La primera dama de Villa Torrente

12

Cuando se fueron acercando a la casa de la familia Fernández, Paloma y Sebastián escucharon la algarabía dentro del lugar, al parecer ya había varias personas adentro y estaban disfrutando de la fiesta. Tal como lo planearon, llegaron más tarde de la hora citada para que la gente estuviera un poco más entretenida y no reparara en ellos, aunque Sebastián sabía que era un esfuerzo inútil ya que la presencia de Paloma no pasaría desapercibida. Entretanto, Felipe Torrealba no hallaba la hora de salir de aquel lugar, aunque normalmente disfrutaba de estos eventos, se sentía acosado por las miradas de las señoritas que le insinuaban su deseo de ser su pareja de baile, al punto que hasta el momento no había bailado con nadie a pesar de la insistencia de su padre, para evitar comentarios que lo comprometieran con alguna de ellas.

Estaba tan estresado por lo acontecido con Paloma, que sentía que no tenía cabeza para nada más y a pesar de la presión de su padre y su madrastra, esa noche no tenía plan de buscarse una novia. Sofocado por el ambiente, dio el último sorbo a su trago y se dispuso a salir, sabiendo de antemano que su padre le reprendería después con todos sus reclamos. Iba caminando decidido hacia la salida, cuando a unos metros de él apareció una bella mujer con un hombre que la llevaba del brazo. Su deseo de irse de la fiesta se disipó inmediatamente ante la presencia de aquella señorita que se veía tan altiva e imponente, despertando en él una extraña curiosidad por descubrir quién era. Sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia su madrastra para indagar por la posible identidad de la recién llegada.

- ¿Sabes quién es la mujer que acaba de llegar? -preguntó sin disimular el afán por la respuesta.

-No tengo idea, estoy igual de sorprendida que tú, puedo asegurarte que nunca había visto a esa señorita por aquí, créeme que a pesar de los antifaces y las máscaras las reconozco a todas-respondió Marisela con total convencimiento.

Felipe aún más intrigado, no dejaba de mirar sin ningún disimulo a la mujer que había atraído su atención y le había motivado a quedarse. Sebastián sin ignorar que todas las miradas estaban sobre ellos, tomó de la mano a Paloma y comenzó a guiarla por la sala en un delicado baile. Felipe observaba a la pareja, reconociendo que se veían muy bien juntos y sintiéndose repentinamente celoso por el hombre que bailaba con aquella mujer, no entendía porque, pero sentía un deseo extraño de estar cerca de ella y envidiaba a aquel que la estaba acompañando y disfrutando de su cercanía. De repente, al terminar la melodía, Sebastián soltó a Paloma de manera sorpresiva, despertando aún más la curiosidad de todos los presentes, incluyendo la del propio Felipe Torrealba, quien no se explicaba como aquel hombre podía dejar sola a esa bella mujer en medio de la sala.

-No puedes bailar solamente conmigo, recuerda que vinimos a esta fiesta a conseguir información-le dijo Sebastián mientras se alejaba de ella haciéndole una venia.

Paloma no entendía porque él la dejaba sola y expuesta allí ante todos. Observaba a su amigo mientras se acercaba a Isabel Moncada invitándola a que le acompañara en el siguiente baile, y confirmando sus sospechas cuando ella la miró y le sonrió manifestándole su aprobación por lo bien que le había quedado su atuendo. Cuando creyó que nada podía ser peor en ese momento, escuchó a su espalda la voz de Felipe Torrealba.

- ¿Quieres bailar conmigo? - le pregunto casi en un susurro.

Paloma comenzó a sentir que la sangre bullía dentro de su cuerpo, no olvidaba que Felipe había delatado una de sus rutas de escape y que, gracias a él, ella y su gente habían estado a puertas de ser capturados. Afortunadamente, pudo enterarse a tiempo del plan en su contra y preparar un contrataque con una sorpresa totalmente inesperada para sus persecutores. Lo último que deseaba era tener algún tipo de contacto con el hijo del general Torrealba. Giró hacia el hombre que con su mano extendida la invitaba a bailar y mirándolo de arriba hacia abajo con desdén, estuvo a punto de rechazarlo cuando se percató que el gobernador se dirigía hacia ella con la misma intención de Felipe. Paloma comprendió de inmediato el peligro de la situación y aceptando la invitación extendió su mano hacia la de Felipe para iniciar el siguiente baile.

A pesar de que la joven había aceptado bailar con él, Felipe no entendía porque lo había mirado de esa manera tan despectiva, percatándose además de su reacción al ver al gobernador acercarse, tomándolo a él como el comodín para poder escapar de ese personaje. Gerardo Marroquín no disimuló su molestia ante el rechazo de la joven, últimamente era habitual que Felipe se interpusiera en sus planes convirtiéndose en un rival nada agradable, sin embargo, esperaría su turno para bailar con ella y Felipe quedaría relegado como otro invitado más.

Paloma observaba soslayadamente como las miradas estaban sobre ella y su pareja de baile, sentía la molestia de las señoritas que con esmero se habían preparado con sus mejores atuendos para impresionar al hijo del general. Tal vez si pudiesen se habrían lanzado sobre ella como fieras salvajes para despellejarla viva por haberse interpuesto en el camino de la futura novia o esposa del apetecido joven Torrealba. No pudo evitar sonreír al pensar en las ironías de la vida, ella solo quería alejarse de él y, sin embargo, era la única que podía tenerlo cerca en ese momento, despertando la envidia de todas esas mujeres.

Entretanto, Felipe la analizaba cuidadosamente, intentando descubrir cada detalle sin dejar que nada pasara desapercibido ante sus ojos. En medio del silencio presente entre los dos y la melodía que guiaba sus pasos, observó su sonrisa preguntándose el motivo que dibujaba esa curva en sus labios, su cabello recogido en un elegante peinado alto dejaba a la vista su delicado cuello y sus hombros complementando con un escote a la vez discreto e insinuante. El vestido encajaba perfectamente en su estilizada figura, resaltando aún más su belleza. Paloma le sostuvo por un momento la mirada como tratando de adivinar sus pensamientos, pero luego de manera desinteresada volvió la vista hacia los demás invitados. De repente, Felipe recordó su actitud despectiva antes de aceptarle la invitación, con la certeza de que esa no era la primera vez que sus caminos se cruzaban e intensificó la búsqueda de algún detalle que le revelara quien era ella.



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En el texto hay: romanticismo, aventura

Editado: 30.03.2023

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