Eres mi mujer...me perteneces solo a mí y nunca voy a dejar que te vayas con ese idiota... 

-No...no...no te acerques Santiago.-gritó Sofia mientras retrocedía aún mas de donde se encontraba, haciendo que las cadenas emitieran un sonido metálico fuerte. 

- ¿Por qué no? ...eres mi mujer...estamos legalmente casados y no tengo planeado darte el divorcio. - Aun así, se detuvo a unos centímetros de ella para no asustarla más de lo que ya se encontraba, estaba conteniendo sus acciones para no hacer lo que su corazón le dictaba... 

-Eres un monstruo...que planeas ah?...dijo tomando la cadena y alzándola. - ¿Porque estoy encadenada? ...estas enfermo...si crees que mi amor por ti aún permanece luego de todo lo que me has hecho...estas muy equivocado...debo estar encerrada mientras tu amante se pasea por la casa. 

-Ella...-Santiago quiso correr hacía ella abrazarla y consolarla, decirle que ella se había ido, que nunca debió haberla traído, quería deshacerse de esas cadenas en su tobillo...besarlo hasta que el rojo de esta desapareciese, pero lo que salió de su boca fueron muy diferentes a sus pensamientos. 




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