La primera dama de Villa Torrente

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Mientras el agua se deslizaba por su cuerpo arrasando con el sudor y la suciedad acumulada durante el viaje, Felipe no paraba de pensar en lo sucedido, como si su mente hubiese quedado atrapada en aquel encuentro con el jinete misterioso. Pensaba en todas las posibles razones por las que esa persona podría tener tanto odio y haberlo mirado de esa manera, sin siquiera conocer su nombre. Por lo menos, ya tenía una motivación más para quedarse, ya que no descansaría hasta descubrir el rostro del jinete y porque no, enfrentarlo en una carrera a caballo. Le pareció curioso imaginar la situación, pero sonriendo con este pensamiento terminó de bañarse y acomodarse sus ropas, dirigiéndose luego a la sala donde su padre y la comitiva lo esperaban.

Ya entrando en la sala, hizo la venia correspondiente saludando a los presentes y sentándose en el lugar que le habían reservado. De repente, su padre lo sorprendió con sus palabras.

- ¡Felicitaciones hijo!, ya Aquileo nos comentó del incidente con el jinete. Nunca pensé en decir esto, pero me alegra que por primera vez tu desobediencia nos haya salvado de una situación lamentable e inesperada.

Felipe sintió una gran molestia porque no imaginó que Aquileo comentara la situación, se lo había confiado como algo personal y aunque no le advirtió que así fuera, esperaba contar con su prudencia y confidencialidad. Además, estaba confuso, no entendía a qué se refería su padre con aquello que había evitado.

-No entiendo padre, solo era un jinete que me encontré en la montaña, nada más-dijo esperando no alargar más el tema.

Uno de los consejeros de la comitiva lo observó, comprendiendo el desconocimiento que tenía sobre la situación y se apresuró a explicarle.

-Joven Felipe, lamento informarle que no es un simple jinete, es alguien que representa un gran peligro para su familia y en general para Villa Torrente. Tenemos que reconocer que esta mujer es el mejor jinete de la región, además tiene habilidad y destreza en el manejo de armas y en la organización de su gente de una manera acertada. Sus emboscadas han sido exitosas y nos ha hecho pasar hasta hoy muy malos ratos.

- ¿Mujer? -dijo Felipe sorprendido- y ¿por qué razón nos ataca?

-Al parecer desconoce el papel que debe tener en la sociedad-respondió su padre con burla-debería estar cuidando de un esposo y de sus hijos, pero prefiere jugar a ser un soldado, sabiendo que es un rol en el cual una mujer no puede desempeñarse. Lidera un grupo de personas inconformes con la gestión del gobernador Gerardo Marroquín, según ellos solo se les ha conducido a la pobreza y la hambruna-finalizó haciendo con sus manos y sus ojos gestos de locura.

- ¿Y hay algo de verdad en eso? -inquirió Felipe.

-No joven, jamás. El gobernador es un hombre justo, que trabaja por el bienestar y progreso de todos los habitantes de Villa Torrente-respondió el consejero mirando al general con un gesto de complicidad.

-Sí, así es-complementó su padre-Paloma es solo una niña rebelde y necesitamos que sea detenida y juzgada, eso será una buena lección para todos los que al igual que ella quieran ocasionar desorden en nuestra comunidad. Al parecer, le diste un mal momento al oponerte de manera no planeada e inesperada en sus planes de hoy-dijo el general levantando su copa con orgullo.

¿Paloma?, ¡qué bello nombre!, pensaba Felipe mientras observaba a su padre y a la comitiva celebrando por el buen momento que estaban pasando y por la frustración que de manera involuntaria él había causado de la emboscada que les tenían preparada. En estos pensamientos, fue sorprendido por la voz de uno de los sirvientes.

- ¿Quiere otra copa joven?

-No gracias, creo que ya bebí suficiente.

-Bueno señor. Mi nombre es Sebastián, estaré atento a sus órdenes.

-Gracias Sebastián, te llamaré si te necesito.

El sirviente asintió y se alejó a paso lento. Felipe lo observó con pesar al ver que caminaba con la espalda inclinada hacia adelante y algo de dificultad, lo cual le pareció lamentable para un hombre tan joven. Luego interrumpió la reunión, dirigiendo la palabra a su padre.

-Te informo que me voy a quedar un buen tiempo por aquí, pase lo que pase no voy a regresar a Villa Flor, quiero permanecer en este lugar-lo dijo con la convicción que emanaba de su deseo creciente de enfrentar al jinete que ahora tenía nombre.

-Me alegra tu decisión-respondió su padre, aplaudiendo con euforia ante el público-te necesito aquí, tienes la misión de atrapar a Paloma. Prepara la jaula más hermética para esa avecilla rebelde, córtale las alas y acalla su canto para que su eco no moleste a nadie más-finalizó así su orden, con ánimo poético.

Felipe se sorprendió con las palabras de su padre, ya que no esperaba semejante propuesta y aunque no sabía si sería capaz de cumplir con la misión asignada, asintió ante los presentes sin pronunciar más palabra. Por su parte, Sebastián ya tenía la información que necesitaba, aunque su preocupación se acrecentaba al ver que el panorama se oscurecía y que detrás del telón de aquel espectáculo se podían esconder más sorpresas.

Ya en su cuarto y lejos de la algarabía que había en la sala, Felipe continuaba inquieto y preocupado. La única imagen fija en su mente era Paloma, imponente y victoriosa sobre su caballo y con esa mirada de odio que parecía querer penetrarle el alma. ¿De verdad era tan peligrosa?, al parecer sí, porque ya se había adueñado de sus pensamientos y no saldría de allí hasta que él pudiera descubrirla y enfrentarla. Imaginaba ese momento, así tuviera que perseguirla a todo galope por la montaña, caer rendidos frente a un riachuelo y finalmente quitarle la tela que cubría su rostro para ver quien se escondía allí, de él y del mundo.



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En el texto hay: romanticismo, aventura

Editado: 30.03.2023

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