Días después de la fiesta, Sebastián se acercó a Paloma esperando que ya estuviera más calmada y que hubiese asimilado mejor lo que había ocurrido. Paloma se regocijó de emoción al ver nuevamente a su amigo, ya con más tranquilidad quería confesarle sus sentimientos, pues él era la única persona que podría entenderla y aconsejarla. Sentía que Sebastián había llegado a conocerla tanto, incluso más allá de lo que ella podría conocerse a sí misma. Ese cariño entrañable que los unía había superado las adversidades y se hacía cada vez más fraternal y fuerte. Paloma no podía más que agradecer que Sebastián fuera parte de su vida, al punto que era su única familia.
-Sebastián, ¿Cómo te enamoraste de Isabel? -preguntó Paloma sorprendiendo a su amigo con ese inesperado cuestionamiento.
Sebastián se rió ante la pregunta entendiendo hacia donde iba la conversación. Paloma se sonrojó pensando que había sido imprudente al preguntarle a su amigo sobre sus sentimientos.
-No te preocupes, te voy a contar mi historia de amor-se apresuró a decir Sebastián con un tono divertido para aplacar la vergüenza que sentía Paloma al indagar sobre el tema-Cuando me pediste que me infiltrara como sirviente en la casa Torrealba mi única motivación era la misión de hacer justicia y lograr que el gobernador Gerardo Marroquín pague por todos los abusos que ha cometido no solo contra ti, sino contra toda la población de Villa Torrente. Sin embargo, mis mañanas comenzaron a hacerse más amenas cuando de camino hacia la casa Torrealba pasaba por la casa de los Moncada. Isabel desde muy temprano comenzaba a hacer los quehaceres y su dulce voz endulzaba mis oídos con melodías armoniosas. Era tal mi curiosidad, que me propuse verla en persona. Una mañana decidí acercarme a su casa para presentarme ante la mujer que estaba alegrando mis días con su hermosa voz. Sin embargo, cuando llegué a su puerta, el gobernador estaba allí frente a ella, ofreciéndole un ramo de flores y tocando su mano. Ella lo rechazó, entró a su casa y el gobernador forcejeando la puerta intentó entrar a la propiedad sin autorización, tumbando a Isabel al suelo. Inmediatamente, yo me interpuse entre el gobernador e Isabel a sabiendas de que él podría desquitarse conmigo, pero al verme tan decidido solo me miró con arrogancia, dio la vuelta y se fue. Tomé a Isabel de la mano y la ayudé a levantarse, ella agradecida por haberla defendido me invitó a desayunar en su casa mientras entonaba las melodías que me gustaban tanto. Desde ahí nos hicimos muy buenos amigos y pues el resto, ya lo sabes.
Paloma sonrió al escuchar a su amigo hablar con tanto entusiasmo de Isabel, le agradaba que él se sintiera feliz. Lamentablemente, ella no sentía lo mismo, su corazón y su mente estaban atrapados en una red de dudas, inciertos y temores.
-Sebastián, no sé si estoy sintiendo lo mismo que tú sientes por Isabel, pero creo que me he enamorado de Felipe Torrealba.
-Lo sé-respondió su amigo esbozando una sonrisa-lo mejor de todo es que estás correspondida, ese hombre está muriendo de amor por ti.
Paloma no entendía como Sebastián podía asegurar algo así, a sabiendas de que eran enemigos. Se suponía que, a la luz de las circunstancias sus caminos no podían cruzarse de esa manera y que no podía haber entre ellos algo más que una guerra declarada, en la que alguno de los dos terminaría perdiendo.
-Sebastián, nunca nadie me había besado, pero Felipe lo hizo incluso antes de la fiesta. Ese día tuve un torbellino de emociones, lloré sintiendo que lo odiaba por su atrevimiento, pero también sentí que mi cuerpo se estremecía al recordar su cercanía y la calidez de sus labios.
Sebastián no esperaba que Paloma abriera a ese punto su corazón con él y que le contará tan íntimamente lo que estaba sintiendo.
-Él mismo me lo confesó-comentó Sebastián-Felipe me contó que te había besado en la sala de tu casa. Él al igual que tú está muy confundido, no solo por lo que siente por Paloma sino también por la primera dama de Villa Torrente. Tú en tus dos versiones, lo has enamorado.
Paloma sorprendida no podía creer que Felipe y Sebastián hubiesen llegado a ese grado de confidencialidad. Además, se sentía más aturdida al no entender como Felipe se había enamorado de dos mujeres tan diferentes. Exhaló un suspiro ante la incertidumbre de la situación y el no saber que hacer.
-Deberías ir a buscarlo-sugirió Sebastián-siempre has sido una mujer muy decidida y has enfrentando las situaciones a pesar de tus temores.
Paloma escuchó el consejo de Sebastián, sabiendo que, a pesar de su valentía, se enfrentaba a algo diferente, algo que ni ella misma lograba comprender. Miró a Sebastián, sin ocultar en su rostro su temor, giró e impulsivamente montó su caballo y arrancó a todo galope, despidiéndose de su amigo mientras le gritaba.
-Eso voy a hacer